Pujol y Mas no vuelven a escena, nunca se fueron

Jordi Pujol es el padre político de Artur Mas, que convoco un referéndum ilegal en 2014, y dio paso a Puigdemont que lo único que hizo fue accionar el botón del maletín nuclear pujolista

Durante décadas se llamo nacionalismo moderado a CiU. Pujol, encumbrado a español del año por ABC, Mas y Duran recibidos con suma deferencia en todos los cenáculos importantes de Madrid con mullidas moquetas y poder, mucho poder.

El todo Madrid se sentía cómodo con una gente bien vestida, educada, viajada y que hablaba idiomas y que, además, tenían el detalle de dejar su nacionalismo provinciano en el aeropuerto de El Prat y aterrizar en Madrid limpios del tufo supremacista que iban desprendiendo por Barcelona.

Los juegos de medias verdades

Fue un autoengaño, ni los políticos, ni los empresarios, ni nadie que tratara con ellos con dos dedos de frente podía pensar que fueran personas sensatas y moderadas, pero eran negocios, políticos o económicos. A todos, aquí y allá, les iba bien ese juego de medias verdades.

Unos se apoyaban políticamente a otros, los contratos iban y volvían, una falsa concordia en la que la beautiful people de Felipe González, los mandamases del barrio de Salamanca, El Viso, la Moraleja y Pozuelo miraban hacia otro lado mientras la factura de esos beneficiosos acuerdos los pagaban los catalanes desafectos al pujolismo, una gente molesta y poco ruidosa a la que, eso sí, cuando viajaban a Madrid, y por casualidad se cruzaban con alguno de ellos siempre les decían, con prisa y en voz baja, “no te preocupes, está todo controlado”.

Junts no es un partido nuevo, es la evolución lógica de la deriva enloquecida de CiU, el resultado de tantos años de ingeniera social y Aliança Catalana es su Gremlin malo

La campaña de Junts ha contado con el apoyo, primero, de Pujol y, luego, de Artur Mas. Quizás haya alguien en Madrid que se caiga del guindo y se pregunte ¿Cómo puede ser que esa gente tan educada que conocí de su apoyo a un individuo así? La candidez de quien tenga ese pensamiento debe mover a la compasión.

El legado de Pujol

Pujol, el presidente del “hoy paciencia y mañana independencia” es el padre político de Artur Mas, que convoco un referéndum ilegal en 2014, y dio paso a Puigdemont que lo único que hizo fue accionar el botón del maletín nuclear pujolista forjado durante décadas de silenciar a una parte de la sociedad catalana, adoctrinar a la otra y trapichear con el poder en el capital de su odiada España.

Jordi Pujol y Artur Mas en 2014. Foto EFE/Alberto Estévez

Puigdemont es tan hijo del tándem Pujol-Mas como Sánchez es un destilado de Zapatero. Ni unos ni los otros fueron jamás moderados, los nacionalistas siempre fueron independentistas. Los socialistas, de ZP en adelante siempre quisieron que la transición hubiera sido otra cosa y, posiblemente, se avergüenzan de que Franco muriera en la cama y ahora nos los quieren hacer pagar al resto paseando su féretro en helicóptero por los tejados de Madrid en una imagen típicamente daliniana.

De CiU a Junts

Junts no es un partido nuevo, es la evolución lógica de la deriva enloquecida de CiU, el resultado de tantos años de ingeniera social y Aliança Catalana es su Gremlin malo. Al igual que CiU pactó a diestro y siniestro con el PSOE y el PP, ahora Junts pacta con el PSOE y si mañana lo tiene que hacer con el PP así será, en nombre de su Cataluña, que no la de todos, no hay nada que les detenga.

La jugada de Puigdemont de sacar a pasear a Pujol y Mas, algo así como los Austrias mayores del nacionalismo catalán es buena. Una parte de la sociedad catalana ha caído en la melancolía de esos tiempos en los que los nacionalistas catalanes eran recibidos por Jacques Delors en Bruselas y el Rey Emérito era cómplice de sus tropelías.

Junts en elecciones anteriores se negó a si misma y tuvo malos resultados electorales, ahora permite que su carrocería sea transparente. Pujol no ha evolucionado su opinión sobre los andaluces reflejada en sus primeros escritos, está más vigente que nunca.

Hay algunas pequeñas diferencias entre la CiU del siglo XX y el Junts del XXI, ahora ya no necesitan hacer creer que les interesa la gobernabilidad de España, pueden decir con toda paz que la odian y aquellos que llevan inoculado el odio que se les ha suministrado durante décadas aplauden y les votan.

Es más, en ocasiones ni hace falta que intenten aparentar que les interesa para nada la vida de los catalanes, ellos están aquí para arreglar lo suyo. ¿Y que es lo suyo? Tras llevárselo crudo durante décadas ahora Sánchez les regala la amnistía, para Pujol es la segunda vez que le sucede, con Banca Catalana también se fue de rositas y encima, en nombre de Cataluña, aparentó ser la víctima.