El fin del oasis catalán: «Madrid ha empujado un radicalismo suicida»

Carles Castro analiza en "El poder catalán en su laberinto", de ED Libros, el fin del oasis catalán y sus riesgos: la autodestrucción y la parálisis

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Cada vez queda menos rastro de aquel catalanismo político basado en exigir mayores cuotas de autogobierno a cambio de ofrecer estabilidad a los grandes partidos españoles. Hoy, Cataluña es una comunidad partida y cuesta vislumbrar el final de la división. «Estamos en una situación autodestructiva, estamos enfrentados y con un riesgo enorme de parálisis porque un bloque no puede imponerse al otro», analiza el periodista Carles Castro, autor de El poder catalán en su laberinto, de ED Libros.

Castro, un reconocido experto en análisis demoscópico, ha realizado un viaje electoral de 40 años fijando particular atención al comportamiento de lo que él llama la minoría determinante, compuesta por catalanistas que históricamente se manifestaban con graduaciones muy diversas y que en los últimos tiempos se han extremado.

«A partir de 2010, esta minoría determinante se radicaliza. Pasa a votar en clave soberanista en las elecciones autonómicas y también comienza a votar mayoritariamente en clave soberanista en las generales», describe.

El fin del voto dual

— ¿Qué ha ocurrido con aquellas amplias capas que practicaban el voto dual, con aquellos que votaban al nacionalismo catalán en las elecciones autonómicas y a partidos españoles en las generales?

— «Hay un factor del que se habla poco y es que la minoría determinante ha experimentado un cambio demográfico importante. La minoría determinante ya no sólo incluye a catalanes autóctonos, sino a hijos de la inmigración de otros puntos de España. Las nuevas generaciones no sienten miedos propios de los años posteriores a la Transición y tampoco arrastran viejas lealtades».

La minoría determinante ya no se pregunta «todo esto quién lo paga»

Recuerda en este punto Carles Castro aquella observación tan certera de Josep Pla acerca de los catalanes, que cuando veían un exceso de aventurismo se preguntaban, realistas: ¿Y todo esto quién lo paga? «Lo que pasa desde 2015 es que la minoría determinante deja de hacerse esta pregunta de todo esto quién lo paga. De alguna manera el inmovilismo de Madrid les empuja a un radicalismo suicida”, concluye el autor de El poder catalán en su laberinto.

Tan catalanes como españoles

— ¿Hasta qué punto han cambiado los sentimientos de pertenencia? ¿Hay un voto táctico detrás de las opciones soberanistas?

— «El gran grueso de los que sienten tan catalanes como españoles sigue siendo el mayoritario pero disminuye, cae por debajo del 50%. Después de la turbulenta la tramitación del Estatut, de la victoria del PP en 2011 y del pico del paro en 2013 es cuando se reduce más el porcentaje de los que se sienten tan catalanes como españoles y, en contraste, crece mucho el de que sólo se sienten catalanes, que pasa del 20% y se acerca incluso al 30%».

— ¿Hay datos demoscópicos que favorezcan la esperanza del fin de la Cataluña partida?

— «Sí, hay un grupo importante en el electorado soberanista que aceptaría un nuevo encaje de Cataluña en España. Creo que hay un gureso suficiente para ensayar una tercera vía. Hay una mayoría potencial, la hay».

Un juego cada vez más complicado

Sea como fuere, el catalanismo ha cambiado decisivamente. «El nacionalismo ha basculado hacia el independentismo mientras que en el bloque partidario de la unidad de España también ha habido un cambio muy importante: antes el catalanismo español del PSC era el polo dominante y ahoro lo es el españolismo catalán de Ciudadanos».

La conclusión, según Carles Castro, es que el juego se ha complicado. «Cataluña está partida en dos y esto facilita el discurso de Madrid: oigan, antes de pedir nada pónganse de acuerdo entre ustedes».

Marcos Pardeiro

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