Cataluña sin energía: quiere cerrar las centrales nucleares y hunde las renovables en una madeja burocrática y fiscal
Los socios de Illa, ERC y los Comunes-Sumar, están en contra de todo
El Congreso de los Diputados rechazó esta semana el decreto anti-apagones, la presión de las compañías energéticas no fue suficiente. Entre los socios del gobierno el BNG, la Chunta aragonesista, Podemos y Junts votaron en contra.
Unos días antes el gobierno catalán sufrió una derrotada parecida en el Parlament al tumbarse un decreto sobre el impulso de las energías renovables. Los socios de Illa, ERC y los Comunes-Sumar, están en contra de todo. Ni quieren campos solares, ni molinos, ni pantanos, ni centrales nucleares.
Los socios ultraizquierdistas del PSC quizás no lo saben, pero su política energética es como el tango: “Y todo a media luz” y propia de los Amish, que viven según costumbres del siglo XVIII, y solo se iluminan con velas.
Cataluña es deficitaria energéticamente, necesita importar un 15% de la energía que consume a pesar de que en 2024 la demanda decreció un 0,7%. Ante el bloqueo de cualquier política energética, según informó ABC, Aagesen y el gobierno catalán están negociando una prolongación de la vida de las tres centrales nucleares en Cataluña, responsables de más del 50% de la producción energética catalana.
La ministra y vicepresidenta se apresuró a negar tal negociación, pero tanto la Comunidad Valenciana, afectada por el cierre de la central de Cofrentes, como Extremadura, con la clausura de Almaraz a la vuelta de la esquina, recelan de la Moncloa y creen que se está tramando una singularidad nuclear para Cataluña al estilo del de la financiación.
La realidad es que Cataluña precisa anualmente 44,11 TWh de los que la nuclear provee el 50%. Las renovables -con la hidráulica destacada- no llegan al 20% y el resto debe importarse.
Actualmente en Cataluña hay proyectos eólicos y solares que una vez instalados podrían llegar a superar la capacidad de producción de las centrales nucleares de Ascó y Vandellós, pero estos proyectos no avanzan por la madeja burocrática, la oposición de los ayuntamientos y la fiscalidad brutal a la que están sometidos.
Cataluña produce un 15% de la energía que precisa en renovables mientras que la media nacional es del 50%
La media de concesión de un permiso para un campo solar o eólico supera actualmente los 21 meses, cerca de dos años, y la fiscalidad es de 130.000 euros, unas cuatro veces más que la media del resto de comunidades autónomas. En este contexto administrativo y tributario los inversores prefieren centrarse en otras comunidades como Andalucía o Castilla y León donde hay más facilidades, mayor agilidad administrativa y tasas más asumibles.
Cataluña produce un 15% de la energía que precisa en renovables mientras que la media nacional es del 50%. El drama es que Cataluña no cuenta con una estrategia energética.
El apagón se produjo, al parecer, por un exceso de renovables, el gobierno Sánchez tiene una obsesión antinuclear que no ha superado ni cuando el parlamento europeo ha calificado a la nuclear como una energía verde, pero siendo un error la estrategia del gobierno español es mejor equivocarse que no hacer nada tal como le sucede a Cataluña.
La singularidad nuclear no se negociará es la única salida a la paralización. Será una gran paradoja que la extrema izquierda -antes ICV hoy Comunes-, los eternos promotores de la proclama “nuclear, no gracias” acaben siendo responsables de la supervivencia de las centrales nucleares catalanas debido a su obsesión por oponerse a todo tipo de progreso e infraestructura.