Microtecnología: gadgets para todos

La innovación frugal aparece como una alternativa de consumo para las clases menos favorecidas

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¿La microtecnología como solución a la crisis? ¿Una posible vía de salida a las turbulencias que llegan en los primeros días del año desde China? Pudiera ser. Es lo que sugiere a Economía Digital el profesor Jaideep Prabhu, del Centro para India y negocios globales de la Judge Business School, de la Universidad de Cambridge.

Pero Prabhu no utiliza el diminutivo micro. De hecho, prefiere llamarlo innovación frugal, como también ha titulado su libro Frugal Innovation: How to Do More with Less, (Innovación frugal: como hacer más con menos), escrito en colaboración con el consultor Navi Rajdou. Y como ejemplo de esta relativamente nueva forma de actividad económica, Prabhu pone el Raspberry Pi Zero, un pequeñísimo software para ordenadores –o para teléfonos inteligentes– que acaba de ser lanzado al mercado en el Reino Unido y cuyo precio de venta al público es de tan sólo 4 libras (5,37 euros).

De hecho, es la versión mejorada —y bastante más barata— de un microprocesador similar que ya fue lanzado en el 2012 por la misma compañía, con sede en Cambridge, y a un precio de 30 euros. Es tan barato que ha sido regalado como promoción por una revista de tecnología editada en Gran Bretaña.

Claves para reactivar la economía

«Con la economía mundial luchando por salir de la crisis, éste es el tipo de innovación que podría ayudar a reactivarla en 2016», dice Prabhu, quien sostiene que «los equipos pequeños, con recursos limitados, son ahora capaces de innovar en formas que tan sólo las grandes empresas y los gobiernos podían hacerlo en el pasado.»

Pero, en concreto, ¿qué es la innovación frugal? «La capacidad de crear más rápidamente soluciones mejores y más baratas utilizando recursos mínimos», sostiene. ¿Otros ejemplos además del Raspberry Pi Zero? Las impresoras 3D.

El potencial de crecimiento de estas soluciones es enorme, dice el académico, porque el público objetivo que puede beneficiarse de ellas también lo es. Más de 4.000 millones de personas en todo el mundo, la mayoría de ellas de países en vías de desarrollo, viven fuera de la economía formal, y se enfrentan a importantes necesidades no cubiertas cuando se trata de la salud, la educación, la energía, los alimentos, las comunicaciones y los servicios financieros. Todos ellos son los campos a explorar por parte de estos nuevos creadores y emprendedores.

Un mercado apetecible

Las grandes empresas multinacionales y compañías con fines sociales de dimensiones mucho más pequeñas han comenzado a ver estos 4.000 millones de personas como una gran oportunidad de mercado. Las soluciones que deben proporcionársele han de ser, por estrictas razones económicas en cuanto a su capacidad adquisitiva, frugales. O, utilizando otra expresión de Prabhu, «muy asequibles y flexibles, dado que se dirigen a grupos tradicionalmente excluidos».

Este profesor de nacionalidad india afincado en el Reino Unido asegura que «la economía formal a través de la innovación frugal ya ha comenzado a desatar el crecimiento y crear riqueza sin precedentes en Asia, África y América Latina». Y vaticina que «hay mucho más por venir a tenor de las potencialidades de crecimiento».

El Tercer Mundo también consume

Los datos con que el profesor Prabhu sostiene su afirmación los aporta el International Finance Corporation, entidad perteneciente al grupo del Banco Mundial. Los 4.000 millones de personas en la base de la pirámide económica mundial tienen una capacidad adquisitiva inferior a los 2.750 euros anuales en productos locales. Sus ingresos diarios son inferiores a los 3 euros en Brasil, 1,9 en China, 1,7 en Ghana o 1,4 en la India.

Sin embargo, en conjunto, la capacidad de consumo que representan es de unos 4.500 millones de euros, siempre según el estudio anteriormente citado. En comparación con el segmento medio de la pirámide económica, el grupo poblacional con ingresos entre 2.700 y 20.000 euros, supone un mercado global de 11.500 millones de euros. Pero es un mercado ya relativamente bien servido y con mucha competencia, con lo cual la capacidad expansiva es mucho menor.

Ejemplos de economía frugal

¿Ejemplos de impacto económico a partir de las llamadas iniciativas frugales? Los 20 millones de personas que en Kenya utilizan ya el servicio de pago por teléfono inteligente a través de M-Pesa, de la compañía Safaricom, filial en el país de Vodafone. Las transacciones económicas superaron el año 2014 los 23.000 millones de euros, la mitad del PIB del país.

La economía frugal, además, también impacta en un mundo occidental sacudido desde 2008 por una crisis prácticamente sin precedentes. Dos fenómenos de los últimos años, la economía de intercambio y el movimiento creador, ejemplificada por Airbnb, Blablacar o Kickstarter ha facultado a los consumidores a generar nuevas fuentes de ingresos por vías hasta ahora no tradicionales.

Y el llamado movimiento creativo cuenta con consumidores proactivos en espacios como FabLabs , TechShops o MakeSpaces. TechShops es la compañía que lanzó hace ya cinco años un dispositivo llamado Square, que se adapta a la entrada de los auriculares de un móvil y que sirve para hacer pagos mediante tarjeta de crédito. En cinco años, ha generado un negocio de casi 1.000 millones de euros.

Economía compartida y crecimiento sostenible

Las nuevas oportunidades que se abren las demuestran también las cifras de BlablaCar, por poner un caso bien conocido. La compañía líder en el coche compartido en Europa ya transporta más pasajeros mensualmente que el EuroStar. En este sentido, la Comisión Europea ha predicho que la economía compartida alcanzará un volumen de negocio de 300.000 millones de euros el año 2025, un salto enorme si se tiene en cuenta que ahora sólo mueve 13.700 millones.

Pero el profesor Jaideep Prabhu no sólo piensa en términos de productividad. También en los de igualdad: «la innovación frugal no sólo tiene el poder para impulsar el crecimiento económico sino también de alumbrar una economía más inclusiva, fundamental en la lucha contra la pobreza y la desigualdad en todo el mundo. Y también permite que sea más sostenible, ya que los países ricos no pueden detener a los pobres de intentar alcanzar los niveles de prosperidad de Occidente pero, por otro lado, los países pobres no pueden crecer en la forma en que lo ha hecho Occidente sin acabar por destrozar el planeta.»

Economía Digital

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