Puigdemont admite su frustración por el éxito de Borrell en la UE

"He tenido que seguir el 'hearing' a Josep Borrell desde la distancia y no desde el mismo Parlamento Europeo", lamenta Carles Puigdemont

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Carles Puigdemont no ha conseguido contener su frustración por el inmininente nombramiento del ministro de Exteriores en funciones Josep Borrell como el próximo Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea (UE). Borrell superó el examen casi sin despeinarse tras someterse a un hearing de tres horas esquivando las preguntas sobre el conflicto catalán cual malabarista.

Si bien con solo observar la comparecencia del lunes ya era evidente que el socialista catalán no afrontaría dificultades para convertirse en el jefe de la diplomacia europea, este martes se ha ratificado. La reunión de los coordinadores de grupo del Parlamento Europeo, celebrada a puerta cerrada, ha concluido con el visto bueno de dos tercios de los eurodiputados para que Borrell asuma el cargo a partir de noviembre. El grupo ultraderechista Identidad y Democracia ha sido el único que ha votado en contra de su nombramiento.

La noticia ha sentado mal en el entorno independentista, que incluso llegó al punto de amenazar con hacer todo lo posible para evitar que Borrell llegase a uno de los puestos clave del Ejecutivo europeo. Y Puigdemont ni siquiera ha esperado a que se confirmase el aval de la Cámara a Borrell para para airear su decepción. Lo primero que ha lamentado es haber seguido el hearing «desde la distancia y no desde el mismo Parlamento Europeo», según manifestó en un tuit publicado durante la audiencia del ministro español.

El ex president de la Generalitat fugado a Bélgica ha asegurado que es en la Eurocámara «donde los ciudadanos nos quieren», aludiendo a su imposibilidad de recoger su acta de eurodiputado electo dada su condición de prófugo de la justicia española. «Me hubiera gustado formularle preguntas, en defensa de los derechos de nuestros electores», ha añadido, refiriéndose a los votantes independentistas que «han sido los únicos que no han podido participar» en la interpelación a Borrell.

La rivalidad política de Borrell y Puigdemont (y su sucesor, Quim Torra) es harto conocida. El ministro de Exteriores en funciones, entre otras cosas, ha dedicado muchos esfuerzos a atacar las delegaciones de la Generalitat en el extranjero, por ejemplo. Su departamento ha acusado al Govern catalán de realizar a través de sus «embajadas» labores en favor de la causa independentista, y el entorno secesionista ha intentado sacudirse de las acusaciones de poner en marcha «estructuras de Estado» para promover el separatismo catalán en el extranjero.

Este lunes, durante su hearing, Borrell evitó las preguntas sobre Cataluña y advirtió de que su tarea como Alto Representante de la Política Exterior de la UE «no será pronunciarme sobre los problemas internos de cada uno de los países», así «sea el mío». Indirectamente, ha criticado desde la Eurocámara las «identidades» y los nacionalismos. «No me gustan las fronteras. A nadie se le obliga a estar en ninguna parte. Yo me siento catalán, español y europeo. No es incompatible», ha afirmado.

Borrell: «La UE tiene que aprender a utilizar el lenguaje del poder»

Tras conseguir el sí del Parlamento Europeo, Borrell se situará a partir del 1 de noviembre próximo al frente del Servicio Europeo de Acción Exterior, un departamento que cuenta con una plantilla de 4.169 personas, tiene 140 delegaciones en todo el mundo y gestiona un presupuesto de casi 680 millones de euros en 2018. El único paso pendiente para confirmar por completo su nombramiento tendrá lugar el próximo 23 de octubre, cuando la Eurocámara debe dar su visto bueno al conjunto del Colegio de Comisarios.

Borrell ha defendido este martes que «la Unión Europea tiene que aprender a utilizar el lenguaje del poder» en un mundo más completo. Ha prometido también trabajar para superar el «común denominador mínimo» entre los Gobiernos y «recuperar un sentido de la iniciativa y la acción» por parte de la UE. Además, advirtió de que «no puedo estar en todas partes», por lo que promoverá «encargar» misiones a ministros de países determinados que «conocen mucho mejor que otros» la problemática en algunos países y situaciones.

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