La ‘guerra’ Márquez-Rossi se traslada de las pistas al aceite de oliva

Deoleo considera insuficiente que una simple cata sirva a la Fiscalía de Turín para abrir una investigación sobre un supuesto fraude de etiquetado

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La ‘guerra’ entre España e Italia se recrudece. Se traslada del motociclismo al aceite de oliva. Tras la polémica suscitada a todos los niveles por el enfrentamiento, dentro y fuera de las pistas, entre el piloto español Marc Márquez y el italiano Valentino Rossi –que acabó en el circuito malasio de Sepang con la famosa patada del transalpino y el español por los suelos–, llega una nueva trifulca entre ambos países.

Ahora, a cuenta de un supuesto fraude en el etiquetado de aceite de oliva de tres marcas comercializadas en Italia por Deoleo, la multinacional española controlada por el fondo británico de capital riesgo CVC Capital Partners.

Una cata de la OCU italiana

El asunto ha llegado hasta la Fiscalía de Turín, que ha iniciado una investigación a raíz de los resultados de una cata sensorial publicados el pasado mes de mayo por la revista de defensa de los consumidores Il Test (una especie de la OCU española), en los que se concluía que las muestras no eran aceite de oliva virgen extra, como figuraba en el etiquetado.

Catas de sabor y olor que, posteriormente, a instancias de la Fiscalía italiana, han sido verificada por los NAS (Núcleos Antisofisticación y Sanidad) y que, desde Deoleo, consideran a todas luces insuficiente, por ser un «método de análisis subjetivo, no repetible y no reproducible».

Exposición a la luz y al calor

«Si no está bien conservado y se expone a la luz o al calor, el aceite pierde sabor y olor», apuntan desde la aceitera española para reconocer que, si esto sucede, un aceite virgen extra puede dejar de serlo. Un problema que no compete a Deoleo, sino a las circunstancias de conservación que rodearon a los aceites analizados. «A saber en qué condiciones estaban las botellas con las que se hicieron las catas», señala un portavoz del grupo aceitero.

En su origen, cuando fueron envasados –entre diciembre de 2014 y mayo de 2015–, estos aceites ahora cuestionados (Bertolli Gentile, Carapelli Frantolio y Sasso Classico) estaban, según Deoleo, dentro de la norma tanto en los análisis físico-químicos como en la cata. Algo que, a la luz de los hechos investigados por la Fiscalía de Turín, se reconoce en parte. Sí en lo que respecta al análisis físico-químico, pero no en la cata.

Prueba de contraste solicitada

Según el análisis realizado en el laboratorio de Aduanas de Génova, los productos en cuestión están dentro de la norma de los aceites de oliva virgen extra, que establece la legislación italiana. Y cumplen con todos los parámetros físico-químicos (peróxidos, ácidos grasos libres, análisis espectrofotométricos K232 y K270, ésteres totales, ésteres etílicos).

Para tratar de que la Fiscalía italiana dé carpetazo al tema, los responsables de Deoleo ya han solicitado la realización de una prueba de contraste que verifique la cata efectuada por el NAS, cuyos resultados unirán a los certificados de estándares de calidad con que cuentan todos los productos y procesos de Deoleo.

Clima de tensión

En el fondo de esta polémica, el grupo español entiende que existen razones de peso que buscan generar este clima de tensión, como las ligadas a los intentos del Gobierno italiano presidido de Mateo Renzi de pretender proteger al sector primario italiano. Algo que, en el caso del aceite de oliva, resulta complicado teniendo en cuenta que Italia solo produce 300.000 toneladas al año para su consumo interno y debe importar las 350.000 toneladas que exporta.

A este déficit se unió, en la cosecha del pasado ejercicio, el grave problema surgido por ese millón de olivos que han sido arrancados para evitar la propagación de la bacteria Xylella fastidiosa, y que han desertizados los campos de la región italiana de Apulia.

Bacteria devastadora

Un tema que puede ir a más. Desde Bruselas, los responsables de Salud y Seguridad Alimentaria reconocen que el 10% de los olivos italianos podrían sufrir el impacto directo de la enfermedad.

Y, además, que la magnitud del desastre podría multiplicarse por esas más de 300 especies vegetales que pueden portar la bacteria, según un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA). Entre ellas, muchos árboles frutales de hueso y numerosas plantas ornamentales.

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