Sol Daurella, la envidia de los ‘pijos’ catalanes

Golf, hípica, esquí, navegación... El Prat, El Polo, La Cerdanya...

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Es una de la mujeres más ricas de Europa y vive como tal. Grandes viajes, fines de semana en la nieve, veranos a bordo de un yate por el Mediterráneo… Y trabajo, mucho trabajo. Porque su fortuna, en parte heredada, depende directamente de su trabajo. Y Sol Daurella –¿quién, sino?- trabaja a todas horas para dar rendimiento a sus empresas.

No es extraño pues que la magnate tenga una family office junto a su casa, una mansión situada en la parte alta de Barcelona, cerca de la Clínica Teknon. Allí, la presidenta de Iberian Partners, la embotelladora de Coca Cola, organiza reuniones de trabajo con sus empleados más cercanos. De eso se trata una family office: un despacho secundario en el que tratar asuntos laborales sin acudir a la oficina central. Porque también los más poderosos intentan conciliar vida personal y laboral.

Dos hijos

Daurella tiene dos hijos: José (hijo de Joan Albiol, anterior marido de Daurella) y la pequeña Sol, una preciosa niña de ricitos rubios y ojos azules como su padre, Carles Vilarrubí. La niña, de siete años, es su prioridad. Por eso se ha visto a Daurella con un iPad en casi todas sus apariciones: usa el dispositivo para seguir conectada desde dónde sea, incluso cuando está en casa con Sol.

El matrimonio, que ha vivido alguna crisis y muchos rumores a su alrededor, intenta volcarse en la pequeña siempre que puede. José Albiol Daurella tiene novia hace años –podría casarse en cualquier momento- y de los hijos de Vilarrubí, una está casada y el otro, a las puertas.

Daurella e hijo.

Vida social

Sol Vilarrubí es ahora el capricho de la casa de una de las parejas más buscadas en cualquier acto social. Su presencia rompe los flashes. No suelen mostrarse demasiado y su última comparecencia pública fue, como suele suceder cada año, en la entrega del Premio Planeta. Llegaron a las puertas del Palacio de Congresos de Cataluña y, en lugar de posar en el photocall como se les pidió –y como habían hecho en el año anterior-, entraron de manera discreta sin que muchos se dieran cuenta.

Ella, arreglada sin pasarse, con su media melena rubia y lacia, él con traje oscuro y gafas de pasta tipo carey. Nadie les señalaba y los cientos de invitados charlaban sin percatarse de que tenían tan cerca a una de las mujeres más ricas de Europa.

Se conocieron en el golf

Educada en la elite, Daurella es aficionada al golf, la hípica, el esquí y la navegación. Precisamente fue jugando a golf como conoció a su actual marido. Ambos son socios del Prat, ahora en Terrassa, club al que acuden también otros magnates como los Carulla. Golf en el Prat, hípica en el Polo, tenis en el Barcelona, esquí en La Cerdanya… No queda ni un tópico por escribir.

Porque el matrimonio Vilarrubí Daurella también disfruta de la práctica de este deporte en el golf de La Cerdanya. Tienen una casa cerca, en Bolvir, en la lujosa urbanización de Les Espiraltes, una apacible zona de chalés de tejas grises, amplias estancias, acabados de alto standing y rodeados de verde. El precio de las casas ronda –arriba o abajo- el millón euros. [AQUÍ LAS FOTOS]

La Cerdanya, un valor seguro

Lo curioso de la pareja Daurella Vilarrubí es que al unirse en matrimonio unieron también sus aficiones y, en consecuencia, sus posesiones. La Cerdanya era un valor seguro, sobre todo para Vilarrubí. Y allí es donde pasan gran parte de su tiempo libre. Tanto es así, que la hija de Vilarrubí se casó en la comarca en una boda que pocos olvidarán por la cantidad de caras conocidas que acudieron.

«Hasta allí suele ir en helicóptero, no la verás cruzando el engorroso y caro túnel del Cadí», comenta Marc, un asiduo a la zona y conocido de la pareja. «La Cerdanya es uno de sus lugares favoritos, aunque no se les ve mucho por allí porque tienen un círculo de amigos cerrado y van de una casa a la otra, algún que otro restaurant, el golf y poco más. Además Sol es muy discreta y es difícil reconocerla».

Como Javier de la Rosa

Curiosamente, en helicóptero viajaba también Javier de la Rosa de Barcelona a Cadaqués antes de caer en desgracia. Y decimos curiosamente porque el empresario era íntimo amigo de Vilarrubí, a quien conoció de joven, cuando este último era el chofer de Jordi Pujol. Sí, fue en sus inicios, cuando el ex molt honorable protagonizaba su primera campaña electoral. Ha llovido mucho desde entonces.

Daurella heredó, como hija única, el holding empresarial que su padre heredó a su vez del patriarca, Santiago Daurella. Con este comerciante de bacalao y salmón –algo que Sol mantiene con la empresa Royal y que la ha llevado a ser cónsul honoraria de Islandia- logró la distribución de Coca Cola en España.

Daurella y Vilarrubí.

Una decisión de Franco

Los Daurella lograron este negocio gracias a una decisión, no exenta de complejidad, del dictador Francisco Franco. La familia siempre se ha definido como catalanista –nada de independentismo por el horizonte- y conforme a esa ideología se mueve Sol. Como lo hace su marido, que no heredó nada sino que su fortuna es fruto de su trabajo y sus contactos.

Este matrimonio supone la unión del llamado old money –viejo dinero, es decir, dinero de toda la vida- con el new money –los nuevos ricos, algo mal vistos en determinados sectores-. Es así como se habla en las altas esferas. Este matrimonio, insistimos, supone la unión de la alta burguesía catalana con la burguesía surgida a raíz de la política convergente. Y aunque muchos han anunciado en numerosas ocasiones que la pareja se rompía, por ahora siguen juntos y muy unidos.

 

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