Acreedores de Abengoa retrasarán hasta el último minuto su adhesión al plan de rescate

No firmarán hasta que no vean plasmado en un documento el detalle de qué proyectos salen adelante y cuáles serán cancelados. Es la razón por la que se ha optado por negociar un contrato de espera (standstill) para evitar que ninguno pueda llevar a la empresa a concurso

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El pálpito que se baraja en el seno de los acreedores financieros es que será difícil que el próximo 27 de marzo Deloitte –la auditora de Abengoa– pueda tener en su poder las firmas que acrediten que acreedores por un 75% del pasivo se adhieren al plan de reestructuración de la multinacional sevillana, pactado entre la empresa, las entidades financieras agrupadas en torno al G-6 y las bonistas aglutinados a través de la consultora Houlihan Lokey.

Se necesitaría que, además, de los firmantes del pacto, lo hicieran también acreedores tenedores de un pasivo de unos 3.300 millones de euros. De esa manera, se podrían presentar al día siguiente –el lunes 28 de marzo– las firmas acreditadas ante el juez de lo Mercantil 2 de Sevilla, para que las verificara y dar por concluido el asunto.

Ganar tiempo

Ante la evidencia de que eso no será posible tras comprobar que los acreedores se lo van a pensar dos veces antes de respaldar el plan de rescate, se ha optado por echar mano del conocido como standstill.

Un contrato que, de firmarse, impide que, tanto la empresa como los acreedores, puedan solicitar el concurso durante su vigencia. Y que, en el caso de Abengoa, se ha planteado, para que los bonistas lo firmen hasta el próximo miércoles y, los acreedores, hasta el 27 de marzo, Domingo de Resurreción.

Para que el standstill tenga validez e impida que nadie –lo hayan o no firmado– pueda instar la ejecución de garantías por créditos vencidos hasta finales de octubre, se requiere que lo suscriban acreedores que ostenten al menos el 60% del pasivo, con lo que ya solo necesario que, además de los 3.700 millones de deuda de los integrantes del G-6 y los bonistas aglutinados en torno a Houlihan, firmen el contrato de espera acreedores que acrediten una deuda de algo menos de 2.000 millones. Algo que sí se ve factible.

Notario de guardia en Semana Santa

Para recabar las firmas, se ha escogido como certificante de la póliza del contrato de standstill al notario de Madrid, José Miguel García Lombardía, que durante toda la Semana Santa se quedará de guardia para certificar las firmas del contrato de espera. Además, hasta su oficina, deberán llegar las copias de los fedatarios públicos de los lugares en los que residan los acreedores extranjeros.

Si, como todos esperan, el standstill sale adelante, la situación agobiante de Abengoa quedará aparcada, con esos siete meses de margen para que las grandes cifras recogidas en el plan de reestructuración se plasmen en documentos más detallados.

Conocer la letra pequeña

«Muchos acreedores no van a firmar hasta que no conozcan la letra pequeña. Y solo lo harían, en última instancia, si existe la posibilidad de que el standstill no logra el respaldo suficiente», apuntan fuentes financieras. Algo que, prácticamente se descarta, pero que, de producirse, llevaría a Abengoa automáticamente a concurso el próximo 28 de marzo.

No obstante, con prórroga o sin ella, algunos no acaban de ver la viabilidad del plan de reestructuración alcanzado. Es el caso de la agencia de calificación crediticia Moody’s, que considera que el plan acordado por la empresa andaluza y sus bonistas es un «evento de impago», al recoger una quita del 70% de su deuda por participaciones en la empresa, lo que en sus términos supondría un default.

Muestra sus dudas al apuntar que las cantidades de efectivo registrado en el balance de la empresa sevillana no necesariamente reflejan que la liquidez esté disponible, calculada, en este caso, en poco más de 350 millones de euros. Además, alerta de que ese efectivo puede evaporarse rápidamente ante la pérdida de confianza de proveedores y clientes.

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