Ángel Ron y Emilio Saracho, enemigos íntimos, rozan el insulto por el Popular

Las comparecencias de los dos últimos presidentes del Popular en el Congreso han servido para sacar los trapos sucios de la gestión de cada uno

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Este jueves era día de confesiones en el Congreso. Los dos últimos presidentes del Banco Popular, Ángel Ron y Emilio Saracho, aprovecharon la ocasión para romprer su silencio y destripar los aspectos de la gestión del otro que, en su opinión, llevaron a la resolución de Bruselas y la posterior compra por un euro por el Santander.

Ron fue el primero de los dos en intervenir. Durante su comparecencia ante la comisión que investiga la crisis financiera, ha acusado a su sucesor de buscar una depreciación de la acción de la entidad. Así, ha dicho que el propio Saracho llegó a decirle que buscaba «arreglar» la situación del Popular «con una ampliación de capital a bajo precio, o una transacción a bajo precio» y «que, si no lo hacía rápido, montaría una tómbola«. «Me pareció especialmente desagradable», indicó.

El ex directivo llegó a rozar la descalificación al señalar que su sucesor había reconocido «no conocer los fundamentos de la banca comercial», no sólo ante él, sino ante más consejeros y directivos de la entidad, y «que no sabía ni venía a gestionar, que para eso estaban los anteriores».

Respuesta del sucesor

Sin embargo, Saracho, que intervino justo después, le devolvió el golpe insinuando que Ron tampoco lo era. En este sentido, afirmó que si se hubiese contratado «al mejor banquero comercial», dos años antes de su llegada a la entidad, el Popular hubiese tenido una oportunidad, que se materializaría en una ampliación «menos dilutiva» para las acciones y que daría «más confort para hacer una operación corporativa».

«Pero no fue así. (A Ron) se le pidió el cese cuando se le pidió», incidió, antes de recordar que durante el mandato de su predecesor el banco perdió el 98% del valor de sus acciones. «Con que caiga un 30%, el presidente cambia normalmente», reflexionó

«Este es el banco que Ángel Ron describía como una maravilla; en las tripas era un desastre. Se trataba de un banco con una crisis abierta de todo tipo: de ratios, de acción, de ratings, de reputación mediática, de política de comunicación, etc.». “no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir», concluyó.

 

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