La obstinación de Mas lleva a Cataluña a nuevas elecciones

A menos que ocurra un milagro político, el estancamiento político catalán se resolverá con el llamado a elecciones para la primera semana de marzo

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Es un diálogo de sordos. En la CUP, dicen que su voto es contra la persona, no contra el «proceso», e invitan a Junts pel Sí a buscar otro candidato. En esta coalición de Convergència y Esquerra (con otras agrupaciones) dijeron que no hay candidato alternativo. Es Artur Mas o nada.

Y nada, en realidad, significa volver a la casilla de salida, como el juego de la oca. Y a menos que esta semana ocurra un milagro político, lo más probable es que hacia la primera semana de marzo los catalanes tengan que volver a votar un presidente de Gobierno.

Estancamiento político

Para ser presidente del Gobierno, Artur Mas necesita la aprobación de la mitad más uno de los votos. Junts pel Sí tiene 62 diputados, y necesita 68. Hoy se sabe que la CUP se abstendrá con sus 10 diputados, y enfrente, el resto de partidos (PSC, Ciudadanos, Catalunya Sí que es Pot y PP, con un total de 63 escaños) volverían a votar en contra. 

Esta semana, en teoría, los partidos debería agotar las posibilidades de negociación para proponer un candidato a la presidencia de la Generalitat; pero visto el estancamiento de los últimos tres meses, nada hace percibir que JxS ceda a un candidato alternativo. La CUP había planteado que presenten a Raül Romeva, pero fue como hablar con una pared.

En términos técnicos, si para el sábado 9 de enero ni Mas ni ninguno otro candidato es elegido presidente, el domingo 10 el Parlamento queda disuelto y el actual presidente en funciones deberá convocar nuevas elecciones, que se realizarían 54 días después de publicado el decreto de convocatoria. El domingo 6 de marzo podría ser una fecha probable.

La obstinación de Mas
  
La negativa de JxS responde a la apuesta personalista que ha impuesto Artur Mas. Para algunos puede ser firmeza de ideales, pero para otros su obstinación lleva al suicidio político de su figura en particular, y de su partido en general. 

Cuando era Conseller en Cap, el independentismo era minoritario y para Mas era un asunto anacrónico. Pero conforme el PP en Madrid se fue haciendo más centralista, y el soberanismo crecía día a día, Mas se propuso liderar la tendencia y pasar a ser el más convencido de los independentistas. Su socio minoritario de Convergència i Unió, Josep Duran i Lleida, abandonó el barco aunque también significó su naufragio político.

La alianza con ERC para crear JxS comenzó a despertar recelos entre los militantes convergentes, burgueses poco amigos del independentismo de ERC. Pero la hipotética alianza con la CUP ya colmó el vaso de la paciencia de sus seguidores. Muchos suspiran aliviados al ver que los convergentes no tendrán como compañeros de cama a radicales antisistema, en las antípodas de su pensamiento político.

Seguir como sea 

Pero Mas quiere seguir adelante en un túnel a oscuras. Y tras el desgaste de estos tres meses de negociaciones que llevaron a un punto muerto, lo más probable es que unas próximas elecciones signifique una pérdida de votos para la candidatura del actual presidente en funciones. 

Los partidos de la oposición esperan recoger algunos de los frutos que caerán del agotado árbol convergente. Pero si en tres meses ninguna candidatura logra concentrar la mayoría necesaria en el Parlamento, se puede regresar a un bucle como en la película ‘Atrapado en el tiempo’.

Economía Digital

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