Puigdemont: el gran perdedor de la moción de censura

Las maniobras de Carles Puigdemont y de su entorno para forzar la abstención del Pdecat no surgieron efecto

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Las últimas 72 horas han sido testigo de una extraordinaria actividad política. Los líderes políticos del conjunto de España han cruzado infinidad de conversaciones, mensajes y contactos. Y otros líderes que no residen en España también han interferido; ninguno tan destacado como Carles Puigdemont.

El expresidente de la Generalitat y dominador indiscutible de Junts per Catalunya (JpC) no ha podido doblegar en esta ocasión a la coordinadora general del Pdecat, Marta Pascal, muy activa en la operación política para derribar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Puigdemont usó a su habitual equipo de confianza en Cataluña —siempre comandado por Elsa Artadi (futura consellera de Presidencia)— en busca de una abstención de los 8 diputados del Pdecat que permitiera visibilizar que «no hay nada de qué hablar sobre España», un asunto ajeno. En la mente de Puigdemont sólo existe «el saco del 155» y con la abstención del Pdecat quería reflejar que no vale la pena intervenir en la política nacional porque España no tiene solución.

Muy distinta era la postura de la coordinadora general del Pdecat, deseosa de que su partido recupere voz e influencia en el Congreso de los Diputados. Los cálculos de Marta Pascal son claros: será más sencillo ganar protagonismo con Sánchez de presidente.

Convencida de ello, la líder del Pdecat se puso manos a la obra. El pasado lunes por la noche conversó con Pedro Sánchez para ofrecerle su apoyo y dio instrucciones a los diputados del Pdecat en el Congreso para realizar la aproximación al PSOE.

El martes siguieron las llamadas de Pascal, en esta ocasión dirigidas al universo Podemos. Contactó con Pablo Iglesias y con Xavier Domènech, quienes ya habían anunciado su total predisposición para poner fin a la era Mariano Rajoy.

Su ronda de contactos ha incluido llamadas continuas con el PNV, cuyas relaciones se han recompuesto en las últimas horas. Los peneuvitas ya habían insinuado su postura favorable a la censura y no tardaron en comunicarla al Pascal, satisfecha de haberse impuesto al fin a Puigdemont.

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