Keating: «La mitad de la población no es suficiente para sostener una independencia unilateral»

Especialista mundial en el encaje de las llamadas naciones sin Estado, asegura que una mayoría de escaños del bloque independentista sólo podría avalar una negociación, a la espera de las generales

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Invitado por Òmnium Cultural, el profesor Michael Keating (1950) acaba de vivir en Barcelona su primera Diada, a pesar del mucho tiempo que hace que visita Cataluña y España. Ha quedado impresionado de la manifestación en la avenida Meridiana. Mientras, una semana después, caminábamos por las calles del Old Edimburgo el día del aniversario del referéndum escocés, comentamos diferencias entre Escocia y Cataluña. Ahora, aquí, hay ausencia de la efervescencia política que se vivía el año pasado. Pero la discusión no se ha detenido, me dice.

Para demostrarlo se acaban de celebrar numerosos debates con motivo del aniversario del referéndum escocés y también un congreso académico sobre las naciones sin Estado, cuestión en que Keating es, quizá, uno de los mayores especialistas de todo el mundo. El Centre on Constitutional Change que dirige en Edimburgo es, además de pionero, un cluster de conocimiento, reflexión y debate sobre la materia. Keating es catedrático de ciencia política de la Universidad de Aberdeen.


¿Políticamente, es mucho más compleja la situación en Cataluña que en Escocia?

Por supuesto, en Escocia había un marco legal muy claro para el referéndum, todo el mundo iba a respetar los resultados; en Cataluña, en cambio, no. De todas formas, hay que decir que el referéndum no ha resuelto la cuestión escocesa. Mucha gente del campo del sí espera una nueva consulta en el futuro. Algunos la querrían mañana, otros, –la dirección del SNP–, son mucho más cautos. Pero lo que está claro es que si los escoceses quieren otro referéndum, y el parlamento de Holyrood tiene un mandato para hacerlo, lo tendrán. El gobierno británico deberá permitirlo porque hay un precedente.


¿Tenía el presidente Mas alguna otra opción además de convocar elecciones con ese carácter plebiscitario, dado la negativa de Madrid a negociar nada?

En primer lugar, lo que hay que decir es que es muy difícil ver una salida a la situación.

 
¿Pero tenía Mas alguna otra opción?

El problema es que las elecciones plebiscitarias no resolverán nada. Incluso el en caso de que Junts pel Sí gane por mayoría absoluta, no está claro qué pasará después. No hay otro paso más que declarar la independencia unilateral y esperar que otros países te reconozcan, cosa que no querrán hacer. Por lo tanto, es muy difícil ver una salida.


¿Basta con mayoría absoluta de escaños o se necesita también de votos para abrir el proceso?

Si las elecciones deben ser el equivalente al referéndum que no se ha podido celebrar, debería de ser de votos, no escaños. Y parece difícil, de momento. La única salida que puedo ver es que si Junts pel Sí tiene una mayoría de votos, y en las próximas elecciones generales españolas hay otra mayoría de coalición, entonces veo algo de oportunidades para el compromiso. Pero eso tampoco parece de gran ayuda.
 

Si hubiera una mayoría absoluta de escaños y votos, ¿cree que el próximo Gobierno español, sea cual sea, se avendrá a negociar?

Podría ser posible llegar a un compromiso en el caso de un gobierno del PSOE más Podemos. Pero no en el del PP más Ciudadanos.

 
¿Qué tipo de compromiso?

Quizás encontrarían la manera de llevar a cabo un referéndum consultivo en Cataluña, interpretando la constitución de alguna manera que lo hiciera posible. Pero incluso en este caso, tampoco está claro qué pasaría después. Porque no hay un marco legal para que Cataluña se pueda independizar, ni siquiera después de un referéndum. La dificultad ahora es que las posiciones están muy polarizadas. Cinco años antes, en el momento del dictamen del Constitucional contra el Estatut, había espacio para el compromiso: un pacto fiscal, algún reconocimiento simbólico, protección a la lengua…

 
¿El principal responsable de la situación es el PP?

