El Consejo de Informativos de RTVE: el pájaro que olvidó volar

Los héroes de los viernes negros ya no están. O están tan cómodos en sus nuevos despachos y programas que prefieren no asomar la cabeza

El enfrentamiento interno que sacude RTVE entre el Consejo de Informativos (CdI) y el presidente José Pablo López tiene mucho de tragicomedia. Tragedia, por lo que supone de degradación moral y profesional en la radiotelevisión pública; comedia, porque quienes ahora se quejan del autoritarismo interno son los mismos que, no hace tanto, aceptaban sin rechistar los nombramientos “de confianza” cuando provenían del lado correcto del poder. Cinismo en estado puro.

Recordemos que, cuando gobernaba el PP, los “viernes negros” de RTVE se autoproclamaron símbolo de resistencia interna. Periodistas vestidos de luto reclamaban independencia, pluralidad y profesionalidad frente a una dirección nombrada por el Gobierno. Aquel movimiento, jaleado por partidos, sindicatos y opinadores de la órbita “sanchista”, dio lugar a la promesa solemne, con lazo naranja, de Pedro Sánchez: una RTVE libre de injerencias políticas, con una presidencia elegida por concurso público y un mandato de transparencia. Prometió despolitizar el ente público. Y, como tantas otras promesas incumplidas, se desvaneció en cuanto llegó al poder.

Porque, nada más llegar a la Moncloa, hizo exactamente lo contrario de lo que predicaba. Nombró a dedo una dirección afín, ocupó sillones clave con personas próximas a la coalición de Gobierno y dejó el concurso de méritos perfectamente ordenado en la balda del olvido, como un decorado más de aquella “regeneración democrática” que duró lo que tarda en firmarse un nombramiento.

Y el Consejo de Informativos, que tanto se indignaba antes, guardó silencio. Ni comunicados, ni protestas, ni viernes negros. CC.OO. y UGT, tan combativos en otras épocas, también guardaron un conveniente mutismo. El poder había cambiado de manos y, con él, cambiaron los principios. Quienes gritaron libertad y se encartelaron frente a los despachos de Torrespaña se dedicaron después a gestionar la quietud del pesebre o a protestar, como mucho, cuando alguien les pisaba el callo de su ego.

Ese silencio cómplice se ha prolongado durante años. El CdI fue, en realidad, un ave que aceptó gustosa la jaula dorada que le ofrecieron quienes prometían libertad. Y cuando un pájaro deja de batir las alas, los músculos se atrofian. Ahora, cuando el presidente José Pablo López impone su autoridad para marcar terreno y acallar críticas, el CdI intenta alzar el vuelo. Pero ya no puede.

Las quejas recientes del Consejo sobre la falta de independencia o los métodos coercitivos de la actual dirección suenan, más que a rebelión, a remordimiento. Dicen que no pueden ni convocar asambleas de trabajadores porque la presidencia “no lo permite”. Pero ¿cuándo fue la última vez que lo intentaron de verdad? Quienes antes ocupaban indignados los pasillos con pancartas y micrófonos hoy susurran que no se puede hacer nada. El problema no es la represión, sino la falta de valentía.

Los héroes de los viernes negros ya no están. O están tan cómodos en sus nuevos despachos y programas que prefieren no asomar la cabeza. La historia reciente de RTVE parece resumirse en una frase tan vieja como el poder: “Quítate tú, pa’ ponerme yo”. Y así fue. Se quitó al PP, se puso al PSOE y a sus socios, y todos fingieron que había llegado la independencia. Hasta que la jaula se cerró del todo.

«Porque llegará el día en que habrá otro Gobierno que traerá nuevos nombramientos, y entonces volverán las asambleas»

El resultado es el que vemos ahora: un ente público dirigido con el estilo propio de quien ha sido designado a dedo para poner, también a dedo, a las productoras afines; y un Consejo de Informativos que balbucea críticas tímidas, tratando de recuperar una autoridad moral que ya no tiene. Su despertar tardío no es una muestra de valentía, sino de miedo. Miedo a perder lo poco que aún conservan y que saben que peligrará cuando el viento político cambie de dirección.

Porque llegará el día en que habrá otro Gobierno que traerá nuevos nombramientos, y entonces volverán las asambleas, los comunicados, los llamamientos a la ética profesional y, quién sabe, tal vez hasta los “viernes negros”. Pero, para entonces, ya será demasiado tarde. La credibilidad perdida no se recupera con consignas, ni las alas atrofiadas vuelven a volar con discursos.

Atrapada en una espiral de servilismo institucional y mediocridad moral, RTVE es hoy el espejo de un país que confunde la lealtad al poder con el compromiso público. El CdI podrá lamentarse cuanto quiera, pero debería empezar por hacer autocrítica. Porque, cuando uno acepta vivir en una jaula, no puede quejarse después de no poder volar.

Y no será porque no les avisamos.

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