Òleum, al aliento de cierto turismo

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Con unas vistas fantásticas sobre la ciudad, desconocidas para la mayoría de los barceloneses, en del primer piso el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) se ubica Òleum, un restaurante de aire elegante y tranquilo. El Salón del Trono, majestuoso como su nombre indica, de techos altísimos y decorado en sus dos extremos con dos enormes Tàpies, acoge a unas ochenta plazas en mesas bien vestidas y suficientemente distanciadas entre sí.

Entre el público abunda el turístico de cierto nivel, no tanto por los precios de la carta, sino por el gusto de acudir a un museo y aprovechar a fondo sus ofertas, como en este caso la gastronómica. Entre los turistas también es fácil encontrar a grupos de nacionales, como profesores de excursión para conocer las nuevas exposiciones del MNAC y relajarse después con Barcelona de fondo. Pero no hay que asustarse; aunque coincidas con uno de esos colectivos, siempre ruidosos, el local los amortigua de manera efectiva.

El menú de mediodía -27,15 euros- es muy correcto. La carta está estructurada en torno a entrantes para compartir, como unas suculentas croquetas de carne y buñuelos de merluza, un segundo capítulo de segundos platos de carnes –saben hacer el filete de ternera- y distintos pescados; además de los postres. Los vinos, que también los sirven por copas a 3 euros, están bien seleccionados con ofertas interesantes del país y algunas europeas y americanas. Y el café es correcto. La media de una comida a la carta roza los 50 euros.

Hasta el año pasado el restaurante estaba regentado por Vilaplana, pero el Grupo Laie se hizo con el contrato y lo ha sumado a su portafolio. La restauración que se había incorporado a la librería de Pau Claris a principios de los ochenta ha crecido como unidad de negocio propia, incluido el catering, que en estos momentos sirve los restaurantes del Museu Picasso, el Disseny Hub Barcelona –ambos en la calle Montcada- y L’Observatori Fabra.

Se han especializado en lo que podríamos denominar la restauración cultural al amparo de cierto turismo, una oferta que se beneficia de este sector, pero que a la vez aporta a la ciudad un complemento del que carecía aprovechando también el tirón de su cada vez más prestigiada gastronomía.

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