Inteligencia artificial y la pirámide invertida  

A medio plazo, España afrontará una paradoja incómoda: ciudades donde el empleo de calidad se concentra en la parte alta de la pirámide y donde los jóvenes ya no pueden permitirse entrar

Este otoño, miles de recién graduados que soñaban con entrar en el Olimpo corporativo descubrirán que la puerta es más estrecha de lo habitual. Las Big Four —Deloitte, PwC, EY y KPMG— contratarán hasta un 20% menos de juniors que en años anteriores. Traducido: entre 700 y 1.400 jóvenes quedarán fuera del ticket dorado de la consultoría según fuentes consultadas por El Confidencial. Al mismo tiempo, los séniors verán crecer su valor hasta un 10%. No es un ajuste coyuntural, sino el síntoma de un cambio estructural que sacude el corazón del sector. 

La explicación cabe en dos palabras: Inteligencia Artificial. La automatización está devorando las tareas rutinarias que antes justificaban el ejército de analistas en Excel y PowerPoint. En fiscalidad y finanzas, los algoritmos ya validan datos y anticipan riesgos; en recursos humanos, los agentes de voz criban currículums a velocidad supersónica; en legal, la revisión de contratos se ha vuelto casi un trámite automático. Resultado: donde antes hacía falta un batallón de recién licenciados para revisar papeles, ahora basta un par de socios con buen software

El modelo piramidal clásico —muchos becarios en la base, pocos socios en la cúspide— se tambalea. Si la base se reduce, ¿quién se convertirá mañana en manager o en socio? ¿Cómo se transmite el know-how si no hay cantera que entrenar? La IA no solo recorta costes, también erosiona el mecanismo de formación gradual que sostenía la escalera profesional. El valor se concentra arriba, y los de abajo se quedan mirando desde la calle. 

Las consecuencias van más allá del organigrama corporativo. La consultoría y los servicios profesionales han aportado casi uno de cada cuatro nuevos empleos desde 2010 en España. La mayoría se han concentrado en Madrid y Barcelona, y en el tramo alto de la distribución salarial. Menos contratos de entrada implica menos jóvenes de provincias instalándose en la capital. Y aquí entra en juego la geografía económica: si el salario de entrada se ajusta un poco más, ya no compensa pagar 1.200 euros por un piso compartido en Chamberí o en l’Eixample. La ecuación es sencilla: sin cantera de Salamanca, Girona, Valencia o Sevilla, el “motor joven” de las consultoras se gripará. 

El canario en la mina laboral ya ha cantado. Según un estudio de la Universidad de Stanford (Brynjolfsson et al 2025), los jóvenes de 22 a 25 años en ocupaciones altamente expuestas a la IA han perdido un 6% de empleo desde 2022, mientras que sus homólogos de más edad han visto crecer el suyo entre un 6% y un 9%. La mayor sacudida, subraya el informe, no es salarial, sino de oportunidades: el golpe se concentra justo en las puertas de entrada. 

Otro trabajo reciente (Hosseini & Lichtinger, 2025) confirma la misma hipótesis: analizando 62 millones de currículos y 285.000 empresas en EE.UU. entre 2015-2025, encuentran que, a partir del primer trimestre de 2023, las empresas que adoptan IA generativa reducen significativamente la contratación de perfiles juniors mientras que el empleo sénior sigue intacto o crece. Es decir: la escalera profesional se levanta del suelo sin añadir nuevos peldaños.  

A corto plazo, los socios celebrarán mayores márgenes y más bonus. A medio plazo, España afrontará una paradoja incómoda: ciudades donde el empleo de calidad se concentra en la parte alta de la pirámide y donde los jóvenes ya no pueden permitirse entrar. La demografía y el mercado inmobiliario no perdonan. Y si no vienen los mejores expedientes de fuera, ¿qué queda? Una pirámide invertida: mucho peso arriba, demasiado aire abajo. 

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