Lacoste destapa pérdidas ocultas de la era Basi

La compañía perdió 8,3 millones de euros en 2018 después de aplicar un ERE por el que ya culpó a los anteriores propietarios de la empresa

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El ejercicio 2018 fue convulso para Lacoste en España: la matriz francesa adquirió la filial en el país y a los pocos meses aplicó un expediente de regulación de empleo para 92 personas por el que culpabilizó a la familia Basi, los antiguos dueños de la compañía. La factura con la vieja propiedad no quedó ahí y ahora destapa pérdidas de 19,6 millones de euros que no se contabilizaron durante la etapa de la saga catalana.

El grupo galo tomó el control de la sociedad española el pasado año tras tener cedida la distribución de las prendas del cocodrilo desde hace más de medio siglo y en sus primeras cuentas hizo aflorar varios millones en números rojos correspondientes a ejercicios anteriores. Los errores incrementaron las pérdidas de 2017 en 2,2 millones y las de las temporadas anteriores en otros 17,4 millones de euros.

En la documentación consultada por Economía Digital, la nueva cúpula de la compañía que dirige Manel Echevarría asegura ahora que las deducciones de impuestos que estaban previstas procedentes de las pérdidas registradas en ejercicios anteriores no iban a poder aprovecharse. “Se han dado de baja por considerar su activación como un error de ejercicios anteriores”, admite. Así, el impacto a las cuentas alcanza los 17,5 millones.

La nueva cúpula de Lacoste detectó errores en las cuentas como no haber previsto el deterioro de las instalaciones

Mientras, la empresa hizo un cambio contable en la amortización –el concepto contable que mide la pérdida de valor de los bienes de una empresa– de activos como los programas informáticos y el mobiliario. Con el cambio, se recortaron los resultados de los años anteriores en 1,7 millones de euros.

Por último, Lacoste detectó un error en las cuentas de 2017 al no haberse previsto ninguna cantidad para el deterioro del día a día que puedan tener el centro logístico y de distribución de Barberà del Vallés, los servicios centrales y las diferentes tiendas repartidas por el país. De este modo, tuvo que anotarse un gasto añadido de 440.112 euros por las deficiencias.

Lacoste se acostumbra a culpar a los Basi

No es la primera vez que la renovada cúpula de la firma de moda enmienda a la plana a la anterior propiedad. La compañía se valió de la gestión de la familia Basi para justificar un ERE para 92 personas, el 70% de su plantilla en España. Según un informe encargado al perito Javier Fábregas, los causantes del ajuste fueron la rigidez y la baja productividad con las que funcionaba la empresa bajo la estructura familiar. Sin embargo, pasó de puntillas por la contribución del gigante textil a los continuados números rojos de la sociedad española.

Las cuentas de la antigua Basi, hoy Lacoste Ibérica, revelaban unas pérdidas acumuladas de 9,7 millones de euros en los últimos tres años que, lejos de disminuir, alcanzaron los 6,1 millones en 2017 –hoy 8,3 millones tras revisarse las cuentas–.​ «De no revertirse la ineficiencia operativa, el proyecto empresarial era inviable y la compañía estaría abocada al cierre en poco tiempo», señalaba el documento.

Más allá de la falta de rentabilidad, el dossier también criticó la poca inversión en las tiendas «tanto en tecnología como en recursos provocaba importantes ineficiencias». Y añadía: «La organización de distribución obsoleta e ineficiente por costosa y por metodología hizo entrar a la compañía en un espiral de pérdidas». «Para evitar el fiasco, se requiere una reestructuración profunda y urgente», sentenciaba.

Por ello, recomendaba que la multinacional constituyera su propia filial en España o cediera la licencia de distribución a otras empresas «más modernas, más ágiles, con menos compromisos laborales y más digitales». No obstante, el valor de la marca Basi y su posicionamiento en el mercado ejercieron como contrapeso decisivo a la hora de tomar la decisión.

Lacoste culpó a los Basi de las pérdidas, pero olvidó como subió los precios de la ropa cuando recuperó la producción

Pero la matriz de Lacoste tuvo buena parte de responsabilidad de la decadencia. En 2013 la multinacional gala recuperó la fabricación de las prendas de ropa para el mercado español, que también tenía cedida a la firma familiar, con tal de unificar todas las colecciones a nivel mundial. El movimiento ya obligó a la textil catalana a despedir a 83 trabajadores.

Con el control de la producción, la compañía del cocodrilo incrementó el precio de las prendas, por lo que cada año le salían más caras a la empresa entonces presidida por Núria Basi. Sólo hay que mirar el gasto en aprovisionamiento: entre 2015 y 2017 se disparó el 54% desde los 25,5 millones hasta los 39,3 millones de euros. En cambio, las ventas sólo subieron el 15,1%. 

«A pesar de tener tarifas más beneficiosas que otros distribuidores de la marca, las pérdidas fueron notables», admitía también el informe. «Los márgenes cayeron como consecuencia de los nuevos precios de compra de productos», completaba. Y zanjaba: «Supuso un incremento de los costes directos». 

Las cifras de Lacoste en 2018

El ejercicio 2018 ya se daba por perdido en las oficinas de Lacoste. De hecho, el informe elaborado por Fábregas auguraba números rojos por valor de 10,6 millones de euros. La cifra final se quedó en 8,4 millones, ligeramente inferior al año anterior.

No se cumplieron las expectativas con las ventas. Si bien ya se contaba con no repetir los 67,6 millones de 2017, la estimación era de 65,5 millones. El nuevo cocodrilo se debe conformar con una facturación de 63,3 millones.

Los ejecutivos de Lacoste confían en que será un paso atrás para tomar impulso. Las estimaciones señalan que en 2019 ya se comenzará a ganar dinero; hasta 2 millones antes de impuestos. Además, las ventas ascenderán hasta los 74,6 millones de euros.

La velocidad debe aumentar en 2020, cuando la multinacional augura unas ganancias de 4,6 millones de euros –siempre previas al efecto tributario– y una facturación de 87,5 millones de euros, el 17,2% más que en el ejercicio precedente.

Carles Huguet

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