Macán, Calvo, Grupo Sada… Los destrozos de romper con Mercadona

La pérdida de Mercadona como cliente ha provocado despidos y cierres de plantas incluso en empresas de gran volumen de facturación

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La crisis que atraviesa Casa Macán por la alerta sanitaria que forzó la retirada de sus quesos del mercado pone el foco sobre una empresa que creció rápidamente como interproveedor de Mercadona, pero que atravesó severas dificultades para superar la pérdida del contrato con la compañía de Juan Roig a partir de 2014.

La quesería lucense llevó los productos de su planta de Taboada a supermercados de toda España durante una década, pero tras la marcha de Mercadona cayó en desgracia y acabó en concurso. En su camino se cruzó Central Lechera Asturiana, uno de los gigantes del sector lácteo español, pero acabó rescindiendo unilateralmente el contrato y precipitando la suspensión de pagos de Casa Macán, que le reclamó sin éxito 7 millones en los tribunales.

La empresa lucense pasó de ejecutar grandes inversiones y sostener a más de 60 trabajadores a no alcanzar los 20 operarios y tener serias dificultades para atender los requerimientos de Sanidade, que este viernes aseguró que no se habían solventado los incumplimientos detectados en sus procesos de producción.

El periplo de la láctea que dirige Eladio Rigueira muestra los riesgos de depender de un solo cliente y las dificultades de encontrar un socio como Mercadona. Con Central Lechera Asturiana llegó a acordar un contrato de 10 años para queso Arzúa-Ulloa, Tetilla, manteca, nata y leche pasteurizada. Casa Macán iba a convertirse en el fabricante más importante del sur de Lugo, abriendo nuevas línes de producción y trabajando a tres turnos para la dueña de Larsa, pero al romperse el acuerdo quedó abocada al concurso.

Las conservas de Mercadona: de Calvo a Jealsa

No es un caso único en Galicia. Grupos de contrastada solvencia y gran volumen de facturación, como la conservera Calvo, también han acometido reestructuraciones al no encontrar la manera de reemplazar a un cliente como Juan Roig.

En el caso de la compañía de Boiro (A Coruña), con una facturación próxima a los 600 millones, fue su planta de Esteiro (Muros-A Coruña) la que hubo de superar el trance de dejar de producir para Mercadona y, tras casi una década intentando salir a flote, acabó cerrando en 2017.

La facturación de la factoría cayó un 60% y comenzó a generar números rojos que se agravaron en los años previos al cierre. Por aquel entonces, Calvo había intentado reenfocar la planta con la incorporación de una línea de producción de platos preparados que le permitiera posicionarse en un mercado premium, realizando para tal objetivo inversiones y campañas de marketing. La planta encadenó tres años de números rojos y acabó clausurada. Calvo trasladó el centenar de trabajadores a su centro de Carballo (A Coruña).

La relación de Mercado con las pesqueras gallegas continuó y está muy arraigada. Tiene entre sus proveedores de referencia a la conservera Jealsa, que vende el 54% de sus productos a la cadena de Juan Roig; a Pescanova o a Mascato.

Del pescado al pollo

Grupo Sada, la división avícola de la multinacional Nutreco con planta en Castro de Rei (Lugo), también aplicó una reestructuración ante la progresiva bajada de los encargos a Mercadona. En 2013, la cadena valenciana sustituyó a Sada por Avinatur para proveerse de pollo y otros derivados cárnicos de esta ave. A este varapalo se sumó un contexto de mercado negativo por los bajos precios de venta.

La facturación de Grupo Sada bajó de los 146 millones en 2013 a los 101 millones en 2016. Desde 2013, la empresa emprendió un progresivo descenso de producción a medida que Mercadona reducía los pedidos. El ajuste se tradujo en un ERE en la planta de Lominchar (Toledo) y el cierre del matadero de Valladolid.

“Se espera una situación aún más negativa en términos de reducción de los volúmenes de producción y precios, al menos hasta que se hagan efectivas las medidas que se espera adoptar a fin de ajustar la capacidad productiva de la sociedad al nuevo entorno económico. En el sentido de lo expresado, la consolidación de la pérdida de alguno de los clientes principales conllevará la adopción de medidas de ajuste que previsiblemente afectarán a la estructura productiva actual”, decía la empresa en 2016, antes de aplicar los tijeretazos.

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