Los inversores se blindan contra el estallido de la burbuja emprendedora

Los fondos de capital de riesgo advierten de una sobrevaloración en las compañías recién creadas. La Nevera Roja se vende en más de 80 millones --40 veces su facturación anual-- y Wallapop se valora en más de 100 millones. Las incubadoras optan por el sosiego y endurecen la criba

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Una burbuja se avecina: la de los emprendedores y las empresas neonatas. Los fondos y los inversores especializados en impulsar start-ups han encendido las alarmas ante lo que consideran un crecimiento peligroso en la valoración de las nuevas empresas.

La Nevera Roja, el proyecto ideado hace apenas cuatro años por dos exconsultores de PwC, se ha vendido por más de 80 millones de euros hace apenas dos meses a la también start-up alemana FoodPanda. La Nevera Roja ha recibido unos 80 millones de dólares en rondas de financiación (71 millones de euros). La alta valoración de la compañía ha llamado la atención en el mundo inversor y emprendedor: se ha pagado un precio 40 veces superior a su última facturación anual, de poco más de 2 millones de euros.

Facturar antes de pedir

La situación es similar a la de Wallapop, una start-up de objetos segunda mano valorada por los mercados en más de 100 millones de euros y donde han invertido Caixa Capital Risc, el fondo de riesgo Bonsai y la red de business angels Antai.

Los inversionistas rehúsan hablar de burbuja pero reconocen que casi todos en el sector han tomado cautelas. Confían en que de la nueva ola emprendedora surgiran prósperos modelos de negocio pero también en que un temido tsunami arrase con la mitad del talento, del tiempo y de las ilusiones de buenos profesionales que diluirán consigo el dinero de los inversores. 

Con pies de plomo

«Ya no es tan común como antes la inyección de dinero en proyectos embrionarios. Ahora exigimos facturación real antes de invertir. Si no ha llegado a ese punto, le decimos que vuelvan en unos meses cuando comiencen a hacer caja», explica un empresario de las telecomunicaciones y conocido inversor de start-ups.

La precaución también ha llegado al dueño de Mercadona. La incubadora de Juan Roig, Lanzadera, referente entre los emprendedores, ha endurecido el proceso de criba para seleccionar los proyectos a los que destina recursos. Pero el pie de plomo todavía no ha llegado a Wayra, la incubadora de Telefónica que aporta, sin despeinarse, 80.000 euros para quedarse con el 10% de las start-ups que impulsa.

Todos a pescar

Las políticas del gobierno de Mariano Rajoy han incentivado la creación de empresas y de autoempleo con el propósito de disminuir la lista de parados a fuerza de emprendimiento y de riesgo propio. «Han propiciado el emprendimiento de muchos trabajadores y profesionales que no tienen la capacidad para hacerlo. Ahora, intentan compensarlo con la ley de la segunda oportunidad para que todos aquellos que quebraron, puedan recomponerse», explica Ignacio González Gugel, abogado de la firma dPG Legal.

«La ley de segunda oportunidad está haciendo que muchos emprendedores no tengan miedo a perder sus propiedades cuando asumen el riesgo de llevar adelante su propio proyecto», asegura Juan Carlos Fernández, fundador de Acuerdalo.com, una web donde el comprador fija el precio. «Pero a veces se dejan llevar por la ilusión y pueden perder la perspectiva de la realidad».

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