Caixabank eleva a 3.000 millones la factura de sus recortes

Caixabank encara su octava reestructuración en los últimos seis años, en los que han abandonado el banco cerca de 6.000 personas

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Los bancos españoles han vivido una última década de gran concentración, con la desaparición prácticamente total de las cajas de ahorros, lo que ha llevado consigo numerosos procesos de recortes de personal. Pero no ha terminado. La transformación, ahora digital, de las entidades, demanda de nuevo más eficiencia. En este contexto, Caixabank ha presentado un plan para prescindir de más de 2.000 empleados, lo que elevará su factura de recortes a cerca de 3.000 millones de euros.

El banco catalán anunció este jueves a la plantilla su intención de prescindir de 2.147 empleados, para lo que negociará con los sindicatos salidas no traumáticas, como acostumbra a hacer. Estos recortes van vinculados al cierre de 793 oficinas anunciado en noviembre, que se enmarca en la apuesta por las oficinas store, más grandes pero con menor implantación territorial.

Se calcula que este ERE costará unos 1.000 millones de euros, según estimaron fuentes financieras. Pero Caixabank lleva, desde 2013, siete procesos de reestructuración de plantilla, es decir, más de uno por año de media. El coste acumulado de estos roza los 2.000 millones —1.992 millones de euros, según consta en las memorias anuales del banco—, con lo que la factura total se acercará a los 3.000 millones.

Caixabank lleva siete reestructuraciones desde 2013, siempre con medidas pactadas y de cara factura

Caixabank inició los grandes recortes en 2013 por una sencilla razón: acababa de comprar Banco de Valencia y Banca Cívica y debía eliminar duplicidades. Desde entonces, han salido 5.985 empleados del banco. Con los del nuevo proceso, los despidos —incluyendo bajas incentivadas y una parte importante de prejubilaciones— superarían los 8.100.

El banco, que siempre ha buscado el acuerdo con los sindicatos, hizo en 2013 el gran ERE, que supuso 2.600 salidas y le costó 785 millones. En 2014, tras la compra del negocio de Barclays en España, pactó cerca de 1.000 bajas más, que se ejecutaron la primera mitad de 2015. Finalmente, salieron 968 trabajadores, lo que le costó 187 millones. Ese mismo año, en el segundo semestre, hubo 700 bajas incentivadas más, cuya factura fue de 284 millones.

En 2016 hubo dos reestructuraciones: 371 prejubilaciones y 386 recolocaciones, con un coste conjunto de 281 millones de euros. Al año siguiente, la entidad que dirige Gonzalo Cortázar prejubiló a 960 empleados más en dos procesos que sumaron unos costes de 455 millones.

Caixabank concentra los despidos en Madrid

Esta semana, Caixabank ha empezado a negociar los nuevos recortes para intentar otro acuerdo con los sindicatos. Como suele hacer, buscará medidas voluntarias, así como prejubilaciones, si bien esta vía está ya muy explotada. En las últimas, pactadas en mayo de 2017, ya salieron empleados mayores de 55 años.

La región más impactada por los despidos es Madrid, pese a que la que verá cerrar más oficinas será Cataluña. En Barcelona desaparecerán 192 de las casi 800 oficinas, pero no se despedirá a ningún empleado, según la propuesta de Caixabank. En el resto de Cataluña prevé 165 salidas. En cambio, en Madrid planea 477 despidos con el cierre de 94 sucursales.

La Comunidad Valenciana, una de las más importantes para Caixabank —su sede social está en la capital de la región, en la antigua sede del Banco de Valencia—, pretende despedir a 238 empleados por el cierre de 83 oficinas. Andalucía, donde compró Banca Cívica, busca la salida de 337 trabajadores, con 126 oficinas menos.

Xavier Alegret

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