El comercio de armas

España vende armas a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán, Brunéi, Marruecos y Mauritania

No hace mucho, los ciudadanos elegían unas zapatillas deportivas o una camiseta mirando si la etiqueta de las prendas garantizaba el comercio justo o un compromiso de la marca para ayudar a un país a salir de la pobreza. Ahora, esos mismos consumidores prefieren adquirir la ropa en tiendas low cost o a peso, como ocurre en París, sin cuestionarse dónde se ha fabricado la ropa ni si ha sido elaborada por artesanos. El ser humano suele cambiar con mucha ligereza de opinión sobre lo que está bien o lo que está mal, lo que es correcto o incorrecto, en función de sus intereses inmediatos y de lo que es tendencia, dejándose llevar por cómo actúa la mayoría. Los estados se comportan del mismo modo; en función del viento político internacional que sopla, se venden armas o restringen su venta. España no es una excepción. Siendo el noveno fabricante de armas del mundo, con una cuota de mercado del 3%, no puede dejar de fabricar para venderlas.  

Los países fabricantes de armas justifican la venta argumentando que se destinan para la defensa de los países, dándole una dimensión moral, una pátina democrática; democrática porque suelen venderse a países que respetan las reglas de la democracia, pero también a otros que no lo hacen, como es el caso de España, que vende armas a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán, Brunéi, Marruecos y Mauritania. Estos países, si bien, como declaró Pedro Sánchez, no son genocidas como Israel, al referirse al Estado de Israel, sí que restringen las libertades y los derechos de sus ciudadanos. 

Pedro Sánchez, con su declaración en el Congreso de los Diputados celebrado hace una semana, pretendió determinar que el límite para vender armas a un país es que este no sea genocida, es decir, que no elimina de forma sistemática y deliberada a un grupo étnico, religioso, nacional o racial. Este es el imperativo moral que se impone a sí misma España para no comerciar armas con Israel, pero que le sirve poder hacerlo con Mauritania a la que vendió armamento antidisturbios. El límite auto impuesto es importante porque va a permitir a España seguir vendiendo armas a otros países. Los que han señalado que las declaraciones públicas de Pedro Sánchez son ofensivas para el Estado de Israel y equivocadas desde el punto de vista diplomático, deberían considerar que, gracias a ellas, España ya ha puesto un límite moral que le permite poder vender al resto de los países sin dar más explicaciones. Con su afirmación en el Congreso de los Diputados “España no comercia con un estado genocida” la industria armamentística ya sabe cuál es el límite que pone España para su venta y, consecuentemente, ya puede seguir vendiendo armas a cualquier país, excepto a Israel. Se debería poder argumentar, pues las pruebas son incontestables, que el Estado de Israel es genocida, al intentar a toda costa eliminar a un grupo nacional y religioso mediante acciones de guerra, sin necesidad de hablar de comercio e intereses económicos.     

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