La IA: ¿Última oportunidad para Europa o principio de su lenta agonía?

Ursula von der Leyen lo dijo con claridad: “La carrera por la IA solo está empezando”

Europa está en una encrucijada. Pese a contar con una base industrial sólida y un enorme talento investigador, la falta de dinamismo, la baja inversión en innovación y el estancamiento de la productividad amenazan con condenar al continente a la “lenta agonía” que advirtió Mario Draghi.

En este contexto, la Inteligencia Artificial no es solo otra tecnología: es la gran palanca capaz de reactivar el crecimiento europeo. La IA podría añadir 1,2 billones de euros a la economía de la Unión en la próxima década y elevar el PIB un 8 %, siempre que logremos una adopción masiva y efectiva.

El punto de partida de esta reflexión se inspira en el número especial de la revista Forward de Google, dedicado al “gran potencial de la IA en Europa”. Un monográfico que subraya una paradoja evidente: Europa tiene más investigadores en IA per cápita que cualquier otra región —un 30 % más que Estados Unidos—, pero carece del músculo inversor que convierte el conocimiento en industria. La brecha no está en el talento, sino en el capital.

Tras la crisis de 2008, la inversión privada en I+D, en sectores de alta tecnología se estancó, atrapada en lo que los economistas llaman la “trampadelatecnologíaintermedia”. Es el punto en el que una economía o un sector adopta tecnologías existentes, pero no logra dar el salto hacia la creación de innovaciones propias de alto valor añadido. En otras palabras: Europa sabe aplicar tecnología, pero no liderar su desarrollo. Romper esa inercia exige duplicar la inversión privada y facilitar el acceso a financiación para escalar empresas innovadoras.

El segundo gran desafío es la adopción. La productividad no mejorará solo automatizando tareas básicas: lo hará cuando las empresas utilicen la IA para resolver problemas complejos. Esa diferencia puede significar un impacto del 11 % del PIB frente a apenas un 2 % si la IA se queda en lo superficial. Pero hay un problema estructural: el 99 % del tejido empresarial europeo son pymes, y solo el 13 % de ellas usa IA, frente al 41 % de las grandes compañías.

La Administración Pública también debe entrar en juego. Su digitalización inteligente podría elevar la productividad europea un 10 % adicional, generando hasta 100.000 millones de euros en valor económico. Modernizar el sector público con IA no es un lujo: es una necesidad para liberar eficiencia y confianza.

A esto se suma la cuestión regulatoria. Europa ha decidido liderar con su LeydeInteligencia Artificial, buscando garantizar confianza e innovación. Pero, como advierte Richard Stirling (Oxford Insights), si la norma no equilibra protección y velocidad, la UE corre el riesgo de convertirse en “un ciudadano de segunda” en la carrera global de la IA.

Ursula von der Leyen lo dijo con claridad: “La carrera por la IA solo está empezando”. Europa tiene talento y visión regulatoria. Lo que falta es decisión, inversión y una mentalidad de adopción real.

Solo si logra transformar el potencial en productividad y crecimiento tangible, evitará que la IA se termine convirtiendo en el motor del declive de Europa.

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