De OHL a Ferroatlántica: Villar Mir apuesta todo por una empresa que estuvo al borde de la quiebra

El Grupo Villar Mir se queda con Ferroatlántica e Inmobiliaria Espacio como únicas apuestas tras consumar la venta de la comercializadora eléctrica Energya VM

Villar Mir

Juan Miguel Villar Mir es el máximo accionista de Ferroglobe

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Nueva etapa para Juan Miguel Villar Mir. El empresario madrileño volvió a adelgazar su grupo la semana pasada con la venta de la comercializadora Energya VM y una cartera de 483 megavatios eólicos en España (53 de estos megavatios ya en operación) al fondo italiano de infraestructuras F2i y a la francesa Credit Agricole Assurances.

Se trata de la enésima desinversión en un grupo que ha optado por quedarse con Ferroglobe (matriz de Ferroatlántica) e Inmobiliaria Espacio como principales activos tras la ola de ventas que ha cerrado en los últimos años. La primera en inaugurar esta senda fue OHL Concesiones, filial que fue vendida en el año 2018 al fondo IFM por un importe cercano a los 2.200 millones de euros.

Ola de ventas

Posteriormente seguirían sus pasos el complejo de Ferroatlántica en Cee-Dumbría y sus diez minicentrales hidráulicas en los ríos Xallas y Grande, ahora en manos de Ithaka y Sixth Street Partners tras desembolsar 170 millones de euros. De la órbita de Villar Mir también salió Fertiberia, que fue vendida al fondo Triton en febrero de 2020 (antes del estallido de la pandemia), así como OHL.

El empresario madrileño recortó su participación en la constructora del 33% al 7,1% actual después de que los empresarios mexicanos Luis Fernando y Julio Mauricio Amodio le comprasen este paquete accionarial para pasar a contar con el 26% de la firma ahora rebautizada como OHLA.

La montaña de deuda del Grupo Villar Mir (llegó a acumular un pasivo superior a los 3.000 millones de euros) y las tensiones en su tesorería han precipitado esta cascada de ventas de la que se salva Ferroglobe. Y es que Villar Mir ejerce como máximo accionista de la multinacional a pesar de haber perdido la mayoría absoluta.

Villar Mir controla, a través de Inmobiliaria Espacia, el 48,6% de las acciones de la matriz de Ferroatlántica. Se trata de un porcentaje ligeramente inferior al 55% que llegó a ostentar años atrás, después de que la compañía diese entrada al fondo de inversión Rubric en su accionariado. La sociedad controla ahora un 6,9% de Ferroglobe tras acordar con Villar Mir la suscripción de una ampliación de capital privada de 40 millones de dólares en junio del año pasado.

Desde la irrupción de Rubric apenas unos meses después de que la propia agencia Fitch le retirase el rating, Ferroglobe solo encadena trimestres en zona de beneficios (acumula ya un total de seis) y ha llegado a cerrar el segundo trimestre del año con unos resultados «récord». La firma duplicó su facturación, que ha escaló desde los 418,5 millones de euros logrados entre abril y junio de 2021 hasta los 840,8 millones de euros del mismo periodo de 2022. Además, este impulso a su cifra de negocio le ha permitido disparar sus ganancias hasta los 185 millones de dólares, sumándose así a los 150,8 millones logrados en los tres primeros meses del año.

Del ultimátum del Nasdaq

Ferroglobe da, de esta manera, carpetazo a números rojos como los de 1.530 millones de dólares sufridos en el ejercicio 2018 y, además, ha puesto fin a su espiral bajista en bolsa. La matriz de Ferroatlántica (empresa que ha recibido 34,5 millones de euros del fondo de rescate de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), llegó a recibir un ultimátum del Nasdaq por su baja cotización.

La firma se arriesgaba a quedarse fuera del índice si no lograba despegar su cotización del entorno de los 0,5 dólares a los que llegó a hundirse en noviembre de 2019 (posteriormente llegó a caer a los 0,4 dólares durante el confinamiento). Estas cotas contrastan con los 7,11 dólares a los que despidió la sesión del viernes una compañía que se sitúa en máximos en bolsa no vistos desde finales de 2018 y que en este mes de septiembre encara la negociación con los sindicatos de los expedientes de regulación temporales de empleo (ERTE) para casi 150 empleados de sus plantas de Sabón y Boo (Cantabria).

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