Reventar la democracia

Pedro Sánchez ha llevado al PSOE a ocupar el espacio de la extrema izquierda, desplazando a Podemos y erosionando los consensos democráticos de la Transición

Pedro Sánchez le comió la tostada de la radicalidad a Pablo Iglesias. El PSOE viró hacia la extrema izquierda, no tanto por sus políticas públicas, sino por su desprecio hacia la concordia y el diálogo civilizado que exige la democracia. Podemos, desbordado por el sanchismo, perdió rápido el espacio en el que había pretendido erigirse como vanguardia del cambio. Detrás del “muro” solo había sitio para el sanchismo y sus socios más sumisos.

Sin embargo, la radicalidad socialista viene de lejos. Fue José Luis Rodríguez Zapatero quien impulsó ese giro crucial en la izquierda española, fulminando los consensos de la Transición y diluyendo la cultura del acuerdo. Así, abrió la puerta a esa derogación progresiva de las instituciones democráticas que ahora Sánchez ha acelerado. Podemos era Venezuela, pero el PSOE, también.

Ahora, el ego de Pablo Iglesias necesita de nuevo protagonismo. Y lo hace recurriendo a lo único que domina: la amenaza totalitaria. La semana pasada, en el foro ideológico de Podemos, Uni [sic] de Otoño, Iglesias volvió por sus fueros y propuso asaltar los medios de comunicación privados y la Justicia española.

Su propuesta es convertir el Consejo General del Poder Judicial en una suerte de RTVE judicial, borrando la separación de poderes que sostiene la libertad y la democracia. El cóctel podemita es tan explosivo como el de Molotov: un buen chorro de activismo pro Hamás, otro de wokismo insensato. No hay idea buena en su proyecto. No hay rastro de bien común.

El cóctel podemita es tan explosivo como el de Molotov

Clamó sin pudor: “PSOE, aquí nos tenéis para reventar a los activos de la derecha y llegar donde sea necesario”. A donde sea necesario. ¿A un 1934, por ejemplo? Señalando a jueces y periodistas, Iglesias amenaza: «vamos a por ellos de verdad”. Este tipo de declaraciones son el síntoma de un populismo que desprecia los principios del Estado de Derecho y que ve en el adversario un enemigo a batir.

En definitiva, Iglesias propone reventar la democracia liberal, mientras Sánchez piensa: “llegas tarde, chaval”. El inquilino de La Moncloa amenaza menos y ejecuta más. Él e Iglesias siempre han entendido la política como una competición feroz donde la concordia jamás es un objetivo. Son maquiavélicos en el peor sentido de la palabra. Nada tienen del republicanismo de Nicolás Maquiavelo.

Las amenazas de Iglesias las cumple Sánchez. Estamos ante una auténtica Transición antidemocrática. Y es frustrante observar el vacío patriótico en la izquierda. Los estándares morales en el bloque de gobierno los ha marcado el clan del Peugeot. El PSOE se ha convertido en PSOEZ. Sus ministros y sus portavoces lanzan con sus teléfonos inteligentes mensajes estúpidos. No hay exposición de ideas. Solo se atizan las bajas pasiones. También han reventado el debate.

Llegas tarde, Pablo. Quieres asomar la cabeza, pero Pedro ya lo ha cubierto todo de lodo. La democracia se ahoga. Esperemos que España no llegue tarde y reaccione. Necesitamos un nuevo despertar de la cultura de la responsabilidad que ponga freno a esta retórica del enfrentamiento. No hay fortaleza con división. No hay progreso desde el odio. El país debe pasar cuanto antes a una etapa post-populista. España necesita menos gritos y más responsabilidad. Necesita reventar menos y regenerar más.

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