La regasificadora de El Musel, más cerca de volver a la vida tras 13 años en el limbo

Las obras de construcción de la planta, que costó más de 360 millones de euros, finalizaron en 2012 pero su puesta en marcha fue paralizada por vulnerar la distancia mínima respecto a núcleos de población establecida en la normativa vigente entonces

Vistas de la planta regasificadora de El Musel-Enagás

Vistas de la planta regasificadora de El Musel-Enagás .Europa Press

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Con el anuncio histórico anunciado este martes de la alianza entre Enagás y Reganosa la planta de Regasificación de El Musel vuelve a estar en el foco mediático. Este acuerdo supone el desembarco de la firma gallega en las instalaciones de la factoría asturiana que lleva 13 años en el limbo.

Cabe destacar que Reganosa se opuso en distintas ocasiones a la entrada en funcionamiento de la instalación asturiana al considerar que perjudicaba a su planta de Mugardos. 

La regasificadora situada en el puerto gijonés cuenta con dos tanques con una capacidad de almacenamiento de 300.000 metros cúbicos de Gas Natural Licuado (GNL) que terminarían por convertirse en, aproximadamente, 174 millones de metros cúbicos de gas una vez finalizado el proceso de regasificación.

En noviembre de 2006 la Dirección General de Política Energética y Minas del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio adjudicó a Enagás la construcción de esta planta que requería una inversión por encima de los 360 millones de euros.

Planta sin uso 

Las obras de esta instalación arrancaron en 2010 y finalizaron en 2012 sin que la regasificadora llegase nunca a entrar en operación. Y es que una sentencia dictada al año siguiente y ratificada por el Tribunal Supremo en 2016 forzó la repetición de todo el proceso de tramitación al considerar que su construcción había vulnerado la normativa vigente entonces, en concreto, «la distancia mínima de 2.000 metros respecto a núcleos de población agrupada«, como pueden ser los del Muselín (Gijón) o Xivares (Carreño)

Además de los tanques, la planta también cuenta con unas instalaciones de atraque y descarga, especialmente diseñadas para los buques metaneros más grandes del mundo (QMAX). El tiempo estimado de descarga en el muelle, en el que solo podrá atracar un buque cada vez, es de quince horas. 

Desde Enagás sostienen que la planta podría llegar a aportar hasta 8.000 millones de metros cúbicos de capacidad al año de gas natural licuado (GNL) al suministro energético europeo. También destacan la capacidad de la planta para poder descargar y cargar hasta un centenar de barcos de GNL al año, circunstancia «especialmente relevante» para ayudar a paliar la dependencia del gas ruso.

Además de ello, ponen en valor «la ubicación inmejorable para recibir el gas de EEUU», que en los últimos meses ha disparado su consumo en España, hasta convertirse en el principal proveedor del país en lo que va de año, con un 28,5% sobre el total, según los datos de la compañía. Por otro lado, defienden también su buena localización de cara a potenciar el transporte del gas por barco al Mar del Norte, base de la terminal flotante de Wilhelmshaven, sin tener que rodear toda la península. 

A diferencia de lo que ocurre con las otras cinco plantas de GNL de las que dispone Enagás (Sagunto, Barcelona, Bilbao, Cartagena y Huelva), la de Gijón no estará conectada a la red de suministro nacional, salvo lo necesario para la evacuación que requiere su actividad. Por este motivo se plantea que llegue a convertirse en el principal centro logístico para suministrar GNL al norte de Europa.

Desbloqueo de los trámites

El 1 de enero de 2021 el Ministerio para la Transición Ecológica autorizó el procedimiento de tramitación administrativa con la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de la regasificadora. Con esta autorización se ponía fin a la compleja tramitación paralizada por vía judicial que impedía la puesta en servicio de la planta.

El pasado 4 de febrero la compañía gasista consiguió también el visto bueno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) al régimen retributivo de la planta para que pudiese ponerse en marcha por primera vez. Se trata de un régimen temporal y será válido, según detalla el organismo en la resolución, hasta 2026 cuando volverá a revisar la situación para valorar de nuevo «el modelo de acceso más apropiado y beneficioso para la seguridad del suministro». 

Además de ello, el regulador también estableció la exigencia de crear un sistema de supervisión de los ingresos no procedan del sistema regulado en tanto que la actividad principal de las instalaciones en suelo gijonés tiene un régimen de acceso diferenciado del sistema español.

Competencia además autorizó cuatro usos para la planta: ofrecer un servicio logístico para abastecer la demanda de gas natural licuado (GNL); el ‘Boil-off Gas’ (BOG), es decir, la inyección en la red de transporte del GNL acumulado durante la evaporación del componente; un servicio de cargas de cisternas dentro del acceso regulado para aliviar el exceso de demanda que sufren otras plantas; y un servicio de almacenamiento que entrará en el régimen regulado.

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