Las perspectivas de Colau… y las de Barcelona

Barcelona se enfrenta a un cambio en el que Colau podría perder el poder (y marcharse a Madrid), la izquierda podría tener control casi total del consistorio y la derecha podría aglutinarse alrededor de JxCAT

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. EFE

Circulan por la red mil y una diatribas contra Ada Colau. Un listado interminable de incumplimientos flagrantes que culmina con el blindaje de la Plaça Sant Jaume para evitar silbidos en el Pregón de La Mercè.

Corrobora la percepción del fin de su idilio con la Barcelona inconformista el último barómetro municipal, que otorga de nuevo la victoria a Ernest Maragall en una elecciones, las de 2023 que aún están un poco lejos pero que son la próxima gran ocasión de comprobar tendencias a partir de resultados tangibles.

¿Se acerca el fin de la era Colau? No hay respuesta clara pero sí aproximaciones, y a falta de asideros mas tangibles nos deberemos conformar con ellas. Pero empecemos por la cola. Sorprende en dicho barómetro la desaparición de C’s, que obtuvo cinco concejales en el 2019 pero que se desplomaría hasta el 1% de la intención de voto. También caería, pero menos el PP, que ya superó por los pelos el listón del 5% de los votos.

Por lo tanto, y es bastante plausible, el consistorio pasaría de ser cosa de seis partidos o grupos a cuatro. Tres de izquierdas, ERC, Comuns y PSC y uno, JxCat que rehúye la denominación de derechas como el diablo de santiguarse en público.

De confirmarse la hecatombe de la derecha, obtendríamos un dato muy revelador de la distancia que separa Madrid de Barcelona. Madrid ciudad y comunidad como casi propiedad de los populares, mientras que el desaparecería en Barcelona, confirmando la sombría tendencia que casi les saca del Parlament en febrero de este mismo año (y que les habría dejado fuera si el mínimo exigido fuera superior al 3%).

Si bien en el Parlament la derecha es irrelevante en términos políticos, cierto es que Vox, C’s y el PP tienen presencia y entre los tres alcanzaron el 15% de los sufragios. Es poco, pero menos es nada, ya que según dicho barómetro ni sumando entre ellos obtendrían el 5% en la ciudad.

¿Sondeo más tendencioso que el de Tezanos? Es posible, pero no, o no tanto en este lado del eje derecha-izquierda sino en el otro. Ya les ha costado, a los cocineros del sondeo, admitir que Colau sigue suspendiendo y que encima se ve de nuevo superada por Ernest Maragall.

Los Comuns van a la baja mientras, como también señalan, el PSC mejora sus expectativas. Pero bien podría suceder, como no pocos comentaristas apuntan, que la tendencia estuviera infravalorado por el barómetro, y que encima se consolidara. Si así fuera, si como asegura Jaume Collboni, puede incluso ganar, o por lo menos superar a los Comuns, el partido de la alcaldesa podría verse relegado a la tercera posición.

La debacle no está asegurada pero hoy está mucho más cerca que ayer. Dado que, llegamos a la cabeza o sea el meollo de la cuestión, JxCat sube casi meteóricamente de la mano de Elsa Artadi, el bloque independentista podría alcanzar la mayoría absoluta que se cifra en 21 asientos. Más aún si la CUP, que anda muy cerca, consigue saltar la barrera y hacerse con un par de escaños que podrían resultar decisivos.

Pero podría ser también que el virtual empate entre Comuns y PSC por un lado y ERC más JxCat por el otro se resolviera a favor de los primeros. En este caso, cabría la posibilidad de que los Comuns siguieran un poco por delante de los socialistas. Solamente así Colau renovaría mandato. Ya le fue por los pelos en 2019, y el ex primer ministro Valls la salvó, pero ahora la incertidumbre es aún mayor.

Ministerio o caída

De ahí los reiterados rumores que la sitúan de ministra en Madrid, que van a durar mientras en Unidas Podemos no tengan claro cuáles son los cambios que mejor les convienen.

Que a Pedro Sánchez le iría de perillas despejar el terreno a Collboni es algo que nadie puede dudar. Con Colau al frente, los Comuns conservan ciertas posibilidades de mantener Barcelona en sus manos, más que nada como trofeo ideológico. Sin Colau, lo mejor que podría sucederles es resignarse a ejercer de segundones en una alianza con los socialistas o tal vez, si así lo propician los resultados, de terceros en discordia con ERC al mando.

Las hojas de la margarita repiten: o primero ministra y luego nada, o a la nada directamente sin haber sido ministra. En la primera opción, abandonado por la capitana, el barco se hundiría sin remisión. Pero ella se ahorraría el oprobio de perder después de no haber llevado a Barcelona, y ni siquiera encaminado, a ningún puerto perceptible aunque fuera poco seguro.

En la segunda, con ella se hundirían los ensueños de quienes confiaron en los otrora rebeldes Comuns con una ilusiones de cambio que yacen bajo la capa freática del subsuelo (y que allí seguirían aunque repitiera mandato por carambola).

¿Y de Barcelona, qué? Pues poco que añadir. Los tres partidos restantes se reclaman de orden, pero lo más probable es que, a diferencia de hoy, la mayoría del consistorio preferiría la Ricarda a la ampliación del aeropuerto.

En estos días, Barcelona está de fiesta. Es de temer que en un futuro no muy lejano se vista de luto.