Las eléctricas propusieron al Gobierno desangrar al consumidor

Los socios de la patronal Unesa pretendían que el recibo de la luz subiera de golpe 13,5 euros al mes y que se mantuvieran la totalidad de ‘ayudas’ públicas

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Los españoles pagan la electricidad más cara de Europa. Pero esta realidad no frenó a las grandes suministradoras, que plantearon al Gobierno subir de golpe, con efectos inmediatos, el recibo de la luz en 13,5 euros al mes. Era la alternativa a la reforma energética aprobada el viernes.

Con esta medida, Endesa, Iberdrola, Gas Natural, E.On y EDP, representadas por Unesa, dirigida por Eduardo Montes, pretendían trasladar al bolsillo del consumidor toda la carga de equilibrar el déficit de tarifa.

Posiciones inamovibles

La negociación con el Gobierno, a través del Ministerio de Industria, perseguía, por tanto, dos objetivos: mantener hasta el último euro percibido del Estado y compensar a través de los clientes las pérdidas que genera la venta por debajo de los costes de producción.

Dicho de otro modo, las grandes eléctricas consideraban que habían realizado todos los esfuerzos posibles al permitir durante años que el mercado energético español acumule con ellas 26.000 millones de deuda. Su posición, según fuentes del Gobierno, era absolutista.

La subida pretendida

Actualmente la electricidad se vende por una media de 588,5 euros al año a cada cliente. Sin embargo, producirla cuesta 751 euros. Las suministradoras querían que la diferencia, 163,5 euros, saliera en su totalidad del bolsillo de los clientes.

De este modo el quebranto desaparecería y el sistema podría mantener las liquidaciones de las primas a las renovables y a la distribución y transporte.

Oídos sordos

En Industria se decidió avanzar en la reforma con la oreja puesta, pero con la decisión política tomada de hacer caso omiso a las demandas del sector. El secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, ha recibido a los representantes del mercado cada vez que se lo han solicitado.

Pero ha despachado una norma que reparte los ajustes entre los cuatro implicados: Gobierno, eléctricas, renovables y consumidores. Los clientes pondrán 900 millones de su bolsillo, pero las compañías cederán 2.700 millones.

El precio final

La solución, como es sabido, ha generado el rechazo de todos los colectivos. La factura sube y las ayudas se recortan. A efectos del consumidor, la reforma energética supondrá un encarecimiento final del 3,2%. Diez veces menos que lo pretendido.

Ismael García Villarejo

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