Los testículos del león castrado del Congreso, objeto de debate político

Los criterios de conservación actuales "desaconsejan", con carácter general, la acción de completar piezas escultóricas

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El Gobierno ha rechazado la propuesta de dotar de testículos a uno de los leones de bronce que guardan la puerta principal del Congreso de los Diputados porque considera que completar esa obra podría ocasionar «efectos dañinos» sobre la escultura original.

En agosto de 2012, el Canal de Historia investigó las razones de la tara de unos de los dos felinos de bronce que custodian el Palacio del Congreso, llegando a la conclusión de que no existía razón artística, histórica, biológica o de cualquier otro tipo que justifique la ausencia de ese elemento. La directora del citado canal de televisión, Carolina Godayol, se dirigió entonces a la Comisión de Peticiones del Congreso ofreciéndose a colocar de manera gratuita el saco escrotal a Daoíz, el león afectado, y completar así la obra, cuyo autor es el escultor Ponciano Ponzano.

Comisión parlamentaria

La citada comisión parlamentaria puso el asunto en manos del Ministerio de la Presidencia y éste, a su vez, en las de Educación y Cultura, y ha sido el departamento que dirige José Ignacio Wert el que ha contestado recientemente a la autora de la mencionada solicitud.

En su respuesta, el Ejecutivo explica que en los años 50 el león castrado, que se colocó en la fachada del Congreso en 1872, ya se encontraba en el estado actual, según las imágenes que se encuentran en la Fototeca de Patrimonio Histórico.

Defecto de origen

Según el Gobierno, «muy posiblemente» se trate de «un defecto de origen», ocasionado en la propia fundición de la escultura al proceder a extraerla del molde, un trabajo que corrió a cargo de la Real Fundición de Bronces de Sevilla, que fue la encargada de transformar el metal que procedía de los cañones arrebatados al enemigo en la batalla de Wad-Ras en la guerra de África.

En todo caso, el Gobierno remarca que los criterios de conservación actuales «desaconsejan», con carácter general, la acción de completar piezas escultóricas que han perdido su integridad porque, en primer lugar, en la mayoría de los casos «no existen indicios suficientes»de la morfología exacta del original y, en segundo, porque las «pérdidas» suponen una parte de la historia de la pieza «que se oculta con la reintegración».

Pero, además, el Ministerio que dirige José Ignacio Wert defiende que la inclusión en la obra de un material distinto puede ocasionar «efectos dañinos» para el original. «Esto es especialmente grave en el caso de esculturas metálicas, ya que la diversa composición de las partes puede ocasionar el efecto de pila galvánica, con el consiguiente deterioro por corrosión», precisa.

Economía Digital

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