29 segundos de bochorno

El lamentable espectáculo que ha hecho Pedro Sánchez en su encuentro con el Presidente estadounidense, Joe Biden, hará que socios y prensa internacional no vuelva a ver a España como un país de referencia en muchos años

Las reuniones internacionales, ya sean de la Unión Europea, de la ONU, de la OTAN o de los Boy Scouts además de ser una cosa muy seria sirven para lo que sirven, que es para dirimir conflictos, coordinar acciones y aceitar las relaciones personales entre líderes que excepto en esas escasas ocasiones solo pueden hablar personalmente muy pocos minutos por teléfono o usando sus servicios exteriores como canal de comunicación, algo terriblemente incómodo e impersonal.

Son eventos complicados de organizar y con agendas estudiadas al milímetro, en ellos se mide el carácter y la proyección mundial de los líderes nacionales, resultando de los mismos que en muchas ocasiones, un presidente de un país pequeño puede alcanzar mucho mayor impacto que el máximo mandatario de una potencia mundial. Si no, miren ustedes Portugal.

En los últimos años hemos visto tres tipos de comportamiento en este tipo de cumbres:

  1. Por un lado están los líderes que han tratado de contribuir con su presencia e ideas al éxito del evento y a los objetivos de la organización, algo que todo el mundo atribuye, por ejemplo, a Felipe González o a Helmut Kohl en su apuesta por la reunificación alemana y la extensión de la UE hacia el este.
  2. Por otro lado también hay líderes que han tratado de utilizar este tipo de reuniones para beneficiar en exclusiva a su propio país. El ejemplo más notable de esta posición sin duda es Margaret Thatcher con su permanentes zancadillas a la moneda única realizadas a mayor gloria del Reino Unido de Gran Bretaña, Irlanda del Norte e islotes adyacentes.
  3. Y finalmente están los que solo han buscado servirse de los mismos para sus carreras políticas nacionales a base de declaraciones grandilocuentes, fotografías ridículas y videos descacharrantes. En este apartado destacan Nicolás Sarkozy, filtrando a la prensa interesadamente debates reservados europeos, Donald Trump haciendo el cafre en el G20 y por supuesto nuestro amado líder Pedro Sánchez con sus lamentables 29 segundos de bochorno en la pasada cumbre de la OTAN.

Los líderes mencionados en el primer apartado han pasado por méritos propios a la historia europea, la segunda, a la de Gran Bretaña, y respecto a los los del tercer grupo, de tan ínfimos, ni siquiera quedará memoria de sus boutades.

Sarkozy y Trump me importan bastante poco, ambos han sido ya tragados por el sumidero de la historia gracias, en parte, a sus constantes numeritos internacionales, pero lo de Sánchez si que nos tocan más de cerca, ya que ha puesto de manifiesto una irrelevancia tan profunda de nuestro país en el concierto internacional que a buen seguro será utilizada en contra España y consecuentemente en contra de todos nosotros.

Porque miren, en política internacional se puede hacer cualquier cosa menos el ridículo y eso ha sido precisamente lo que nuestro presidente ha hecho ante la prensa de todo el mundo, una prensa que no va a volver a ver a España como un país de referencia en el concierto internacional hasta dentro de muchos años de duro y serio trabajo en las instituciones internacionales bajo la dirección de otro presidente y de otro equipo de exteriores.

Los actuales han sido tal objeto de chanza y chirigota que más vale jubilarlos cuanto antes por el bien de todos.