El Cercle d’Economia rechazó a Carulla por independentista

El presidente de Agrolimen dio el paso con una candidatura para sustituir a Costas, aunque el núcleo duro consideró que su capacidad relacional no está a la

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Es bien conocido que Anton Costas no ha podido aplicar la propuesta clásica del Cercle d’Economia de promocionar desde dentro a uno de los vicepresidentes. El más riguroso de los actuales tres vices, Josep Oliu, no presidirá el foro mientras desempeñe la presidencia del Banc Sabadell. Y los otros dos, Marc Puig y Artur Carulla, se han descartado por motivos distintos: Puig no ha querido dar el paso; Carulla, en cambio, sí estaba dispuesto.

El presidente de Agrolimen se autoproclamó pero fue disuadido por sus camaradas porque es independentista, aunque ha suavizado sus postulados en los últimos cuatro años, y además porque no controla el networking necesario para un cargo de esta responsabilidad civil. Sic transit al efímero triunfo de ambos. A partir de noviembre, la nueva junta de Juan José Brugera exigirá meritocracia, más que apellido.

A la presidencia del Cercle se acede por cooptación, no por sufragio. Juegan la opinión de sus órganos de gobierno, como los expresidentes senadores, y los exsecretarios de la institución. El pasado miércoles 20, hubo casi unanimidad en el almuerzo de los ex presidentes (Enrique Corominas, Joan Molins, Josep Piqué, Pedro Fontana, Carles Tusquets, etc) respecto a la figura de Brugera.

Solo se desmarcó Joan Mas Cantí, pero no por sesgo político ni ninguna reserva moral, sino porque Brugera no es exactamente un empresario (dijo el veterano Mas Cantí) y «quizá deberíamos darle una vuelta más».

¿Hacia dónde se dirige el Cercle?

Brugera, conviene decirlo, es un empresario químicamente puro; su currículo resiste no sobre el papel sino sobre el mercado: Sindianc, Atlántico, Mutua Madrileña, Colonial, La Caixa… No es un accionista, un dueño, pero sí un operador competitivo. Cuando su nombre salió de la boca de Costas tenía las de ganar. En esta ocasión, el esquema catalán de aplaza y vencerás estaba destinado al fracaso.

Apenas 24 horas después de la reunión de los expresidentes, Brugera volvió a ser ratificado, esta vez en la cena de ex secretarios del Cercle, celebrada el pasado jueves 21. A esta segunda cita asistieron todos los que han desempeñado este cargo, menos el editor Xavier Cambra, un hombre de marcada vocación soberanista y piedra angular de la Fundación FemCat, que acoge a un grupo de empresarios pegados al catalanismo político por el lado convergente.

La talla de la nueva generación

Brugera tiene retranca y quizá por eso hace buenas migas con el profesor Costas. Ambos coinciden en la necesidad de rejuvenecer las plantillas del mundo de la opinión en el que se mueven los empresarios. Pero no lo han conseguido.

¿Dónde están Oleguer Soldevila y Jordi Mercader (hijo) a los que Antón Costas trato de promocionar, como miembros de la Junta del Cercle? ¿Dónde queda la lejana operación Pau Guardans alentada en su momento por Joan Mas Cantí, como símbolo de un giro liberal? Ni unos ni otros. Los jóvenes del Cercle son modelo emprendetori: gestión o gestión, toque conservador, ágrafos y sin ideología.

Oleguer es descendiente de Olegario el gran patrón del Majestic e hijo de Andreu Soldevila, hombre-indio, de andares silentes y gesto irónico. Los Soldevila tienen su cuartel general en el casoplón del Majestic a dos manzanas de distancia del dintel modernista de la Casa Arnús, sede del Cercle (solo el dintel porque el resto fue laminado para dar cabida a centenares de socios dada la urgencia pragmática de los tiempos que corren).

Jordi Mercader es hijo de Jordi Mercader Miró, que lo fue todo, desde presidente del INI, a presidente de Agbar, pasando por vicepresidente de a La Caixa. Guardans, por su parte, es buen ejecutivo que trasladó su cadena hotelera a Madrid, ahogado por la marca de origen. Como el resto de sus hermanos, el nieto de Francesc Cambó, lleva sobre sus espaldas el peso marmóreo de Estelrich y Ribó padre, los albaceas del gran político regionalista.

Los nuevos no dan la talla

Los novísimos no dan la talla y los nuevos están desertando. Este último es en parte el caso del citado, Artur Carulla, el soberanista emboscado, que reclama su derecho al cargo, pero prefiero vivir muellemente en el limbo accionarial de Agrolimen.

Marc Puig, por su parte, es el ejemplo agobiante de una tercera generación muy laboriosa, pero obviada por la sombra del pionero, Antonio Puig, que también lo fue todo: perfumero, publicista, inventor y mecenas de creadores irrepetibles, como Cirlot y Alexandre Cirici Pellicer. Los tiempos mudan y las élites se encastillan.

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