La familia March se resarce del fiasco en la constructora ACS

Salen de Prosegur, renuevan su interés por Ebro y mantienen la cautela antes de mover ficha definitiva en el grupo de construcción y servicios

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La reacción de los hermanos March ante los casi 300 millones de euros perdidos en 2012 por Corporación Financiera Alba, resultó inmediata. Y todas sus miradas se centraron en ACS, como causante del desaguisado de los casi 480 millones de impacto negativo que para la empresa inversora del clan mallorquín supuso el fiasco de la constructora presidida por Florentino Pérez con su participación en Iberdrola.

Ni una más, se dijeron. Y empezaron a mover sus inversiones para que estos números quedaran en una anécdota. El regreso a los beneficios el año pasado, con esos 227 millones obtenidos, parecen certifican que la nueva estrategia inversora empieza a dar resultados, pero habrá que ver si se sustentan en el futuro en algo más que en ventas puntuales, como las realizadas en Prosegur en 2013.

Cautela en ACS

Tras la debacle de 2012, Carlos y Juan March –los hermanos mallorquines que se mantienen al frente del imperio familiar– se plantearon dos estrategias a seguir. Una radical, la que hubiera supuesto seguir en la línea de fuertes desinversiones en ACS que se venía manteniendo desde 2009, y llegar incluso a la salida total de la constructora o, como alternativa, mover los hilos, como máximos accionistas, para arrebatar la presidencia a Florentino Pérez. Al final se optó por la cautela para tomar una decisión equidistante.

Ni una ni la otra. Han seguido desinvirtiendo en ACS, sí, pero no hasta el punto de desaparecer ni siquiera de dejar de ser el máximo accionista de la constructora, aunque sea ya con una participación inferior al 15% tras la última venta realizada la semana pasada.

Prefirieron seguir haciendo caja a la vista de cómo evolucionaba la cotización de la constructora. Las dos operaciones de venta de acciones de ACS –las dos de 2013 y la llevada el pasado 31 de marzo– se hicieron por un importe de 263,3 millones, con plusvalías brutas de 80 millones de euros.

La salida Florentino puede esperar

Y el arrebato puntual de desbancar a Florentino quedó en eso. Optaron por esperar a un momento más propicio. Pero es cuestión de tiempo. De momento, a la vista de la situación y de los fuertes apoyos con que todavía cuenta Pérez en el consejo de ACS, la mesura de los hermanos prevaleció sobre el ímpetu de Juan March de la Lastra, el delfín –hijo de Carlos y sobrino de Juan– convertido, desde su entrada en la comisión ejecutiva de ACS en 2010, en el único que se atreve a levantar la voz al presidente.

La partida que mantienen en ACS no es la única que los March están jugando en estos momentos. Cerrado el tema en Prosegur, con la venta de su 10% a lo largo de 2013 por 269 millones, con una plusvalía antes de impuestos de 89,3 millones, hay otros dos tableros que no pierden de vista, y para cuyo juego han fichado como consejera a la ex ministra de Ciencia y Tecnología, la bióloga molecular Cristina Garmendia. El de Indra y el de Ebro Foods.

Interés nacional de Indra

En el primero parecían contar con todas las fichas para quedarse con el 20,14% que Bankia iba a vender de la empresa tecnológica. Llevaban meses preparando la operación que les hubiera llevado a controlar casi el 31,5%, pero, al final, el Estado movió ficha ante el interés estratégico nacional de la tecnológica y, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), desembolsó 337 millones de euros para quedarse con esa participación.

Evitaba así el Estado, no tanto la compra por parte de los March, que también, como que lo hiciera la gestora estadounidense Fidelity, que controla casi el 18% de Indra a través de los fondos FMR LLC y Fid Low Priced Stock Fund.

La partida en Ebro

El otro frente, el del grupo alimentario Ebro Foods, resulta de lo más complejo, pero su potencial resulta evidente. Son 2.000 millones los que factura y tiene a la vista las plusvalías por la venta de su 9% en la aceitera Deoleo. Y los March lo saben.

Ya han alcanzado esa barrera del 10%, tienen a José Nieto, consejero delegado de Banca March sentado en el consejo, tendrían derecho a otro y se disponen a luchar a brazo partido para acudir a la próxima junta de accionistas de junio en una posición de privilegio.

Carceller y Gómez Trenor

El problema es que, al margen de casi el 16% que todavía mantiene la familia Hernández Calleja, existen otros pretendientes que buscan lo mismo que los March en Ebro, seguir aumentando la posición. Y es que las entidades financieras tienen en venta un 30% de la compañía y la Sepi ya no considera estratégico el 10% que posee.

El principal, Demetrio Carceller, con ese 9,8% a través de la cervecera Damm. Pero no solo. Un tercero ha irrumpido en la pelea de manera un tanto inesperada. Se trata de Juan Luis Gómez Trenor, una de las mayores fortunas de la Comunidad Valenciana, quien a finales de 2013 pagó 130 millones para hacerse con el 5% de Ebro. De sus próximos movimientos, tanto a nivel de compras como de presencia en el consejo, va a depender que el equilibrio en el grupo alimentario se incline hacia un lado o hacia otro.

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