¿Sigue siendo posible la concordia?
El conflicto siempre existirá en sociedades complejas, bien lo sabían los padres del liberalismo; la cuestión es promover instituciones que conviertan esas diferencias en un sano y creativo pluralismo
No hay dos Españas, defiende Armando Zerolo en Contra la tercera España (Deusto, 2025). Solo hay una y está formada por millones de ciudadanos, cada uno hijo de su padre y de su madre, de sus propias circunstancias, de su historia. No hay bloques homogéneos e impermeables. El “muro” solo estaría en el proyecto de unos pocos y en la imaginación de algunos más. Así pues, más nos valdría escapar de maniqueísmos y pretensiones de uniformidad, fórmulas que siempre conducen a destinos no queridos.
Este profesor de Filosofía Política y del Derecho nos regala con su obra una sugerente reflexión en defensa de la polaridad y, por lo tanto, en contra de la polarización. “Todo intento de uniformidad no es más que una parcialidad ampliada”. Así, Zerolo apunta que “no tenemos que ser hermanos ni llevarnos bien para poder convivir”. Es este un libro que nos reta a escapar de la simplificación y a profundizar en la situación de nuestro país, sobre todo, a aquellos con tendencia a habitar en trincheras políticas.
El conflicto siempre existirá en sociedades complejas, bien lo sabían los padres del liberalismo; la cuestión es promover instituciones que conviertan esas diferencias en un sano y creativo pluralismo, en bien común, y no en violencia e imposición. Para canalizar esas divergencias, la democracia liberal sigue siendo el mejor invento humano o, como diría Winston Churchill, el peor si exceptuamos el resto de los sistemas políticos.
Los intereses pueden negociarse, y las identidades pueden complementarse. Todo ello puede ser enriquecimiento personal y colectivo. Sin embargo, las ideologías que se apartan de la realidad nos empujan a la dichosa polarización, a la ruptura de la sociedad, a la no aceptación de la dignidad del otro. En este sentido, y en el prólogo de la obra, el profesor Ángel Rivero inserta el pensamiento de Zerolo en la magnífica tradición liberal de sir Isaiah Berlin, la del pluralismo.
También resultan interesantes los matices que de un epílogo en el que Gregorio Luri hace gala de un scrutoniano uso del pesimismo. No escaparemos de la polarización, viene a decirnos. No tendremos nunca una sociedad formada únicamente por ciudadanos liberales y dialogantes. No será tan fácil.
Nadie dijo que sería fácil. Y se agradece el esfuerzo de Zerolo por recuperar parte de aquel espíritu que posibilitó nuestra Transición democrática. Sin embargo, ¿son hoy posibles los espacios de encuentro cuando es el propio gobierno quien subvenciona la confrontación? “La concordia fue posible”, reza el epitafio de Adolfo Suárez. El del actual presidente bien podría ser: “Intenté levantar un muro entre españoles”. ¿Lo consiguió? ¿Sigue siendo posible la concordia?