El incierto poder de Puigdemont

La posibilidad de que la ANC se pudiera convertir en un partido molestó y extrañó a muchos ¿Quién está detrás de la idea?

La duda, negada por unos, puesta sobre la mesa por otros, es hasta qué punto Carles Puigdemont sigue estando presente en la política catalana. La cuestión es que las respuestas a esta incógnita son casi siempre de parte.

Unos consideran que Puigdemont es el pasado y ya solo se representa a él, sus circunstancias, al presupuesto que gestiona por ser eurodiputado y a las aportaciones que todavía mantiene en más de una organización en Cataluña.

Otros mantienen que el poder de Puigdemont ahora es nimio, aunque es cierto que persiste el miedo -otros lo denominarían respeto- a la figura del político que mejor sigue representando los “bonitos”, con unas comillas que la Historia deberá desmenuzar, años del ‘procés’.

Los que menos se mojan mantienen que una parte del independentismo le sigue procesando devoción, pero que su influencia en cada vez menor. Esta es una idea que comparte la mayoría de los dirigentes de Esquerra que tienen cargo o se mantienen en la órbita de los cargos.

Sin embargo, las divisiones que existen entre gente de JxCat sobre la posibilidad de abandonar el Govern o no, las dudas muy evidentes, y también contradictorias, de esa continuidad que llegan al escenario público, evidencian que algo ocurre fuera de la misma organización.

En este desbarajuste algo tendrá que ver Carles Puigdemont

La primera duda está relacionada con la permanencia en el Govern de JxCat. ¿Ayuda al proyecto independentista o lo lesiona? La segunda incógnita se relaciona con los recursos del partido. ¿Sería útil dejar la parcela de poder que ahora ocupa de forma muy amplia el partido de Turull y Borràs?

Estar en un gobierno, cualquiera, significa militantes empleados con sueldos públicos y presupuesto para gestionar. ¿Tiene sentido abandonar todo eso? ¿Y hacerlo cerca de las elecciones municipales? Mucho menos. Las razones anteriores tienen mucho peso, aunque sea tan evidente la división profunda que existe en JxCat que ni tan siguiera tengan claro a su candidato para la alcaldía de Barcelona a nueve meses de las elecciones.

En este desbarajuste algo tendrá que ver Carles Puigdemont. Y no es tan solo ganas de introducirlo en el listado de dirigentes que distorsionen el altavoz único que toda formación política precisa. Es que cada vez son más las voces que se desmarcan de algunas de las propuestas que llegan desde Waterloo.

La Diada ya mostró la debilidad que existe entre todos los sectores independentistas. La posibilidad de que la ANC se pudiera convertir en un partido molestó y extrañó a muchos ¿Quién está detrás de la idea?

La idea de una nueva Convergència está cada vez más en la cabeza de muchos de sus dirigentes

Es curioso que este fin de semana se hayan reunido el propio Puigdemont, como presidente del Consell de la República, y la presidenta de la ANC, en el sur de Francia, para explicar su proyecto de nueva DUI, declaración unilateral de independencia, de cara a finales de 2023, y hablar de las movilizaciones del próximo 1 de octubre.

¿Le interesa a Puigdemont una ANC con lista electoral? ¿Sería la ANC un buen refugio para los militantes de JxCat en el caso de que esta implosione? Ya se habla de forma muy decidida de que la fórmula política inventada por el ex president en 2020 durará dos telediarios. La idea de una nueva Convergència está cada vez más en la cabeza de muchos de sus dirigentes, aunque las vías empleadas hasta el momento no han funcionado. La que parece tener más solvencia es el PDeCAT, gracias a su representación en el Congreso de los Diputados y su decidido envite en posiciones que lo separan de Junts.

Son momentos de ingravidez. Provocados o no por Puigdemont, la tensión entre formaciones siempre puede ser entendida por el independentismo más radical e hiperventilado como la forma de actuar, aunque los réditos acaben siendo cero.

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