Una amnistía lavada con el artículo 92

La complicada relación de Estado entre el PP y PSOE afecta a la estabilidad de España, mientras que Puigdemont fuerza el pedido de un referéndum a través del artículo 92 de la Constitución

Lo ocurrido durante las últimas semanas en España es un ejemplo claro de como un colectivo, una comunidad, un grupo, en definitiva, los militantes y simpatizantes de un partido pueden cambiar de idea y hasta utilizar argumentos para defenderla.

Lo que más duele de la desconocida ley de amnistía es que haya sido utilizada para lograr una investidura y no como un gran pacto de Estado. Soy de la opinión que los partidos llegan hasta límites insospechados cuando se trata de conseguir más poder. Lo hizo Aznar pactando la retirada de la Guardia Civil de Cataluña o el fin de la mili en el año 1996.

Ello nos lleva a uno de los mayores problemas que tiene nuestra democracia: la imposible relación de Estado de los dos partidos de centralidad en España, el PP y el PSOE. Es un detalle profundo y del que sufre la estabilidad del país. Pero no parece tener una solución.

El dilema de la unidad de España

Uno de los problemas se sitúa en cómo encarar algunas de las cuestiones que trazan la identidad de España. Por ejemplo, la unidad. El famoso artículo 2 de la Constitución habla de la indisoluble unidad de la Nación como patria común, con el reconocimiento y la garantía del derecho a las autonomías de “las nacionalidades y regiones que la integran”.

¿Cómo nos comemos políticamente esta formulación? Al constituyente no le debió resultar fácil alcanzar este nivel de trazo transversal en la España de finales de los 70.

Lo que más duele de la desconocida ley de amnistía es que haya sido utilizada para lograr una investidura y no como un gran pacto de Estado

Por un lado, evidencia una unidad palpable y necesaria para habitar en el club de las democracias europeas y, por otro lado, describe lo qué es este país en su conocimiento interno. Un territorio con cuatro lenguas, unas cuántas culturas, un sentir diferenciador y no por ello contradictorio.

Lo pueden adjetivar como quieran: como España de las autonomías, como Estado federal en su esencia con un federalismo no entendido, como un territorio con nacionalidades y regiones… Da igual. Lo importante es que las autonomías están para quedarse y el Partido Popular gobierna la mayoría. La descentralidad es real y no le digan a ningún parlamento que cierre sus puertas. Sería una revolución.

España en territorio desconocido

Lo de entender el país en qué vivimos es fundamental para analizar la, de momento, desconocida ley de amnistía.

Básicamente para protegernos de conducir nuestra extrañeza a territorios ya recorridos y sólidos. Siempre es mejor. Como que España es una democracia repleta de ciudadanos con mucha paciencia cuando observan de lo que son capaces sus políticos: o de negociar con alguien huido de la justicia o declarar que estamos a las puertas de una dictadura. Me refiero, ya saben, a Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso.

El país entra en un territorio desconocido. Y no tanto por la posición de Pedro Sánchez. Conocemos al político, capaz de llegar a acuerdos con quien sea para llegar al poder. Son sus características. La preocupación viene sobre si realmente el PSOE sabe con quien ha pactado y de lo que es capaz de hacer.

Los tortazos de Puigdemont

Como aseguró Feijóo hace unos días, el caso de Puigdemont es diferente. El político es muy claro y pone sus cartas sobre la mesa. Y las puso en su intervención de esta semana. La primera idea: no hemos tenido que pedir perdón. Primer tortazo. Segunda idea: el pueblo de Cataluña, el suyo claro, está supeditado al Parlament. Segundo tortazo. Tercera idea: los límites están en el Parlament. Tercer tortazo. Cuarta idea: la amnistía demuestra que el 1-O no fue delito. Listado de tortazos.

Como punto final un detalle de optimismo para no ser un cenizo en general. Puigdemont se aviene a proponer un referéndum a través del artículo 92 de la Constitución cuyo texto dice que “el referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados”.

Empezando por detrás precisa de un acuerdo del Congreso, propuesta del Presidente del Gobierno y firma del Rey. Nada que ver con el espectáculo del 1-O. Así se ha puesto Clara Ponsetí, ahora eurodiputada de JxCat, de la que ya se dice será la próxima candidata de una nueva formación del independentismo catalán. Pero esta ya es otra historia.   

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