“Nosotros o el caos”, dice Pedro Sánchez
Al culpar a saboteadores enmascarados, el Gobierno no solo admite su incapacidad para prevenir el caos, sino que lo abraza como parte de su identidad
En 1975, la revista Hermano Lobo nos regaló una joya del humor político español: un líder subido a un púlpito, gritando a la masa “¡Nosotros o el caos!”. La multitud, con esa sabiduría colectiva que a veces se le escapa a los políticos, respondía al unísono: “¡El caos, el caos!”. Y el líder, sin inmutarse, remataba: “Es igual, somos lo mismo”. Casi medio siglo después, el Gobierno de Pedro Sánchez parece haber desempolvado este guion para convertirlo en su nueva estrategia de comunicación tras el apagón eléctrico y los parones ferroviarios.
Pero, como en toda buena comedia, la falta de transparencia y las piruetas narrativas del Ejecutivo convierten esta trama en una sátira digna de aplauso… o de silbidos. El apagón fue un recordatorio de que la modernidad pende de un cable y de decisiones políticas que no pueden esconderse diciendo que la culpa es de los 15 gigavatios que se esfumaron sin que nadie sepa cómo ni adónde. Nada mejor que organizar una o dos comisiones para que la verdad no se conozca nunca y prevalezca la idea de que hay un enemigo invisible que quiere el caos y el desorden.
Y en ello están el Gobierno y su “equipo olímpico de opinión sincronizada”, en el relato de la existencia de unas fuerzas ocultas que quieren que las cosas le vayan mal a Pedro Sánchez y a todo su equipo de “progreso”. Es un nuevo guion que explica que quienes quieren el “cuanto peor, mejor” no son sino fuerzas retrógradas que no aceptan el legítimo derecho de “Frankenstein” a gobernarnos. En definitiva, es la ultraderecha que quiere llevarnos de nuevo a los tiempos de oscuridad en los que vivía España antes de la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Por eso, durante el apagón se señaló a los “operadores privados” y a la fascista energía nuclear como responsables, sin descartar el sabotaje ni el ciberataque como posibles causas. No hay pruebas de ello, todo lo contrario, pero el discurso ya está servido. Y lo mismo está pasando con el parón de los trenes. La palabra “sabotaje” no es casual. Refuerza la teoría de la conspiración y la intencionalidad política, aunque todo apunte a que se trata de uno más de los muchos robos de cobre que se producen en los tendidos ferroviarios y otras instalaciones que los ladrones conocen de sobra.
«El apagón fue un recordatorio de que la modernidad pende de un cable y de decisiones políticas que no pueden esconderse diciendo que la culpa es de los 15 gigavatios que se esfumaron sin que nadie sepa cómo ni adónde»
Pero claro, es más fácil decir que el objetivo es perjudicar al Gobierno sembrando el caos que admitir la existencia de problemas estructurales. La falta de seguridad en los trenes y la debilidad del sistema eléctrico no caben en el nuevo guion ni encajan con el cuento que ya preparan los medios al servicio del Gobierno. Necesitan una versión “conspiranoica” más del agrado de las mentes relajadas del (según el CIS) creciente electorado socialista.
En su último sondeo, Félix Tezanos nos da la clave de lo que acaban de descubrir en el laboratorio de La Moncloa: que una parte importante de la sociedad española prefiere que le cuenten una historia de caballeros y dragones a que le digan la verdad. Así que no sería de extrañar que en la próxima campaña electoral el PSOE sustituyera los tradicionales mítines por apagones.
Por eso Pedro Sánchez viene otra vez a decirnos que o gobierna él o es el caos. Y no es una simple advertencia, es una clara amenaza. Si su Gobierno cae, nos dice, España se sumirá definitivamente en la oscuridad absoluta y la parálisis total. Pero, afortunadamente, hay una parte muy importante de la sociedad española que sabe que el caos ya está aquí y que nos gobiernan quienes mejor lo representan.
Como en la viñeta de 1975, la masa ya no se traga el discurso del miedo, sobre todo cuando viene envuelto en la opacidad más absoluta para hacernos creer que hay fantasmas arrastrando cadenas en la oscuridad. La ironía es que, al culpar a saboteadores enmascarados, el Gobierno no solo admite su incapacidad para prevenir el caos, sino que lo abraza como parte de su identidad. “Nosotros o el caos”, dice Sánchez. Y la masa, con una sonrisa, responde: “El caos, el caos”. Porque, al final, como bien sabían en Hermano Lobo, son lo mismo.