Restaurante Windsor

Còrsega, 286 932 377 588 www.restaurantwindsor.com

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Hace unos años presencié cómo un comensal –antiguo dirigente comunista, exmandatario de la SEPI, mediador ya entonces en conflictos laborales- obligó al joven somelier del Windsor a llevarle tres botellas de vino seguidas. La última, que abrió él mismo ante la mirada atónita de sus invitados, sí estaba finalmente en condiciones de ser bebida. El camarero, algo sorprendido desde luego, reaccionó con total profesionalidad, como si aquel exceso fuera el pan nuestro de cada día. Esa calidad en el servicio es una de las características más destacadas del Windsor. La otra es su funcionalidad. Es de los más prácticos de la ciudad. Para empezar, está en el verdadero centro de la Barcelona de hoy, en la zona de encuentro de la Diagonal con Rambla de Cataluña; tiene además una buena cocina y unos precios razonables.

En sus diez años de vida este local ha sabido encontrar su target y aplicarlo de una forma muy racional. Quien vaya con la expectativa de comer de lujo saldrá decepcionado, pero sí puede tener la seguridad absoluta de que almorzará muy correctamente y, sobre todo, de que podrá cumplir con el objetivo que se proponga en cada situación: compartir mesa con un proveedor, un cliente, un socio o un colega en un ambiente agradable, muy adecuado para cualquier tipo de encuentro. El Windsor suele estar lleno de ejecutivos y de empresarios. No solo de compañías con oficinas cercanas, sino de gentes de otras partes de Barcelona: su ubicación es perfecta para quienes buscan un punto intermedio entre los extremos de la ciudad. También es muy frecuente la presencia de altos cargos de la Administración catalana, no en vano la sede principal de la conselleria de Indústria está a manzana y media.

Si alguien quiere ser visto, o no le importa que le vean, el salón central es el lugar ideal; o bien en una de las pequeñas mesas de la galería que da al jardincillo interior de este principal del Eixample. El pragmatismo del Windsor se refleja también en la variedad de sus salones reservados, de todos los tamaños, donde es posible fumar. El restaurante mantiene una surtida cava de puros que junto a la generosa carta de vinos y de licores puede ser el colofón de una comida entre gentes que compartan su afición por la buena mesa. Para los más desganados, la carta incluye medias raciones de los platos de carne y pescado.

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