Ann Pettifor: “Los bancos no pueden ser ajenos al poder democrático”

La economista, autora de La producción del dinero, recupera la teoría monetaria de Keynes y exige a los gobiernos control sobre los bancos

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Ann Pettifor (Sudáfrica, 1947) ha despertado el interés por la política monetaria, que se considera cosa únicamente de los bancos centrales, y que ha sido, hasta ahora, el único instrumento que se ha utilizado para paliar la crisis económica que arrancó en 2007. Economista, investigadora de la City University de Londres, y directora de investigación de la red sobre políticas macroeconómicas (PRIME), Pettifor asegura que “los bancos no pueden ser ajenos al poder democrático, tampoco los bancos centrales, porque de ellos depende todo lo relacionado con el dinero, que puede premiar o castigar a las actividades productivas de un país”.

Pettifor acaba de publicar La producción del dinero. Cómo acabar con el poder de los bancos (Lince). En una entrevista con Economía Digital, cuando se le advierte que señala cuestiones que son similares a las que aporta alguien como Mohamed A. El-Erian, desde un campo ideológico muy distinto, sonríe y se dispone a explicarlo a toda velocidad.

Los bancos deben estar al servicio de la economía productiva y no de los poderoros inversores

Pettifor ha lanzado el manifiesto por un New Deal europeo, promovido por Yanis Varoufakis. Es asesora del laborista Jeremy Corbyn y es crítica con Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), desde el primer minuto: «Ha intentado algunas políticas, pero no se puede arreglar nada sin contar también con una política fiscal que ha sido y es inexistente». El-Erian es asesor económico jefe de Allianz, empresa matriz de PIMCO, uno de los mayores fondos de inversión del mundo. Y en su libro Lo único importante, (Deusto), El-Erian se muestra en contra de la política monetaria expansiva del BCE, porque ha fomentado “la desigualdad”, al favorecer a los tenedores de activos financieros.

Pettifor defiende lo mismo, pero “a diferencia de El-Erian, o de otras instituciones, mi critica es desde el primer momento. La OCDE, el FMI, la Comisión Europea, y otros expertos defendían la austeridad y los programas económicos que se impulsaron en el inicio de la crisis y que han resultado nefastos. Ahora reaccionan, pero es tarde, llegan tarde, aunque se intente cambiar algo”.

La idea de esta economista es que pocos expertos, y menos los gobernantes, entiende la naturaleza del dinero, y que la política monetaria es determinante. En el libro explica que Thatcher quiso luchar contra la inflación, pero sólo se centró en la oferta de dinero público: los gastos y el endeudamiento gubernamentales.

Los movimientos populistas se aprovechan de esa falta de compromiso de las entidades financieras

Los economistas afines, los monetaristas, promovieron la desregulación para la creación de crédito por parte de los bancos comerciales privados. Y lo que se produjo es una “orgía de préstamos que hizo que la inflación aumentara, que llegó hasta el 21,9% en su primer año de mandato”.

Y es que una de las lecciones que ofrece Pettifor es que es el conjunto de los bancos privados el que crea el dinero, el que imprime el “95% del dinero que circula”. Los bancos centrales también tienen su responsabilidad, pero son todas las entidades las que deben entender, a juicio de esta economista seguidora de Keynes, que “tienen un compromiso con los poderes democráticos, con toda la sociedad, que dejan una y otra vez de lado”. La idea es que los bancos privados ‘imprimen’ dinero al conceder créditos sin tener en cuenta los depósitos con los que cuentan, y «otorgan o privan» de financiación a los agentes activos en la economía. Pueden conceder créditos a promotores inmobiliarios o a empresas industriales. Pettifor se rebela contra el discurso de «no hay dinero para ésto», porque «sí hay dinero, y el problema es para qué se destina».

Los bancos no deberían utilizar, según Pettifor, los depósitos o préstamos de sus clientes minoristas como garantía para aumentar su propio endeudamiento y realizar sus prácticas especulativas. Y añade: «Todo esto es de sentido común, y debería constituir el fundamento para una supervisión reguladora de los bancos en cualquier sociedad democrática». Pero la izquierda, a su juicio, no ha entendido ese mecanismo, y no ataja el problema en su origen, que es la política monetaria y la creación del dinero.

Esta economista se considera “una arqueóloga”, y es que no dice nada distinto a lo aportado en su momento por Keynes, con su teoría monetaria. “La revolucionaria teoría monetaria de Keynes, su compresión de la naturaleza del dinero bancario, del sistema bancario y de cómo se determinan las tasas de interés, fueron enterradas por las autoridades públicas, el sector financiero y los académicos de economía ortodoxa. En consecuencia, las altas tasas reales de interés, privadas, ‘pinchan’ las burbujas de deuda de manera periódica, provocando su estallido y la contracción del crédito”.

Lo que apunta Pettifor es que la expansión monetaria del BCE ha podido parar el golpe para algunos países, pero ha consolidado una situación en la que no hay bienes activos en los que invertir, o que éstos se han dejado de lado en beneficio de los grandes inversores tenedores de productos financieros. El dinero no ha llegado a las pequeñas y medianas empresas, a los ciudadanos.

Eso tiene una consecuencia política de primera magnitud. “Crea un gran malestar, y como pasó en los años treinta, provoca que mucha gente vea salvadores en la figura de populistas, de partidos que tienen respuestas sencillas”.

Hay que volver a Keynes y a su teoría monetaria, no se trata de impulsar ninguna revolución

Ann Pettifor no es “para nada partidaria de la nacionalización de los bancos”. Pero sí reclama que los gobiernos ejerzan su labor de control, que no busquen complicidades con esas propias entidades financieras, porque eso es lo que genera el caldo de cultivo de los populismos, atentos a esas oportunidades.

La tesis es compartida por una buena parte de la clase académica: “Hasta los años ochenta del pasado siglo, y con políticas que arrancan desde la II Guerra Mundial, el control democrático sobre las finanzas permite crecimientos sostenibles y se beneficia el conjunto de toda la sociedad. Eso se rompe con las políticas neoliberales a partir de Thatcher y Reegan, que permiten que el sistema financiero se expanda, sin ningún control, con un proceso de financiarización de toda la economía, sin pensar en la producción real de bienes y servicios”.

¿Una revolución? “No, volver a Keynes”, responde. Y propone en su libro regular la actividad crediticia con tipos de interés al crédito minorista que sean más bajos para las actividades productivas, y altos para las especulativas.

Lo que aporta Pettifor es que en esas actividades se deben volcar las mujeres, porque demuestran otra visión de la economía, más apegada a la realidad, producto de su responsabilidad en la economía doméstica de las familias. Pettifor suelta una carcajada cuando recuerda una escena de Too big to fail, con esos tiburones financieros agresivos, siempre hombres arrogantes.

La otra idea que esta economista enlaza con su propuesta sobre el dinero es que el movimiento ecologista puede y debe colaborar para ejercer ese mayor control democrático.

Con ello, Ann Pettifor se ha convertido en un referente para aunar esfuerzos, desde el campo progresista, en el intento de forzar un cambio de dirección en las políticas económicas en Europa, buscando la complicidad entre las sociedades del norte y del sur, aparentemente situadas en dos mundos completamente distintos.

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