El jefe de El Lobo y 1880 afronta la semana clave del turrón, donde se decide casi la mitad de las ventas del año

Rubén López dirige a pleno rendimiento la campaña más intensa en Jijona, con la Navidad concentrando el 75% de la facturación anual del grupo

Uno de los turrones de El Lobo

Uno de los turrones de El Lobo. Foto: Instagram El Lobo

En el corazón de Jijona, Alicante, no hay margen para la improvisación cuando llega la semana previa a Nochebuena. Son días en los que se juega buena parte del año y en los que cada decisión cuenta. Entre el 17 de diciembre y la víspera de Navidad se concentra casi la mitad de todas las ventas de la campaña de turrones, un periodo frenético que marca el pulso de marcas históricas como El Lobo y 1880, auténticos referentes del dulce navideño en España.

Al frente de esta maquinaria está Rubén López, director general de Confectionary Holding, el grupo que agrupa enseñas tan reconocidas como El Lobo, 1880 o Doña Jimena. No pertenece a la saga familiar que controla la compañía desde hace décadas, algo poco habitual en una empresa con raíces tan profundas, pero ejerce el liderazgo con un conocimiento íntimo del negocio y una visión claramente industrial y estratégica. Para él, esta semana es el momento de máxima tensión y también de mayor recompensa: en apenas siete días se decide hasta el 45% de las ventas de toda la temporada navideña, que a su vez supone alrededor del 75% de la facturación anual.

Una industria centenaria sometida a máxima presión

Mientras gran parte del país reduce el ritmo o ya piensa en vacaciones, en Jijona ocurre justo lo contrario. Las fábricas trabajan a pleno rendimiento, los turnos se refuerzan y la logística se convierte en un engranaje crítico. Cada palé que sale a tiempo hacia los centros de distribución puede marcar la diferencia entre cumplir o no los ambiciosos objetivos de la campaña.

Las marcas del grupo están presentes en prácticamente todos los supermercados del país, una cobertura que roza la totalidad de la distribución nacional. Esa posición de liderazgo, especialmente en turrón de Jijona y de Alicante, obliga a una coordinación extrema. No se trata solo de producir, sino de garantizar calidad, homogeneidad y suministro constante en un momento en el que la demanda se dispara y el consumidor es especialmente exigente.

La presión no se vive solo en las fábricas, sino también en los despachos. López reconoce que estos días su agenda se llena de reuniones rápidas, llamadas constantes y decisiones que no pueden esperar. La velocidad es clave, y cualquier retraso se multiplica en impacto cuando los volúmenes son tan altos.

Un director general forjado entre sacos de almendra

La relación de Rubén López con el mundo del turrón es casi genética. Creció literalmente sobre un obrador, jugando entre sacos de harina y montañas de almendra cuando todavía era un niño. Aquella infancia, hoy impensable por las normas de seguridad actuales, le permitió entender desde muy pronto cómo funciona el negocio desde la base.

Esa experiencia temprana marcó su forma de dirigir. Aunque se formó como ingeniero industrial y tuvo opciones académicas alejadas del sector, nunca perdió el vínculo con la empresa familiar ni con el producto. Incluso durante sus años de estudiante, el turrón fue una especie de moneda de cambio con la que financiaba parte de su independencia, vendiendo dulces allí donde iba.

Hoy esa mezcla de formación técnica y conocimiento artesanal se refleja en su estilo de gestión. Se define como un directivo cercano, analítico e intuitivo, con la puerta del despacho siempre abierta. No concibe la empresa sin contacto directo con la realidad diaria y es habitual verle hablar tanto con responsables de área como con operarios que cargan camiones en plena campaña.

Profesionalización sin perder el alma familiar

Uno de los grandes retos de Confectionary Holding en los últimos años ha sido profesionalizar la gestión sin renunciar a su identidad. Aunque sigue siendo una compañía 100% familiar, la entrada de un director general externo supuso un punto de inflexión. López asumió el cargo con plena autonomía para reorganizar equipos, incorporar talento y modernizar procesos.

La confianza de la familia propietaria ha sido clave. El presidente y otros miembros del clan siguen vinculados al día a día, pero la gestión recae en un equipo profesionalizado que busca agilidad y eficiencia. Para López, rodearse de personas más preparadas que él no es una amenaza, sino una condición indispensable para crecer en un mercado cada vez más competitivo.

Esa filosofía se traslada también a la relación con la plantilla, que ronda los 550 trabajadores. La cercanía no es solo un valor sentimental, sino una herramienta de gestión. Muchas decisiones estratégicas nacen de conversaciones informales, de escuchar problemas operativos o propuestas que difícilmente llegarían por los canales jerárquicos tradicionales.

Innovación incluso en plena tradición

Aunque el turrón clásico sigue siendo el rey indiscutible, la innovación se ha convertido en una palanca fundamental de crecimiento. En un mercado muy ligado a la tradición, introducir novedades es un ejercicio delicado, pero necesario para conectar con nuevos consumidores y ampliar ocasiones de consumo.

Este año, una de las apuestas más llamativas ha sido el lanzamiento de turrones y polvorones para perros. Elaborados bajo supervisión veterinaria y con ingredientes adaptados, responden a una realidad social cada vez más evidente: las mascotas forman parte de la familia. El grupo lleva años trabajando esta idea, consciente de que el vínculo emocional del consumidor se extiende también a sus animales de compañía.

Junto a esta línea, el catálogo incorpora recetas con frutos secos considerados premium, como pistacho o macadamia, además de nuevos formatos y propuestas que buscan diferenciarse en un lineal cada vez más competitivo. Incluso los helados forman parte de esa estrategia de diversificación que permite desestacionalizar parcialmente el negocio.

Expectativas récord en la semana clave

A pocas horas de cerrar la semana más importante del año, las previsiones son optimistas. Aunque el ejercicio completo no se da por cerrado hasta meses después, los indicadores apuntan a un crecimiento de doble dígito que situaría la facturación por encima de los 50 millones de euros, con un beneficio acorde a ese avance.

La Navidad sigue siendo el gran motor del negocio, pero la compañía trabaja para que no sea el único. Aun así, estos días son irrepetibles: el volumen de trabajo, la intensidad y la emoción colectiva no se viven en ningún otro momento del año.

En Jijona no hay vacaciones cuando se acerca Nochebuena. El esfuerzo se concentra ahora y la celebración llega después, alargando las fiestas y compartiendo el éxito con familiares y amigos. Para Rubén López y su equipo, esta semana no es solo un pico de ventas: es la culminación de meses de trabajo y la confirmación de que una tradición con casi tres siglos de historia sigue muy viva.

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Alba Carbajal

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