La segunda ola

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Hablaba recientemente Juan Maria Nin, director general de la Caixa, ante los periodistas sobre las perspectivas del 2010. Y, en concreto, al referirse a las repercusiones que podrían tener sobre el balance de la caja los efectos de la crisis se refirió a “la segunda ola”. Con la primera, vino a decir, afloraron los hundimientos de las grandes promotoras inmobiliarias de este país, concursos de muchos ceros de empresas muy renombradas. El momento álgido estuvo en el primer y segundo trimestre del año pasado.

Después, la morosidad se estabilizó. Como en una playa, tras el rompimiento de una ola, siguen unos breves momentos de calma, incluso de retroceso. Pero, inevitablemente, llega la segunda ola, para lo que, a su juicio, debemos prepararnos: una segunda ola que vendrá cargada con las suspensiones de pagos de numerosos pequeñas y medianas promotoras.

En una línea similar se pronunció hace unos días el director general de Caixa Sabadell, Jordi Mestre, aunque en unos términos menos matizables. Según el que será director general de la futura fusión de las cajas de Sabadell, Terrassa, Girona y Manlleu, más que hablar de una segunda ola habría que pensar en algo más continuo, sin remanso. Y, coherente, con esta forma de ver lo que está sucediendo, Mestre anunció que contemplaban, aunque esperaban que no sucediera, una mora cercana al 10%, lo que es ya mucha mora.

Más allá de las diferencias sobre la intensidad de la marejada o marejadilla, parece que lo importante es en lo que coinciden y de ello sólo podemos deducir que tendremos un 2010 bastante movido, en el que al menos una buena parte del año lo vamos a pasar sometidos a los efectos de una depresión, y no precisamente atmosférica. Sorprende, en este sentido, la coincidencia de criterio que hay ante la gravedad de lo que aún tenemos por delante y las dificultades que existen para que los que pueden cambiar las cosas, o al menos intentarlo, se pongan, no ya de acuerdo, sino juntos en una mesa para poner en marcha medidas que palien las dificultades de la situación. Sorprende, y de qué manera.

Ahora parece ser que el presidente de la Generalitat, José Montilla, va a comparecer ante el Parlament en los próximos días en una sesión monográfica sobre la crisis económica. Perfecto. Quizás aún habría que pedirle a él y a otros dirigentes que fueran más promiscuos a la hora de dirigirse a la ciudadanía y evaluar con rigor cada momento y los posibles escenarios futuros, junto con las medidas implementadas. Pediríamos también, a gobierno y oposición, que haya un verdadero debate y no un simulacro preelectoral. Los tiempos no están para esas batallitas.

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