La venta de productos congelados cae en picado, ¿cómo afectará al supermercado de La Sirena?
El sector congelado enfrenta una crisis que pone a prueba a La Sirena tras la salida de Poundland
José Elías, el dueño de La Sirena.
El segmento de los productos congelados afronta un momento crítico en el mercado europeo. El reciente anuncio de la cadena británica Poundland, que ha confirmado el cierre de al menos 68 tiendas y el despido de hasta 2.000 empleados, es un claro reflejo de las dificultades por las que atraviesa el sector. La decisión incluye también la eliminación de su negocio de alimentos congelados, una categoría en la que había invertido de forma significativa en los últimos años.
En 2020, Poundland adquirió Fulton’s Foods, un fabricante especializado en comida congelada, con la esperanza de ampliar su ticket medio y atraer a un consumidor que buscaba conveniencia y precio competitivo. Sin embargo, la dura competencia de gigantes del ‘hard discount’ como Aldi y Lidl, que han optimizado su oferta de congelados a precios muy bajos, ha terminado por asfixiar el modelo.
La retirada del congelado en Poundland no solo supone un cambio de rumbo, sino que deja en evidencia las limitaciones del canal para encontrar un espacio diferenciador en un mercado cada vez más saturado.
El espejo de La Sirena en España
Aunque el contexto británico difiere del español, las similitudes con el caso de La Sirena son inevitables. La cadena que dirige José Elías, especializada en productos congelados, ha cerrado el ejercicio 2024 con crecimiento cero. Pese a los esfuerzos en descuentos, campañas promocionales y una notable presencia en redes sociales, la compañía no logra aumentar sus ventas en volumen.
La Sirena compite en un nicho más premium que cadenas como Lidl o Aldi, pero sigue enfrentándose a un desafío estructural: convencer al consumidor de que merece la pena comprar congelados en un especialista. Muchos clientes siguen prefiriendo realizar sus compras semanales completas en los supermercados generalistas, dejando fuera las visitas específicas a tiendas especializadas.
Expertos del sector coinciden en que, aunque La Sirena ofrece una gama de productos de mayor calidad, especialmente en el segmento de pescados y mariscos congelados, todavía no ha logrado diferenciarse lo suficiente como para justificar el desplazamiento adicional al consumidor. La comodidad de los supermercados multiproducto sigue imponiéndose.
El problema no es solo el precio, sino el modelo de consumo. El congelado sigue arrastrando ciertos prejuicios históricos que cuesta superar, pese a que su tecnología ha avanzado enormemente y sus propiedades organolépticas son cada vez mejores si el producto es de calidad.
El cambio de hábitos tras la pandemia
La pandemia de 2020 trajo consigo un impulso inesperado para los congelados. Durante los meses de confinamiento, muchos hogares redescubrieron las ventajas de este tipo de productos: larga conservación, menor desperdicio y seguridad alimentaria. Sin embargo, pasada la emergencia sanitaria, los consumidores han regresado progresivamente a sus rutinas anteriores.
El gran reto de cadenas como La Sirena es mantener ese impulso que se ganó durante la pandemia. Si bien lograron captar nuevos clientes durante esa fase, ahora toca fidelizarlos a largo plazo en un entorno donde el supermercado tradicional sigue ofreciendo competencia directa.
El margen estrecho del congelado
El negocio de los congelados presenta márgenes ajustados, especialmente si se compara con otros segmentos de la alimentación. La elevada dependencia del coste energético, los costes logísticos y la presión promocional constante hacen que la rentabilidad sea cada vez más difícil de mantener.
En este escenario, los operadores especializados como La Sirena deben buscar nuevas palancas de crecimiento: diversificación de oferta, experiencias de compra diferenciadoras, asesoramiento experto o gamas de producto de mayor valor añadido.
El futuro del sector, incierto pero con oportunidades
Pese a este panorama, el congelado no está condenado a desaparecer. De hecho, se espera que su peso dentro del gasto alimentario siga creciendo en la próxima década, gracias a los cambios demográficos, los hogares más pequeños y el creciente interés por la reducción del desperdicio alimentario.
La cuestión es cómo posicionarse en un mercado donde el consumidor exige cada vez más: calidad, conveniencia, sostenibilidad y buen precio. La Sirena, con su fuerte especialización, tiene una oportunidad si consigue seguir innovando en sus surtidos, ofrecer experiencias de compra distintivas y comunicar con transparencia el valor añadido de su propuesta.
La advertencia de los casos como el de Poundland debe servir de aprendizaje: incluso aquellos que apostaron fuerte por el congelado no están a salvo de un cambio abrupto en el comportamiento del consumidor si no ofrecen propuestas diferenciadoras.
El modelo español de tienda de proximidad, atención especializada y producto gourmet sigue siendo la gran baza de La Sirena para sobrevivir y crecer en este nuevo entorno.