Mas y Junqueras atan su acuerdo para la investidura a la espera de la CUP

Algunos consellers muestran su nerviosismo por la incertidumbre, pero Junts y Esquerra se conjuran para seguir adelante

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Los resultados de Junts pel Si en las elecciones de este domingo dejan intranquilo a Artur Mas. La mayoría absoluta se queda a seis escaños, de los 62 obtenidos a los 68 necesarios. Pero la candidatura, que integró a dirigentes de Convergència, de ERC e independientes de entidades soberanistas, estableció un acuerdo que nadie está dispuesto a romper.

Artur Mas es el candidato a la presidencia de la Generalitat, pese a ser el número cuatro en la lista, que encabeza Raül Romeva. Y Esquerra tiene claro que respetará el acuerdo. «Se pactó, se fue a unas elecciones con ese compromiso y eso no cambiará», asegura un dirigente próximo a Oriol Junqueras, el presidente de ERC.

A favor y abstención

Lo que ocurre es que el resto de fuerzas políticas han iniciado una guerra de desgaste, conscientes de que se ha abierto una grieta, porque Junts necesita los votos de la CUP. Mas no será elegido presidente en primera vuelta, en la que se exige mayoría absoluta, pero podría ser President en segunda vuelta, en la que se reclaman más votos a favor que en contra, por mayoría simple. En ese caso, de los diez diputados de la CUP, dos, por lo menos, debería votar a Mas, y los otros ocho se podrían abstener.

La CUP insiste en que no votará a favor de la presidencia de Mas. Pero no hay alternativas. Pese a esa situación de posible bloqueo, que obligaría a la convocatoria de unas nuevas elecciones, sus dirigentes insisten. «El que presida no puede ser identificado ni con los recortes ni con la corrupción», afirmó este lunes el periodista Antonio Baños, cabeza de lista de la CUP.

El acuerdo se respeta

En el Govern de Artur Mas algunos consellers han mostrado su nerviosismo por una situación llena de incertidumbre. Convergència y Esquerra tienen avanzado el esquema del nuevo Ejecutivo, con un reparto de carteras. Y resultaría ahora un fiasco que Mas no pudiera presidirlo. Los números son los que son, y no facilitan otras alternativas: de los 62 escaños, 20 son políticos de Esquerra, 31 de Convergència, y 11 independientes, afines a los dos partidos, miembros de entidades soberanistas.

En el hipotético caso de que los partidos quisieran recuperar sus grupos, se irían al grupo mixto del Parlament, donde tendrían la condición de grupos propios. «El acuerdo es el acuerdo, y no hemos llegado hasta aquí para romperlo», se asegura.

Pero la sensación en la cúpula de los dos partidos es ambivalente. Se ha ganado las elecciones, pero no el plebiscito sobre la independencia, porque los votos del bloque soberanista no han llegado al 48%. Es mucho, es casi cien mil votos más que en la consulta del 9N de 2014, pero no es suficiente para poner en marcha una hoja de ruta netamente encaminada hacia la ruptura con España.

No a la DUI

En esa tesitura se mueve la CUP, que, para no tener tanta presión, consciente de lo que le pasó a Esquerra –no quería una lista unitaria con Mas y acabó cediendo– ha querido curarse en salud. Baños aseguró que no entendería proclamar la independencia de forma unilateral, porque no se dispone de mayoría de votos para ello.

Pero en el otro lado, no hay posibilidad de sumar. Pablo Iglesias, el dirigente de Podemos, ofreció colaboración al PSC, a la CUP y a ERC. Catalunya Si que es Pot, donde se integró Podemos, logró sólo 11 diputados, por los 16 de los socialistas, y los 20 de ERC, que forman parte de Junts pel Si.

Todo eso suma 57 diputados. ¿En segunda vuelta, buscando la abstención de otros grupos? Es, en estos momentos, rocambolesco, aunque la política catalana ha dado muestras de situaciones muy extrañas en los últimos años.

Por ahora, tanto la dirección de Convergència, como la de Esquerra, dan por hecho que la CUP facilitará la investidura de Artur Mas, con la idea de esperar las elecciones generales, y, a partir de ese momento, comprobar cómo se reparten de nuevo las cartas, y qué acuerdos se pueden establecer con el nuevo Ejecutivo español que salga de las urnas.  

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