La subida de la luz dispara el precio del cemento e inflaciona todavía más la vivienda

La industria amenaza con deslocalizar la producción fuera de Europa si los costes energéticos no caen. En Cataluña además el nuevo impuesto al CO2 segará todavía más la competitividad de las empresas

Fábrica de Cementos Portland.

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La explosión de los precios de la electricidad en las últimas semanas añade un argumento a la subida de precios de la vivienda. Si el mercado inmobiliario ya se encareció un 7,5% a lo largo de 2021, con la entrada del nuevo año la tendencia se agudizó: las materias primas no dejaron de escalar y la invasión de Ucrania inflacionó todavía más el mercado. Hoy, el precio del cemento por ejemplo ya se duplicó y la industria amenaza con deslocalizaciones si no se rebajan los costes.

La patronal Ciment Català advirtió este martes que los cierres de fábrica se prolongarán durante las próximas semanas si no se consigue rebajar la factura eléctrica del sector. Hace dos semanas, Cementos Portland, filial cementera de FCC, ya anunció que cesaba la actividad en las siete plantas que tiene repartidas por España debido a que le salía más caro producir que vender los artículos que salieran de las instalaciones.

Salvador Fernández, presidente de la patronal, manifestó su «preocupación» por el gran incremento de precios de la energía eléctrica, el componente de coste variable de mayor peso en la producción de cemento. «Este incremento del KWh ha provocado que en las últimas semanas alguna fábrica detuviese su producción», recordó el dirigente.

Aunque ronda de nuevo los 200 MWh –las mismas cifras en las que se movía antes del estallido de la guerra de Ucrania–, durante los últimos días llegó a tocar picos puntuales de 700 MWh. Si en la recta final de 2021 el sector ya calificaba la situación de «insostenible», las tensiones de la invasión provocaron que el gasto en fabricar el producto superase el precio de venta al cliente.

Ya lo había advertido Cementos Molins en febrero. El consejero delegado de la compañía, Julio Rodríguez, denunció que con el MWh por encima de 200 euros es muy difícil competir. Ya no con las compañías asiáticas. También con las del resto de Europa. «Se nos va el 25% del resultado operativo», lamentó. 

«El coste unitario de la electricidad se ha disparado, y para nosotros el precio de la energía es un ser o no ser», avisó. Sin una certidumbre de que los precios vayan a bajar se hace muy difícil pensar en grandes inversiones en el territorio, añadió.

De este modo, el precio del hormigón se duplicó, aseguran en el sector. Un encarecimiento que no llegó solo, el resto de materiales también subieron de precio durante todo 2021 y especialmente el inicio de 2022.

Según los datos del Colegio de Arquitectos Técnicos de Barcelona (Caateeb), el encarecimiento de los materiales incrementó el precio de levantar un edificio de oficinas hasta un 18%. El hierro y el aluminio de ventanas y estructura provoca que la escalada sea mayor que para las viviendas. Celestí Ventura, el presidente de la asociación catalana, lamentó que el alza de materiales como el aluminio alcanzó el 30%.

También por encima del 10% estuvo la subida de costes para la constructora ACR. Especializada eso sí en el sector residencial, cifró el aumento en el 13,5% marcado por algunos materiales como el acero (+35% en lo que va de año), la pintura (+9,5%) o la carpintería (+18,3%).

Cataluña tiene un problema añadido

Además de la crisis global, Cataluña tiene un condicionante particular que hace peligrar todavía más las inversiones del sector en el territorio: el nuevo impuesto a las emisiones de CO2 que estudia la Generalitat. «El sector ya está afectado por la normativa europea y, por lo tanto, sufriría una doble imposición en las emisiones», advierte la patronal.

«Esto genera un riesgo de deslocalización de la totalidad o parte de la producción de las fábricas en Cataluña; hoy en día sufrimos una situación de no competitividad para exportar cemento, que ha sido la válvula de escape en estos años donde el mercado nacional ha estado deprimido, con un consumo muy inferior a la media europea», zanja la asociación.

Carles Huguet

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