ERC se somete a la ofensiva de Puigdemont

Esquerra evita el choque frontal y soterra las tensiones con JpC tras el recurso del líder huido ante el TC contra Torrent y la Mesa del Parlament

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Ante la nueva maniobra de Carles Puigdemont, que ha llevado al Tribunal Constitucional a la Mesa del Parlament y el presidente de la cámara, el republicano Roger Torrent, ERC ha optado por volver a bajar la cabeza para evitar una ruptura con sus socios de Junts per Catalunya (JpC) que solo podría precipitar unas elecciones anticipadas.

En el seno del partido de Oriol Junqueras ha sentado como un tiro el recurso de amparo presentado por Puigdemont contra la decisión tomada por la mesa en octubre en virtud de la cual se le denegó que siguiera usando el voto delegado.

Pero en su reacción pública, se ha limitado a enfatizar la paradoja de que el expresident recurra una decisión de la Mesa del Parlament, una institución catalana, ante ese Constitucional que el propio expresident se ha encargado de demonizar. De momento, Esquerra prefiere que la sangre no llegue al río.

ERC opta por la guerra fría

«Si el presidente Puigdemont ha considerado que un recurso ante el Tribunal Constitucional español contra la mesa y el presidente del Parlament es la mejor manera de defensar sus derechos, respetamos su decisión», se limitó a repetir este martes la portavoz de Esquerra, Marta Vilalta. La frase lleva veneno, pero implica también una capitulación.

Vilalta, eso sí, incidió en dos discrepancias con JpC, que alega que Esquerra fue informada por anticipado de la presentación del recurso y que el mismo es «indispensable» para proseguir con la estrategia jurídica seguida por el expresident contra su suspensión, una línea de actuación que ya comportó la presentación de un recurso contra la suspensión de Puigdemont como diputado, dictada en julio por el juez instructor de la causa del procés, Pablo Llarena, y que pasa por llegar hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), para lo cual primero hay que agotar las vías judiciales españolas.

La portavoz de ERC negó ambas cosas. Aseguró, primero, que en su partido no han tenido constancia del recurso hasta que se ha presentado y, segundo, que lo único imprescindible era recurrir la decisión de Llarena. «Eso era imprescindible y lo recurrieron todas las defensas» de los suspendidos, alegó Vilalta.

Ofensiva preelectoral

En el seno de la formación de Junqueras enmarcan la maniobra de Puigdemont en una nueva ofensiva de desgaste contra ERC, esta ya en clave abiertamente preelectoral. La presentación del recurso, de hecho, se encabalga con la activación de la ponencia para impulsar una reforma del reglamento del Parlament que incluya la posibilidad de una investidura a distancia con la que JpC vuelve a amagar con restituir a Puigdemont. 

Ese intento ya provocó el lunes un intercambio de pullas entre Torrent, diana favorita de los ataques de JpC a los republicanos desde que vetó el primer intento de investidura de Puigdemont, y el propio expresident.

En crisis desde julio

Otra cosa es exhibir la fractura en público. Por ahora, los republicanos no quieren repetir la imagen dada cuando, en julio, se enfrentaron por primera vez a sus socios de gobierno por los diputados suspendidos. Aquel fue un choque frontal y abierto en el que ambas formaciones se acusaron mutuamente de mentir, pero después, para evitar un adelante electoral que unos y otros llegaron a la conclusión de que no les convenía, se optó por calmar los ánimos y buscar un acuerdo de mínimos. 

Aquella crisis se zanjó en falso con un acuerdo de mínimos en octubre que, a la hora de ser aplicado, propició un nuevo choque que tuvo como principal consecuencia la pérdida de la mayoría independentista en el Parlament. La desconfianza entre JpC y ERC no se ha rebajado desde entonces, pese a la escenificación de un supuesto acercamiento entre Puigdemont y Junqueras, pero ahora, con un recurso precisamente contra la aplicación de aquel acuerdo en falso de hace tres meses, el expresident vuelve a elevar la temperatura del conflicto. Tal vez sabedor de que, pese a todo, Esquerra prefiere aguantar las andanadas que romper la baraja.

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