Las tres verdades incómodas sobre el hidrógeno que nadie quiere escuchar

Desde hace meses el hidrógeno parece que salvará el mundo, pero también surgen voces que bajan a la tierra sus expectativas

Hidrógeno verde

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Cada momento necesita de su propio ‘boom’. 2023 tiene ese honor reñido entre lo pragmático, el auge del autoconsumo solar; y la esperanza, lo que puede aportar el hidrógeno verde. Sin embargo, mientras uno de los asuntos se está abordando desde una perspectiva lógica en lo económico, la otra idea se ha lanzado a una cruzada inversora que no justifica su potencial rendimiento. Y cada vez hay más gente que se atreve a decirlo. 

Una de las últimas personas en alzar la voz de forma contundente ha sido el director asociado de Nera Economic Consulting, Jorge Sanz, que a principios del nuevo milenio fue director general de Política Energética y Minas del Gobierno. Ha sido en el marco del ‘Observatorio sobre el Derecho de la Energía’, organizado por la Universidad Pontificia Comillas. Su exposición deja tres verdades demasiado incómodas. 

1/ Alto precio

Uno de los axiomas que se debe comprender a la hora de hablar de esta tecnología es que el hidrógeno para ser verde tiene que producirse con energía limpia renovable. Esa cuestión no es negociable. Por lo tanto, eso significa que la ‘electricidad verde’ es un ‘input’ productivo del hidrógeno limpio. 

En este punto es donde Jorge Sanz deja en bandeja la afirmación: «Por pura cuestión productiva, el hidrógeno verde tiene que costar más que la electricidad limpia. Porque además del coste variable de la electricidad limpia, hay que añadir los costes variables del hidrógeno, y los fijos que también tiene; la inversión en las hidrolizadoras… por eso, necesariamente debe ser más caros».

Esto, además, lleva a pensar por qué está teniendo tanto éxito el hidrógeno. Todo se debe al dinero que mueve ahora mismo y que, precisamente, atrae a muchos actores importantes del sector. Y todo porque es una tecnología con altos costes de producción que necesitará de ayudas públicas. Ahora falta saber hasta cuándo. 

2/ Baja demanda 

En cuanto a su uso, Jorge Sanz es muy tajante con respecto a lo que se puede esperar del hidrógeno verde. «Cualquier consumo energético que sea electrificable nunca va a apostar por el hidrógeno. Porque es más barato consumir la electricidad con la que se iba a procesar el hidrógeno».

«El hidrógeno verde tiene futuro, pero es un futuro de nicho. Será para descarbonizar los consumos energéticos que no sean electrificables. La demanda será mucho más modesta de lo que nos están contando. No tendrá nada que ver con el gas natural», asegura el exdirector de Energía del Gobierno. 

Además, señala algo importante con respecto a las similitudes que puede tener el hidrógeno con cualquier tipo de tecnología actual. En concreto, el gas natural. «Ha sido una tecnología importante en la transición, porque ha enterrado el carbón, y ha sido el ‘backup’ de respaldo a las renovables. Pero es que además tenía otros usos». Y eso, a todas luces, no lo hará el hidrógeno.

3/ Futuro incierto 

Por lo que respecta al futuro, el actual consultor invita a racionalizar cuál será su verdadero uso, y la lista se recorta mucho más de lo previsto, y mucho más de lo que están intentando trasladar quienes buscan sacar negocio de esta tecnología; y quienes se agarran a ella como mantra revelado. 

Así, cabe destacar el transporte marítimo, y no todo, porque en la corta distancia o las embarcaciones de recreo no lo necesitan, al igual que los pesqueros que faenan en zonas locales. De igual modo, el hidrógeno para la industria solo tiene sentido en las de alta temperatura como la cerámica. Y por carretera, añade Jorge Sanz, su uso real llegará a la muy larga distancia en el mejor de los casos. 

Y aquí llega la gran interrogante: «¿Hace falta hacer hidroductos? No necesitamos llenar Europa de infraestructura, porque la demanda va a ser reducida. Y esto va a hacer que se reparta entre pocos con altos peajes de acceso», sentenciaba como colofón.

Raúl Masa

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