Sí, así lo creo. Porque renunció a encontrar un espacio común para el entendimiento y empujó a Cataluña hacia la polarización. Y los partidos independentistas catalanes se encuentran ahora empujados también por el movimiento social. Por tanto, no tienen tampoco mucho margen de maniobra.

 

¿Puede el independentismo catalán confiar en que si hay mayoría absoluta de escaños y de votos la Unión Europea forzará al gobierno español a negociar?

No, no lo creo. La Unión, que son los Estados miembros, habría reconocido Escocia si la hubiera reconocido el Reino Unido. Pero si España no reconoce una Cataluña independiente, la Unión Europea se limitará a decir: «Bien, Cataluña es parte de la Unión Europea porque es parte de España.» Nada habrá cambiado legalmente.

La Unión atraviesa ahora por la crisis del euro, la de los refugiados, los problemas en Ucrania, lo último que querría es un problema en Cataluña. Por ejemplo, la Unión no ha reconocido nunca la república turca del norte de Chipre. Y no ha hecho nada sobre ello, salvo dejar el conflicto congelado. Cuando hablamos de la Unión, quien toma las decisiones no es la Comisión sino el Consejo Europeo, es decir, los Estados miembros. Y no hay evidencia de que quisieran perjudicar las relaciones con España por esta razón.

 

¿Dependería de qué hiciera el gobierno catalán?

Bueno, siempre puede declarar la independencia, pero, después, ¿qué haces? ¿Qué haces el día siguiente? ¿Podrás recaudar impuestos? Si nadie paga las tasas, ¿qué haces?

 

La Asamblea Nacional y la CUP hablan de desobediencia civil.

Sí, pero esto no ayuda al gobierno catalán a recaudar impuestos. La mayoría de la gente continuaría pagando los impuestos en España, la gente continuaría recibiendo las pensiones del Estado español. Todo esto sería mucho más fácil en un Estado en transición. Si España estuviera en descomposición, como ocurrió en Yugoslavia, todavía. Cuando Irlanda declaró la independencia, en 1920, no había estado del Bienestar, los impuestos eran muy pocos, todo era mucho más simple. Ahora, en un Estado moderno, resulta mucho más complejo.

 

¿No hay razón para el optimismo, desde el punto de vista independentista, incluso en el caso de una mayoría absoluta de escaños y votos?

Las encuestas sugieren que, en el mejor de los casos, tendrás una mayoría muy escasa de votos. Si tienes el 90 por ciento o el 95 por ciento de la gente a favor de la independencia, entonces no hay problema. Pero si tienes sólo el 50, o incluso el 51 o el 52 por ciento, no tienes suficiente fuerza para sostener una campaña de desobediencia civil.


Pero tendrías un mandato democrático.

Sí, es un mandato democrático. Y aquí en Escocia estaba muy claro. La regla era el 50 por ciento más uno. Pero sólo porque todo el mundo lo aceptó. Los que perdieron lo aceptaron: «hemos perdido». No había problema de legitimidad. Pero en Cataluña quizás mucha gente diría, «bueno, esto será democrático, pero no es legítimo, porque es inconstitucional y unilateral». La mitad de la población, más o menos, o el 40 y mucho por ciento de la población podría no aceptarlo. Y la mitad de la población no es suficiente para sostener una independencia unilateral. Sería un caos, un verdadero caos.

 

¿Me está diciendo, pues, que no hay salida?

Tras las elecciones catalanas y españolas, y si la mayoría independentista gana por escaños pero no por votos, es un mandato para negociar, no para declarar la independencia. Y si después de las elecciones españolas, una coalición admite que hay que hacer algo, que hay que acercarse un poco hacia posiciones catalanas, tal vez se pueda encontrar algún compromiso.

 

¿Solución?

Quizás no la independencia, pero sí la autonomía fiscal, un reconocimiento simbólico, protección a la lengua… Devo-max en términos escoceses.

 

¿Nunca un referéndum como el que tuvo lugar en Escocia?

Podría ser. Pero es muy difícil porque tienes que cambiar la Constitución. Alguna gente entre los socialistas, pocos pero algunos, podrían aceptarlo. Pero no veo a nadie en el PP dispuesto a dar el paso.  

 

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