Podem abre el baile para sustituir a Domènech mientras Colau mueve fichas

La alcaldesa de Barcelona toma las riendas de la confluencia y trata de evitar otro liderazgo como el de Domènech que pueda llegar a cuestionar el suyo

Xavier Domènech y Ada Colau, en una imagen de archivo. /EFE

Xavier Domènech y Ada Colau, en una imagen de archivo. /EFE

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La sorpresiva marcha de Xavier Domènech, el clavo ardiendo al que se habían aferrado hace apenas unos meses Ada Colau y Pablo Iglesias para salvar la convulsa unidad en Cataluña de Podemos, los comunes y la antigua ICV, ha dejado a la confluencia de izquierdas descolocada y, más aún que antes, cogida con pinzas. Domènech acabó unificando los liderazgos de Podem, Catalunya en Comú y el grupo que ambas formaciones integran en el Parlament. Su marcha, por tanto, ha dejado huérfanas de liderazgo a las tres patas del conjunto, que ahora tiene que reaccionar a marchas forzadas.

El baile lo abre este sábado Podem, que ha convocado a su consejo ciudadano de forma extraordinaria para decidir los términos de la elección de un sucesor de Domènech al frente del partido, que, salvo sorpresa, será escogido por el mismo método por el que el ya ex secretario general accedió al puesto, en unas primarias.

CatComú, por su parte, ha convocado el 17 de septiembre una ejecutiva de la que debería salir un nuevo coordinador general. De momento, el peso del partido recae de forma interina en Marc Parès, uno de los arquitectos del espacio de los comunes, y estrecho colaborador de Domènech, y la diputada Susana Segovia.

Colau coge las riendas

La tercera pata, el grupo parlamentario, tiene previsto decidir en los próximos días tanto el relevo como diputado de Domènech -que, si corre la lista, correspondería a Lucas Ferro, de Podem- como su sucesor en la presidencia del grupo, un puesto para el que Colau, la primera en reaccionar a la renuncia del líder de los comunes, ya ha señalado a Jessica Albiach. La decisión está por tomar, pero, con Domènech fuera, nadie está en condiciones de discutirle su hiperliderazgo a Colau ni en Catalunya en Comú ni en el conjunto de la confluencia.

En todo caso, la cuestión se quiere resolver cuanto antes mejor. El Parlament, bloqueado por el desencuentro entre ERC y JpC por la forma de afrontar la suspensión de Carles Puigdemont, no tiene ningún pleno convocado hasta el 2 de octubre, pero la intención, explican fuentes del grupo, es celebrar una reunión a ser posible esta próxima semana y zanjar el tema, sin necesidad de esperar a las renovaciones en las cúpulas de los partidos.

Colau se ha encargado ya de marcar la pauta a seguir, que, según ha insistido, implica no volver a agrupar todos los cargos en manos de la misma persona. Una apuesta que, de paso, evita que nadie pueda llegar a hacerle sombra a la alcaldesa de Barcelona y ahora líder de facto en solitario de la confluencia.

Tensiones internas

Pero el control de ese espacio político seguirá sin ser un camino de rosas para Colau, que el miércoles atribuyó la renuncia de Domènech a la sobrecarga de trabajo y que se ha pasado la semana desmintiendo a las voces que apuntan que el hartazgo del dimisionario era también político, a raíz de las numerosas disputas internas y de supuestas presiones ejercidas incluso desde el entorno de la propia alcaldesa.

Domènech trató de armonizar las diferentes sensibilidades en el seno de los comunes en torno al soberanismo, pero las tensiones entre el ala más cercana a los postulados de los independentistas, cuya representante más significada es la portavoz del grupo en el Parlament, Elisenda Alamany, y el sector federalista representado por la propia Colau no han cesado.

Alamany tira con bala

La propia Alamany acabó quedando fuera de la lista que pactaron Colau y Domènech -que apostaba por ella- y que ganó las primarias celebradas a principios del verano. Ahora, Colau aboga, al menos en público, por mantenerla como portavoz parlamentaria.

La misma mañana del miércoles en que la alcaldesa abundaba en el agotamiento personal de Domènech, Alamany publicaba en su cuenta de Twitter el siguiente mensaje en modo a- buen-entendedor… : “Toda la gente que ahora habla tan bien del Xavi. Él siempre ha sido este hombre dialogante, incluso cuando le golpeabais por tierra, mar y aire. Su despedida nos tendría que poner a todos frente a un espejo. Perdonad, pero si no lo digo, reviento”.

Sea como fuere, la marcha de Domènech supone nubarrones en el horizonte de la confluencia, faltos de figuras que susciten tanto consenso, y una eventual guerra sucesoria interna no supone tampoco el mejor de los escenarios posibles para Colau. Menos aún a apenas diez meses de unas elecciones municipales que ofrecen perspectivas más que inciertas para la alcaldesa.

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