Sáenz de Santamaría seduce a Junqueras 

El consejero de economía asiste al consejo de política fiscal para pactar con la vicepresidenta el objetivo de déficit, y pide que se fije en el 1,18%

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¿Acude la vicepresidenta? Entonces Junqueras también. Soraya Sáenz de Santamaría ha seducido al consejero de economía de la Generalitat, y vicepresidente del Govern, con quien desea acercar posiciones. No lo tendrá fácil, pero Junqueras quiere jugar el partido. Los dos participarán este jueves en el consejo de política fiscal y financiera, que reúne al ministro Cristóbal Montoro con los consejeros económicos de todas las autonomías.

La importancia de ese cónclave, que en los últimos años se ha reducido a un trágala por parte del Ejecutivo de Mariano Rajoy, para que los gobiernos autonómicos se ciñeran a los objetivos de déficit marcados, y asumieran su dependencia del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), ha cobrado una mayor dimensión. Sáenz de Santamaría quiere copresidirlos a partir de ahora, y para ello se cambiará el reglamento del consejo para oficializar esa bicefalia junto con Cristóbal Montoro.

Aprovechar la negociación

Junqueras no quiere desaprovechar la ocasión, en contraste con la decisión del presidente catalán, Carles Puigdemont, que se niega a asistir a la reunión de Rajoy con todos los mandatarios autonómicos. La reunión de Junqueras con la vicepresidenta llega un día antes de que lo haga el propio Puigdemont con el nuevo delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo (este viernes) y supone un acercamiento que tiene, para el Ejecutivo del PP, claros límites.

El consejero de economía pedirá un aumento del objetivo de déficit para 2017, del 0,5% que se había previsto al 1,18%. La vicepresidenta se quiere plantar en el 0,6%, pero es una cuestión que está dispuesta a discutir. También sobre un plan de inversión ambicioso en la red de Cercanías de Renfe, en el área metropolitana de Barcelona, y sobre el resto de 46 puntos que Artur Mas envió en la anterior legislatura a Mariano Rajoy. Ahora bien, nada de nada sobre el referéndum de autodeterminación.

La cuestión es que el Gobierno quiere, ahora, pasar al ataque con una convicción. «Las cosas han cambiado, y será el Gobierno catalán el que pasará por ser el inmovilista si no desea avanzar en las posibles negociaciones», apuntan fuentes del PP. Con Soraya Sáenz de Santamaría en contacto constante con Oriol Junqueras, y Enric Millo con Puigdemont y el resto de miembros del ejecutivo catalán, además de mimar las relaciones con el empresariado catalán, ¿qué podrá argumentar el Govern de Junts pel Sí?

Los pasos de Soraya

Es lo que pretende el Gobierno de Mariano Rajoy, ir tejiendo una relación que pase por asuntos concretos, paso a paso, sin entrar en ningún momento sobre la cuestión de fondo, el llamado derecho a decidir del «pueblo de Cataluña», según la terminología del bloque soberanista.

¿Bastará ese acercamiento? El PP tiene claro que ahora llega su momento, y se ampara en un supuesto acuerdo con el PSOE para no ir más allá. La reforma de la Constitución no se prevé, a no ser que, previamente, se acuerde qué es exactamente lo que se desea cambiar.

Las posiciones distintas se evidenciaron este miercóles en el pleno del Congreso, con un enfrentamiento entre Soraya Sáenz de Santamaría y el portavoz del PDECAT, Francesc Homs. A juicio de Homs, las cosas «no han dejado de empeorar por la negativa del Gobierno a todo». Ante eso, la vicepresidenta dejó claro lo que se puede esperar del gabinete de Rajoy: «corredor mediterráneo, sí; acceso ferroviario al Puerto de Barcelona, sí; lanzadera ferroviaria del Puerto de Barcelona al Prat, sí», reiteró, sin olvidar las inversiones en el AVE, que conecta a las cuatro capitales de provincia de Cataluña.

Junqueras, ¿como Rajoy?

Por ahora, Sáenz de Santamaría sigue seduciendo a Oriol Junqueras, que se acoge a peticiones concretas, como ese objetivo de déficit.

La estrategia del presidente de Esquerra Republicana, que comienza a asemejarse a la de Mariano Rajoy –estrategia a largo plazo, aplicando el ‘calladismo’, y esperando acumular fuerzas en el futuro para plantear una batalla real por la independencia de Cataluña, puede acabar casando con la del PP: negociar lo que esté al alcance, no más. Por ahora.  

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