Les Artistes, otro bistrot

C/ Valencia, 189 www.lesartistesbcn.com 93-453-78-18

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

No importa que en los últimos tiempos se hayan multiplicado las ofertas de bistrot en Barcelona. Tampoco que sea en estos tiempos de apreturas cuando la fórmula francesa se prodiga entre nosotros: cocina con personalidad, identificable, atenta a los vinos, a precios ajustados y con un ambiente cuidado. El caso es que la oferta francesa se amplía.

Poco tiempo después de que el celebrado Café Emma abriera sus puertas, se puso en marcha Les Artistes (Le Bistrot, se apellida), también en el Eixample. Tienen varias cosas en común, además del aire cálido, el culto al pan y los menús, ya totalmente incorporados a nuestro panorama gastronómico. En los dos casos, tras la iniciativa se encuentran cocineros de amplia trayectoria en restaurantes franceses.


 

Les Artistes está inspirado por personajes que se han curtido en buenos establecimientos. Uno de ellos pasó por La Maison Languedoc, que durante muchos años mantuvo en solitario la bandera de la cocina del bistrot en Barcelona. De esa misma casa salieron los que ahora están en los fogones del Café Emma.

Es normal que sean los mejores conocedores de la cocina francesa los que se lancen a acercarnos un trozo de Francia a nuestros platos. Y también lo es que en su oferta encontremos una presencia muy familiar de la cocina y los productos catalanes: al final, el sudeste francés y Catalunya son primos hermanos.

Si en mi reseña del Café Emma expliqué que dos de los seis escargots que me sirvieron como primer plato estaban vacíos, he de decir que en Les Artistes me pasó todo lo contrario. En mi primera visita también pedí unos caracoles borgoñona, pero para mi sorpresa no eran seis, ni doce, sino trece.

Quiero felicitar al ayudante de cocina por su pulso: deberían aumentarle el sueldo. A juzgar por su maestría en el corte de una masa tan difícil de manejar como el cuerpo de un caracol, en su currículum debe figurar alguna asignatura de cirugía aprobada.

¡Qué destreza! Logró diseccionar la carne de cada bicho y distribuirla en dos o más conchas. Mezclada con la salsa, la chalota ligeramente entera y los trozos de nueces sale un plazo bueno y de una abundancia quizá más aparente que real. Estaba riquísimo, aunque no es lo mismo pelearte armada de pinzas y punzón con seis cascarones que con trece: al final, uno logró dejarme la camisa hecha un mapa. ¡Gajes del oficio!

También me llamó la atención la brandada de la casa, estilo Nîmes, según la carta. Muy suave, con una presencia moderada del pescado debido a la amortiguación de la crema de leche y la patata. Un plazo muy de aquí con un toque francés. La omelette con trufa es muy correcta, sobre todo por el punto de la cocción; sencilla y sobria, bien lograda a bajo coste, con el tubérculo de conserva.

El steak tartar, suave y con una materia prima de calidad, acompañado de las típicas frites, sazonadas con ajo y perejil. La misma carne de buey servida con el corte típico francés, un poco más hecha de la cuenta. Entre los postres, destacaría el tatin de manzana.

La carta no es amplia, aunque sí curiosa; se centra más en los menús. Uno de 11,5 euros si el comensal no tiene mucho apetito y elige entre un primero o un segundo, más el postre. Otro de 15,5 euros, completo. La oferta de vinos se reparte por igual entre los productos catalanes y los franceses; por copas, de 2,5 a 3 euros. Una comida a la carta con un par de copas sale a unos 35 euros.

El local es algo oscuro con una luz tenue, bien decorado con asientos cómodos y mesas bastante cercanas, muy al estilo parisino. Techo de madera, paredes con espejos y fotografías de escenas francesas, entre las que no faltan las dedicadas al cine y a la boulangerie; por cierto, el pan baguette está muy rico.

A diferencia de la cerveza, Damm, bien tirada, con el café Segafredo no vigilan suficientemente la dosis, de manera que te lo pueden estropear con una taza más propia del café con leche del desayuno o requemarlo si aciertan con la medida.

Solo he estado en Les Artistes un par de veces, pero he podido apreciar cómo en la segunda, hace apenas un mes, ya había muy pocas mesas vacías al mediodía. Gentes que trabajan en la zona, el corazón del Eixample, con más presencia de hombres que de mujeres son el grueso de su clientela.

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp