Puigdemont provoca una guerra interna en el bloque soberanista

El Pdecat se somete a Puigdemont y reclama que sea él el presidente aunque no gane el 21-D, lo que genera una guerra interna con ERC y en todo el soberanismo

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Guerra, y en todos los frentes. La decisión del expresidente Carles Puigdemont de imponer a su partido, el Pdecat, una lista de independientes, buscando integrantes transversales del soberanismo, y con el objeto de disminuir las posibilidades de Esquerra Republicana para que pueda iniciar una nueva etapa política distinta, gobernando la Generalitat, ha provocado una guerra interna de enormes dimensiones entre el Pdecat y ERC, entre Puigdemont y Oriol Junqueras y Marta Rovira, y entre Puigdemont y la ANC.

El Pdecat quería una lista unitaria, porque esa era la condición de Puigdemont para encabezar una candidatura para el 21-D. Desde Bruselas, y con las declaraciones pendientes ante la justicia belga –deberá declarar, de nuevo, el 4 de diciembre—para ganar tiempo y no ser conducido frente a la justicia española, Puigdemont ha ido hilvanando una lista de independientes con Joan Lluís Bozzo, Anna Tarrés, Ferran Requejo, Laura Borràs, Salvador Cardús, Aurora Madaula, Pilarín Bayés, Jaume Cabré, el pare Manel, Francesc de Dalmases, o Eduard Pujol, entre otros. Y lo ha hecho con la idea de ganar las elecciones y dejar a Esquerra en la estacada, pese a que se diga que la colaboración es máxima, que habrá un frente común y que todos juntos lograrán la república catalana.

Marta Pascal pide a ERC que acepte que Puigdemont sea presidente aunque pierda el 21-D

Las dos personas que han trabajado para Puigdemont han sido Jaume Clotet, responsable de Comunicación, y Elisa Artadi, coordinadora del Govern, que siguen en sus puestos en el Palau de la Generalitat. Los dos viajaron a Bruselas –con sus propios medios, según ellos—para entrevistarse con el expresidente y coordinar el diseño de la lista electoral. Una vez decididos los nombres, Puigdemont los fue llamando uno por uno.

En paralelo, la coordinadora general del Pdecat, Marta Pascal, ha reclamado a Esquerra que acepte que Puigdemont sea el presidente de la Generalitat, aunque no gane las elecciones, como una manera para “restituirlo”. Aunque la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha buscado una fórmula para que “el gobierno legítimo –el que está en Bruselas y los consejeros que están en prisión—se pueda combinar con el “gobierno efectivo” –el que salga del nuevo Parlament elegido— en su cuenta de Twitter constataba que el único candidato de ERC era Oriol Junqueras.

El Pdecat quiere forzar a la ANC para que, desde Bruselas, apueste por Puigdemont

Pero la presión del mundo del Pdecat, la exConvergència, con Puigdemont y Artur Mas al frente, es total. Tanto que se pretende que la ANC convierta el acto del inicio de campaña, que se hará en Bruselas, el 7 de diciembre, en una exaltación de Puigdemont, ante el enojo de la entidad soberanista, que se halla dividida entre los favorables a esa especie de lista unitaria con independienes, que es la de Puigdemont, y los que defienden las tesis de Esquerra, según las cuales, Junqueras, o la propia Rovira, debería iniciar una nueva etapa, con acuerdos transversales, para gobernar la Generalitat, con especial mimo a Catalunya en Comú, el partido de Ada Colau.

La desorientación, en todo caso, es total, porque ni el Pdecat ni ERC saben con qué efectivos podrán contar, y si los consejeros –lo que incluye a Junqueras—podrán salir de la cárcel para concurrir en la campaña electoral. Todo está pendiente de que el Tribunal Supremo asuma toda la causa en los próximos días y decida suspender las medidas cautelares que dictó la Audiencia Nacional, sacando a los consejeros de prisión.

Quedaría, sin embargo, la situación de Puigdemont y de los cuatro consejeros que se encuentran en Bruselas, a la espera de que la justicia belga decida o no aceptar la euro orden que ha pedido el Gobierno español para que den cuenta ante la justicia española.

La guerra entre la vieja Convergència y ERC se arrastra desde los últimos 15 años

La cuestión es que Puigdemont ha ido comiendo el terreno a Junqueras, que se encuentra en prisión. El expresidente ha presionado a su partido, el Pdecat, para hacer lo que ha querido con la lista electoral, para darle un perfil de lista unitaria transversal, frente a la posición ‘numantina’ de ERC que ha querido presentar su propia lista.

Es una batalla, de nuevo –que se arrastra en los últimos quince años—en el seno del soberanismo, una guerra entre la vieja Convergència y Esquerra, que se ha querido vender como un “servicio al país”, revestido, primero, de reforma del Estatut, y ahora de ‘derecho a decidir’, referéndum o defensa de la república catalana.

La batalla por la hegemonía en el campo nacionalista se llevará al 21-D, con la confianza de que sus seguidores no acaben hartos de manipulaciones y decidan en gran medida pasar a la abstención. Para evitarlo, y conscientes de que los independentistas siguen desorientados, Marta Rovira aseguró este viernes que no se quiso defender la “república” proclamada el 26 de octubre, porque había llegado información de que el Estado español podía ser capaz de “poner muertos en la calle”, con una actuación represiva. Esa es ahora la excusa del soberanismo para desorientar, todavía más, a los suyos.

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