Euskadi no es España. Gora Palestina Askatuta
“Euskadi no es España” sigue siendo el lema de la mayor parte de los que enarbolaban banderas palestinas e ikurriñas, así que poco importa si una prueba, que se llama “Vuelta Ciclista a España”, no puede desarrollarse en suelo vasco
Después de ver el lamentable espectáculo de la etapa de la Vuelta Ciclista a España en Bilbao, y los no menos lamentables comentarios de quienes han ensalzado o incluso entendido como lógico el boicot a la carrera, intenté resumir lo sucedido con una frase que publiqué en las redes: Hace muchos años que el fanatismo enraizó en la sociedad vasca. Lo malo es que algunos siguen regando con abono esa mala hierba. El fanático, como dice Fernando Savater, es quien considera que su creencia no es simplemente un derecho suyo, sino una obligación para él y para todos los demás.
Para entender lo sucedido en Bilbao hay que remontarse a la década de 1970, cuando debido a las amenazas y atentados de ETA hubo que suspender el paso de la Vuelta Ciclista a España por el País Vasco. La consigna de entonces era clara: “Euskadi no es España”. La sociedad vasca no salió entonces a protestar contra esa imposición violenta de la organización terrorista, a pesar del gran número de aficionados al ciclismo que hay entre los vascos. Se aceptó esa “anomalía” hasta que en 2011 ETA dejó de asesinar.
Y aunque ETA, efectivamente, dejó de matar, su fanatismo ideológico sigue vivo entre los suyos y se manifiesta cada vez que entienden que deben imponérselo a los demás. Ha ocurrido en Bilbao, donde la causa palestina ha servido para que EH-Bildu movilice a sus bases como en sus mejores tiempos de la violencia callejera. Muchos se preguntan por qué se ha visto tanta radicalidad en las calles del País Vasco en defensa del pueblo palestino, cuando en otros lugares se protesta contra Israel con total firmeza, pero sin llegar al extremo de lo visto en la Vuelta. Trataremos de explicarlo.
“Euskadi no es España” sigue siendo el lema de la mayor parte de los que enarbolaban banderas palestinas e ikurriñas, así que poco importa si una prueba, que se llama “Vuelta Ciclista a España”, no puede desarrollarse en suelo vasco. La lucha contra el sionismo, aunque Israel esté representado por unos chavales en bici que pueden dar con sus huesos en el asfalto, está por encima de cualquier otra consideración. Que se vayan y no pasará nada. Como ha venido a decir vergonzosamente el director técnico de la prueba, Kiko García, invitando al equipo israelí a marcharse. Lo que recuerda precisamente la lamentable experiencia que tuvieron que vivir muchos amenazados por ETA, que tenían que irse de sus casas, pueblos y ciudades para no poner en peligro a sus “asustados” vecinos.
Pero sin duda, la virulencia y fanatismo exhibido en Bilbao tiene un origen y una razón que Olatz Barriuso, periodista de El Correo, explicaba detalladamente en el periódico bilbaíno: “Que el pañuelo palestino fuera una prenda habitual en sectores muy determinados de la población vasca en un contexto muy concreto y en un período de tiempo también delimitado no es casual. En los ochenta, milicianos palestinos y miembros de ETA compartieron campos de entrenamiento en Yemen, donde miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina aleccionaban a los etarras en el manejo de los AK-47 rusos o en las teorías contra el «imperialismo capitalista». Por su parte, la izquierda abertzale ha mantenido históricamente una intensa relación con la OLP hasta la actualidad: al último congreso de EH Bildu en febrero acudieron representantes de las principales organizaciones políticas para la liberación de Palestina: Fatah, el Frente Popular y el Frente Democrático”.
Es evidente que las protestas contra Israel en la prueba ciclista, al menos a su paso por Euskadi, responden a una estrategia impulsada por EH Bildu, la izquierda abertzale que históricamente se vinculó a la sombra de ETA, y que hoy utiliza eventos como la Vuelta para visibilizar sus reivindicaciones, incluyendo la causa palestina, en un contexto donde el País Vasco se presenta como un escaparate de su agenda política. Y el PNV, que tiene que gestionar la seguridad para hacer creer que la vasca es una sociedad que ha superado la violencia, fracasa estrepitosamente y se ve anulado por la estrategia de unos radicales que aspiran a gobernar y a arrebatarles el poder más pronto que tarde.
El PNV está siendo víctima de su propia estrategia, que no ha sido otra que alimentarse del fanatismo de los otros. Ya saben, el árbol y las nueces. No vale ahora lamentarse de los ataques que sufre la Ertzaintza o de la mala imagen que proyectan hacia el exterior protestas como las de la Vuelta. El PNV (y EH-Bildu) se niega a que la Selección Española de Fútbol juegue en un campo vasco. Porque Euskadi no es España. Ya saben, el nacionalismo siempre estará con las causas justas.