Sánchez Vicario pidió 8 millones a sus padres para sellar la paz

Semanas antes de la publicación del libro, su abogado, Juan José Burgos, puso la cifra sobre la mesa para evitar un conflicto público. Sus padres aseguran no tener el dinero que su hija les exige

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Lo que para unos comenzó como un intento para evitar el escándalo público y cerrar el conflicto por la vía amistosa, para otros tan sólo fue un vulgar chantaje. El abogado de Arancha Sánchez Vicario, Juan José Burgos, hace poco más de un mes lanzó una propuesta al representante legal de los padres, Jordi Domingo. Ocho millones de euros era el precio del silencio de Arantxa y esa cantidad garantizaría el sello definitivo de un conflicto familiar por la administración de su fortuna. “O los ocho millones o se publica el libro”, vino a decir el mediador.

“Hemos estando dos años intentando negociar pero ahora Arantxa necesita desahogarse”, confesó el abogado de Arantxa a este diario. “¿Quién les ha dado esa información? Yo de ese tema no hablo”, respondió el representante legal de los padres. La cifra no fue calculada por capricho. Es lo que Arantxa cree que ha costado un cuestionado movimiento financiero de su padre, Emilio Sánchez, que retiró 3,5 millones de euros de una cuenta del banco de Luxemburgo que servía de contraaval para pagar las deudas de Arantxa con Hacienda, y que ha generado cuantiosos intereses y una demanda judicial.

Pero los padres de Arantxa aseguran no disponer ni la décima parte de la suma exigida. “Sólo ganó algo de dinero, pequeñas cantidades, con unas inversiones”, aseguran fuentes cercanas. La polémica transferencia, que incluyó una inversión en la estafa piramidal de Madoff, pretendía centralizar el dinero de la tenista que estaba desperdigado en cuentas y sociedades pantalla en Bahamas, Andorra, Luxemburgo, Suiza y Uruguay. “Nunca nos percatamos de que esa cuenta era un contraaval ni nadie del banco nos advirtió de que no podía ser retirado ese dinero”, comenta un extrabajador de la agencia IMG que gestionó durante 17 años la fortuna de Arantxa.

Arquitectura financiera

El patrimonio de la tenista se ha administrado a través de una compleja infraestructura de sociedades pantalla y gestoras en el exterior que la excampeona nunca ha llegado a controlar. En su declaración ante la jueza en Andorra que estudia la querella contra su padre y su exabogado, Arantxa dijo desconocer el nombre de muchas de sus sociedades y tan solo una “le suena”. Sólo está segura de tener una vivienda (donde vive en Esplugues de Llobregat, Barcelona) pero ignora si aún posee el resto de propiedades calculadas en 17 millones de euros en el 2008, antes de la crisis inmobiliaria. Y también tiene algo claro: “le faltan” entre 16 y 20 millones de euros.

Cuando Arantxa interpuso la querella contra su padre, apoyada por su marido y nuevo asesor, Pep Santacana, en febrero del 2010, buena parte de los gestores que manejaron anteriormente su patrimonio comenzaron a intercambiar información para ofrecer a los abogados de Arantxa las aclaraciones que exigían. Nadie, sin información complementaria, podía explicar la complejidad de los movimientos. Incluso plantearon reunirse para tener una visión clara de las transacciones.

En una de las comunicaciones, uno de los gestores aseguró que la disminución de las cuentas de Arantxa se debió a “cambios paralelos” para sufragar la compra de inmuebles en España, además de “honorarios de gestión, honorarios profesionales y mantenimiento de estructuras”.

La fortuna de Javier

Pero las explicaciones no convencieron a Arantxa quien desde hace días también ha comenzado a cargar contra su hermano Javier. En su declaración en Andorra, denuncia que su hermano (no especifica si Emilio o Javier, pero el círculo de allegados interpreta que se trata de éste último) se ha comprado un chalet con dinero que la tenista tenía en una cuenta, a pesar de que no dio la autorización para esa transacción.

Y en sus últimas declaraciones públicas, va más allá: se queja de que no entiende cómo Javier, habiendo ganado mucho menos que ella, ahora “tiene más”. Precisamente los abogados de Arantxa han sembrado dudas en transferencias que, desde sus cuentas, se realizaron a sociedades de su hermano con inmuebles en España. “No hablaré hasta que lea el libro”, ha dicho Javier a este diario.

En pleno juicio en su contra, el padre de Arantxa sufrió un cáncer y se descubrió que padecía de alzhéimer. En marzo del 2011, la familia ha presentado un justificante médico que asegura que, por padecer una cardiopatía, no puede trasladarse a Andorra a declarar. En un escrito facilitado por sus abogados, el entorno de la excampeona da a entender que la familia se escuda en las enfermedades para no afrontar sus responsabilidades. “Se le ha visto comprando en el centro comercial L’Illa”, asegura el comunicado.

Hasta hace pocos días, sus padres apostaban por un acercamiento. Ahora, tras la publicación del libro, y sin dinero que repartir, el propósito parece inalcanzable.

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