Coca-Cola combatirá el impuesto del azúcar con botellas más pequeñas

Coca-Cola se prepara para reforzar la venta de botellas y latas de menor capacidad ante el nuevo impuesto

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Coca-Cola recurrirá a la producción de botellas y latas más pequeñas para intentar esquivar el nuevo impuesto a las bebidas azucaradas que prepara el ministerio de Cristóbal Montoro. La multinacional ya trabaja con varias líneas de acción para evitar que el impuesto a las bebidas carbonatadas termine afectando los beneficios, explican a este diario fuentes cercanas a la compañía.

La producción de botellas y latas más pequeñas serán una de las primeras medidas que aplicará la compañía en el caso de que el gobierno de Mariano Rajoy decida la aplicación de un impuesto azucarado por tramos.

Con envases de menor capacidad, la empresa será capaz de reducir la carga impositiva por unidad y también podrá aumentar la rentabilidad por botella al no reducir el precio en la misma proporción que el líquido reducido.

El final de la barra libre

La compañía se plantea reforzar los botellines más pequeños de Coca-Cola (220 mililitros) en detrimento de los de 330 mililitros, una política que refuerza la reducción de las botellas de mayor capacidad decidida desde la fusión de las embotelladoras españolas.

La multinacional también contempla la fabricación de latas más pequeñas y liquidar la política pactada en algunas franquicias de comida rápida de el llenado sin límites, una práctica que ya ha sido prohibida en Francia por alentar un consumo excesivo de bebidas azucaradas.

La nueva política también permitirá a la compañía reforzar su discurso de cara a los partidos políticos en España que tendrán que aprobar la norma en el Congreso.

Coca-Cola quiere hacer énfasis en que su bebida no ocasiona problemas de obesidad y diabetes, tal como entienden los gobiernos, sino el exceso de consumo es lo que puede ocasionar problemas.

En línea con Estados Unidos

La reducción del tamaño de los envases es una línea de acción que ya ha comenzado en los Estados Unidos, pero por razones diferentes. El consumo de Coca-Cola (y del resto de bebidas azucaradas y carbonatadas) acumula varios años en descenso con un ritmo superior al 2% interanual en Estados Unidos y que alcanzó el 5% en España en plena crisis, de acuerdo con los datos de la propia compañía.

La multinacional ha notado que el consumidor medio no deja de beber Coca-Cola sino que bebe menos. Por ese motivo, los envases más reducidos han permitido compensar la reducción de consumo y ha facilitado el surgimiento de dos fenómenos aparentemente contradictorios: se desploma el consumo (en litros) pero sube el número de unidades vendidas.

El consumidor prefiere formatos más pequeños, que casualmente son los más rentables para la compañía. Mientras la rentabilidad de una botella de 1,5 litros puede ubicarse entorno a los 25 céntimos de euro, el beneficio se multiplica en los formatos más pequeños.  

Lanzamientos más saludables

Consciente de que el descenso de bebidas azucaradas es un fenómeno generalizado en los países Occidentales, más preocupados por el consumo saludable, Coca-Cola también lanzará nuevas bebidas. Hace pocas semanas, la marca presentó su primer lanzamiento en 22 años, el Royal Bliss, una gama de bebidas creadas para el sector de la hostelería. 

La empresa investiga desde Atlanta nuevos componentes y edulcorantes que podrían reemplazar el azúcar en algunas de sus bebidas para adaptarse a la nueva ola de consumo saludable en los países desarrollados. Para los emergentes, la estrategia continúa intacta: grandes envases, mucha Coca-Cola y mucho azúcar.

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